EDITORIAL: La Uneac de siempre, la del futuro

La Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) celebra este domingo su aniversario 60. En su sede nacional, la casa de 17 y H, se ha desarrollado un programa de actividades cumpliendo con las medidas de las autoridades sanitarias ante el impacto de la pandemia de COVID-19. Son tiempos complejos para Uneac y para la sociedad cubana en su totalidad. Y la organización, que agrupa a miles de creadores de todo el país, tiene el desafío inmenso de consolidar espacios de diálogo entre sus miembros y a partir de ahí, con el entramado social de la nación.

A la Uneac le corresponde debatir temas asociados a los problemas esenciales del arte y la literatura, para establecer consensos que permitan actuar como una fuerza unitaria ante y con las instituciones de la cultura. Porque, contra cierta percepción popular, la Uneac no es el gobierno. Es sociedad civil, contrapartida de las instituciones gubernamentales.

Tampoco es el sindicato, aunque haya asumido muchas veces ese rol. Ni es un club social, propicio para otorgar estatus a los que lo integran.

El espíritu de la Uneac tiene que ser el de los mejores pensadores de la cultura cubana, el de los artistas y escritores más inquietos y talentosos. Tiene que ser, primero que todo, un espíritu crítico. Porque los artistas no son simplemente fuente de entretenimiento para el pueblo. Son conciencia crítica de ese pueblo. Y mucho pueden aportar a los grandes debates nacionales.

El presidente de la Uneac, Luis Morlote, en sus palabras el pasado viernes ante el presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez, apostaba por la unión, que se construye desde la diversidad. Y reconocía la necesidad de renovar esquemas de dirección y participación. Es el gran reto. La Uneac debe preservar sus esencias, pero tiene que renovarse para estar siempre a la altura de las demandas del presente. Tiene que proyectarse hacia el futuro.