EDITORIAL: Doble rasero, doble moral

EDITORIAL: Doble rasero, doble moral
Fecha de publicación: 
9 Junio 2021
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El debate que han promovido algunos diputados del Parlamento Europeo sobre la situación política y los derechos humanos en Cuba nació maltrecho: no se debería hablar de derechos humanos en la nación caribeña ignorando la mayor violación contra millones de personas que viven en el archipiélago: el bloqueo económico, comercial y financiero que aplica el gobierno de los Estados Unidos desde hace varias décadas. Todo análisis serio sobre "el caso cubano" debería tomar en cuenta la incidencia de esa política a todas luces genocida, pues su esencia es presionar económicamente a un pueblo para que enfrente a su gobierno.

Obviamente, eso no les preocupa a los eurodiputados que han defendido la inclusión del punto en los debates de la Eurocámara. Siguen minuciosamente un guion, elaborado por los sectores más adversos a la Revolución Cubana. No buscan un análisis objetivo, buscan una condena. Y en todo caso, ¿qué moral le asiste a esa instancia para juzgar a Cuba?

En un mundo azotado por grandes males, donde se viola habitualmente el más elemental de los derechos, el de la vida, estos eurodiputados "se ocupan" de un pequeño país bloqueado, mientras ignoran (y tácitamente apoyan) el historial de desmanes de regímenes que les resultan políticamente cercanos. Cuestión de intereses. 

Doble rasero, doble moral. Se empeñan en buscar en Cuba lo que podrían encontrar sin mucho esfuerzo en otros países aliados. O incluso, en la propia Europa. ¿Cuándo ese parlamento analizará a fondo el racismo, la discriminación y la xenofobia crecientes en varios países del viejo continente? ¿A quién le correspondería hacerlo? ¿Aplaudirían que en los parlamentos del resto del mundo esos temas formaran parte de los debates habituales? 

Algunos eurodiputados no pueden (ni quieren) sacudirse el talante colonialista. Tratan a otros países con la arrogancia de la metrópoli. Zapatero a tus zapatos. Cuba es un país libre, soberano. Cuba escogió un camino, y lo sigue, asumiendo su complejidad, sus retos. En Cuba tienen que decidir los cubanos.

Y este país, enfrentando agresiones y lidiando con componendas y farsas mediáticas, ha conquistado estándares de justicia social que para muchas naciones son todavía deudas y esperanzas.

Nadie afirma que ésta sea una sociedad perfecta. Hay demandas insatisfechas, hay complejos desafíos en todos los ámbitos de la vida nacional. Cuba está dispuesta a dialogar con respeto y reciprocidad sobre cualquier tema. Y estimula el debate franco y responsable entre cubanos. Pero rechaza estos intentos de desacreditar la obra de la Revolución, motivados por el odio irracional, sostenidos por la hipocresía.

El Parlamento Europeo debería ocuparse de otros asuntos. 

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