Donde se encuentran Cesária y Amado (+poesía y música)

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Donde se encuentran Cesária y Amado (+poesía y música)
Fecha de publicación: 
13 Septiembre 2024
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Imagen principal: 

Collage realizado con imágenes descargadas de Internet

A Cesária Évora (1941-2011) y Amado Nervo (1870-1919) los une más que un día de nacimiento, el 27 de agosto. La cantante caboverdiana y el poeta mexicano no pudieron ser más distantes el uno del otro, vivieron en siglos diferentes, en continentes distintos, con realidades también muy ajenas.

Quizás la africana nunca conoció la obra del latinoamericano, sin embargo, pienso que es la poesía, el sentimiento, el punto común.

Ella, llamada también como “la diva de los pies descalzos” o “la reina de la morna”, desde pequeña se descubrió seducida por el canto y no sin pocos altibajos logró abrirse paso y llevar su voz hacia el mundo con mensajes de amor desde las emociones.

Cesária, irreverente, prefería actuar descalza —dicen— como símbolo de solidaridad con las personas pobres y desamparadas. Le preocupaban los temas sociales en su Cabo Verde natal, su aislamiento global, el comercio de esclavos, el éxodo de sus coterráneos. Tenía un pensamiento anticolonialista, de libertad, y, al recorrer el planeta con los ritmos de su tierra, consiguió poner a su nación por primera vez en el mapa internacional, más allá de la cultura.

Cabo Verde fue sumamente importante para Cesária. Hasta su último día conservó su principio patrio e insular, y aunque vivió temporadas en otras ciudades, nunca la abandonó. Decía necesitar a los suyos y el mar, por eso volvía una y otra vez. Y allí murió a los 70 años de edad.

Este es un fragmento de su tema “Voz de Amor” que da nombre al disco de 2003 que le mereció el Grammy al mejor álbum de música contemporánea:

Un canto, un silencio, una voz que no suena
Una pena arraigada en el corazón
Un brote de dolor, lágrima cristalina
Para consolar un amor perdido
Caricia tan suave de un beso tan breve
Un gusto, un sabor revelado como una flor
Recuerdo de un sueño fluctuando en mi mente
Presencia ausente de tu cariño
Una canción nace de nuevo
Para traer una razón para creer
Voz de amor debe ser voz activa
Su grito llena nuestra alma
Y corazón del mundo entero

Cesária poseía una voz impresionante, y una proyección de fuerza y empoderamiento, al mismo tiempo que sensible. Sin dudas es una de las cantantes más importantes de África y una leyenda caboverdiana, donde donó gran parte de su fortuna a fortalecer los sistemas de salud y de educación.

Fue extremadamente generosa y modesta, desapegada de los lujos. Ni siquiera cuando conoció la fama mundial, casi a los cincuenta años de edad, olvidó sus orígenes muy humildes, su dura infancia, y todas aquellas experiencias que condicionaron su carácter y modo de ver la vida.

Le interesaba contar la historia de su país a través de sus canciones. Y esa nostalgia por su pueblo le acompañó siempre. Además de su mensaje, su voz suave y emotiva lograba enajenar a quien la escuchara. No solo se trataba de talento, de desempeño vocal, es que su canto era todo añoranza.

Este es, precisamente, el punto donde se encuentran para mí Cesária y Amado: la pasión.

Amado Nervo es el poeta mexicano más popular del siglo XIX y la primera mitad del XX. Fue profesor, diplomático, intelectual del movimiento modernista, un escritor con una amplia obra en novela, cuento, ensayo, pero en esta ocasión nos interesa su poesía. Desde ella intentaba responder sus propias inquietudes existenciales y le interesaban todos los temas, incluso lo fantástico.

Más allá del estilo que desarrolló durante años, fue la melancolía su interés principal. Como todo bardo, movido por la tristeza y todos los sentimientos arrolladores que devienen del amor, Amado tiene una colección de poesía digna de estudiar.

La ternura, el desamor, la esperanza, la soledad, el desconsuelo… de todo ello habla el poeta mexicano con abatimiento y suma sensibilidad, con versos a veces de dolor y tragedia, como los contenidos en “La amada inmóvil”, inspirado en la muerte del amor de su vida. Compartimos un fragmento:

“Escamoteo”

Con tu desaparición
es tal mi estupefacción,
mi pasmo, que a veces creo
que ha sido un escamoteo,
una burla, una ilusión;
que tal vez sueño despierto
que muy pronto te veré,
y que dirás: “¡No es cierto,
vida mía, no he muerto;
ya no llores…, bésame!”.

Sin embargo, no fue pesimista y de dolor toda su producción literaria. También aquí mostramos otra arista que demuestra su susceptibilidad y ensimismamiento:

“Me besaba mucho”

Me besaba mucho, como si temiera
irse muy temprano... Su cariño era
inquieto, nervioso. Yo no comprendía
tan febril premura. Mi intención grosera
nunca vio muy lejos
¡Ella presentía!

Ella presentía que era corto el plazo,
que la vela herida por el latigazo
del viento, aguardaba ya..., y en su ansiedad
quería dejarme su alma en cada abrazo,
poner en sus besos una eternidad.
 

***

“Madrigal”

Por tus ojos verdes yo me perdería,
sirena de aquellas que Ulises, sagaz,
amaba y temía.
Por tus ojos verdes yo me perdería.

Por tus ojos verdes en lo que, fugaz,
brillar suele, a veces, la melancolía;
por tus ojos verdes tan llenos de paz,
misteriosos como la esperanza mía;
por tus ojos verdes, conjuro eficaz,
yo me salvaría.

Para el final vuelvo a Cesária para disfrutar el tema “Bésame mucho”, un canto internacional al amor:

 

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