Desafiar estereotipos de género: Evidencias junto al mamut

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Desafiar estereotipos de género: Evidencias junto al mamut
Fecha de publicación: 
11 Noviembre 2023
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Imagen principal: 

Ilustración: Tom Björklund

Eso de que para Ellas el rosado y para Ellos el azul, cada vez huele más a viejo. Pero no significa que los estereotipos de género se hayan borrado del imaginario colectivo.

En la cotidianidad, y sobre todo en las subjetividades –donde es más difícil modificar prejuicios-, continúa proyectándose aquello de las mujeres como el sexo débil, las ideales para los quehaceres domésticos y los cuidados.

 Cómo no va a ser difícil desdibujar esos y otros enfoques de género, si aun al referirse a la prehistoria, textos, incluso académicos, y también ilustraciones, han recreado a las mujeres solo recolectando, cosiendo o cocinando, dedicadas a la maternidad y  aguardando en la cueva o campamento el regreso del triunfante cazador con su presa.
 


Ilustración: Libor Balak

Sin embargo, un interesante estudio que incluyó acercamientos experimentales, ratifica que, desde el Paleolítico, Ellas también iban con el mazo dando.

¿Injusticia histórica?

En la videoconferencia ¿Qué nos han contado y qué sabemos ahora? El papel de la mujer en la evolución de nuestra especie, la joven Doctora en Evolución Humana, paleoecología del Cuaternario y técnicas geofísicas aplicadas a la investigación, Olalla Prado Nóvoa, argumenta sobre el desempeño de las mujeres en la prehistoria de la humanidad, bien diferente a lo que usualmente se reitera.

Pero esta investigadora del Instituto de Biología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Aberdeen, en Escocia, no estaría feliz de saber que esta es la síntesis de lo que fuera su tesis doctoral.

 

Así puede inferirse porque ella misma aclaraba en su conferencia impartida el pasado año: “… tal vez lo que habría que hacer es dejar de armar revuelo cada vez que sale una noticia sobre una evidencia de que las mujeres cazaban, o que pudieron ser autoras de pintura rupestres.

“Lo que habría que hacer es normalizar este tipo de descubrimientos porque jamás hemos tenido evidencias de lo contrario. Y, por supuesto, es de suma importancia que cambiemos el lenguaje para dejar de hablar de la evolución del hombre y empezar a dibujar otra vez una prehistoria en la que las mujeres se muestren como parte activa de los grupos: elaborando herramientas, dominando el fuego, cazando, haciendo arte y siendo activas continuamente, incluso durante la maternidad…”

Ciertamente, no existen pruebas que demuestren lo que hasta ahora ha sido repetido, también en las escuelas, multiplicando lo que pudiera calificarse como injusticia histórica.

Ha sido así porque, según refería la propia estudiosa e investigadora, la mayoría de los arqueólogos y antropólogos, cuando nacieron estas ciencias, eran hombres, blancos y adinerados. Y su visión de género, marcada por la realidad que les tocó vivir en el siglo XIX, sesgó aquellos enfoques y conclusiones, adjudicando ciertos roles a aquellas mujeres, como inherentes a su biología,  que  hasta hoy han repetido el sesgo androcéntrico.

Pero las indagaciones de la Doctora Prado Nóvoa encontraron que las mujeres se hacían cargo, preferentemente, de actividades que suponían transportar peso, solían llevar más cargas que los hombres.

“Encontramos –refirió-  que la única diferencia entre individuos, en el coste de cargar pesos, no se debía al hecho de ser hombre o mujer, sino a diferencias debidas al tamaño corporal”. 

 


Ilustración: Tom Björklund

Al abundar en tal estrategia de que fueran Ellas las que cargaran, la experta comentó que las mujeres,  mientras cargan esos pesos, recolectan  recursos que cuesta menos conseguir y así posibilitan a los hombres  centrarse en la caza de grandes presas.

“En conclusión lo que se está observando es que las mujeres dedican diferentes tiempo y energía a buscar, obtener y transportar recursos según la capacidad que tienen los hombres de ser más o menos exitosos cazando. Ello va a determinar que se mejore el área de captación de alimentos, la eficiencia de todo el grupo, y, por tanto, la supervivencia general de todos”.

Mamás del Cuaternario

En cuanto a la gestación, lactancia y el traslado de las crías, tradicionalmente interpretados como impedimentos, la especialista apuntó que en tales circunstancias era probable que las mujeres tuviesen menos éxito cazando que los hombres, de ahí que se dedicaran entonces a  la recolección de recursos vegetales y tal vez a cazar pequeños animales.

Se trata de una suerte de especialización temporal que calificó de inteligente y necesaria considerando que los hombres eran la parte de la población cuya mortalidad que podría conllevar la caza, iba a tener menos repercusiones en la sobrevivencia del grupo y su permanencia.

 


Ilustración: Tom Björklund

Para responder a la interrogante de si el embarazo significaba una limitante para las mujeres en la prehistoria, considerando que se asume ese como un estado fisiológico demandante y con un coste energético metabólico elevado, desplegaron un diseño experimental –ya habían utilizado uno para el tema de las cargas- que le permitió asegurar que “indudablemente, las mujeres tuvieron un papel continuamente activo durante el pasado, independientemente de su estado fisiológico”.

Fue muy interesante también demostrar, abundó, que la división sexual de labores es un producto de la cooperación totalmente necesaria para promover la eficiencia, y, en consecuencia, la supervivencia de un grupo.

“Así que cuando hablamos del pasado, lo importante es dejar de plantear que unas actividades fuesen mucho más relevantes que las otras para nuestro éxito evolutivo y asumir que si existía una división de las tareas cotidianas por sexo, no era porque mujeres y hombres tuvieran  capacidades distintas, sino porque en determinadas situaciones es la mejor manera de organizarse”.

Es por ello que  las evidencias arqueológicas muestran  que existía esa división de labores, pero son aun mayores las evidencias de las  muchas cosas que mujeres y hombres hacían en común en el pasado, de ahí lo interesantes y necesarios que pueden llegar a ser estos estudios para derribar mitos, sentenció la investigadora.

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