De Nadia Comaneci a Alberto Juantorena: los grandes nombres de los Juegos Olímpicos
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El atleta cubano Alberto Juantorena (derecha) cruza la meta con un crono de 44.26 para imponerse en la final de los 400 m por delante del estadounidense Fred Newhouse, en los Juegos de Montreal el 29 de julio de 1976, cuatro días antes de realizar un doblete inigualado con su triunfo en los 800 m - / EPU/AFP
De los primeros Juegos Olímpicos en Atenas en 1896 a Tokio-2020, esta es una selección de deportistas que han escrito la leyenda olímpica por sus récords, sus proezas y por sus vidas fuera de lo común.
Nadia Comaneci, una actuación perfecta
La gimnasta soviética Larissa Latynina maravilló en los años 1950 y 1960, pero fue la llegada de esta rumana menuda, de 1,53m y 41 kilos, la que marcaría para siempre una disciplina que contribuyó a popularizar como nadie.
En 1976, con 14 años y 8 meses, Comaneci brilló en los Juegos de Montreal y con un ejercicio impecable en barras asimétricas logró la nota máxima 10 por primera vez en la historia olímpica.
Los paneles de resultados ni siquiera estaban programados para registrar los dígitos del '10,00' y en un primer momento mostraron una nota de 1,00. Los espectadores, boquiabiertos, comprendieron rápido el resultado real al ser anunciado por megafonía. Ovación general para la joven con su coleta de caballo. Fue el primero de siete dieces que logró en la ciudad canadiense.
Comaneci, que comenzó con la gimnasia desde la guardería, se convirtió en un fenómeno planetario. En Moscú, cuatro años después, conquistaría dos medallas de oro más antes de su retirada en 1981.
El dictador Nicolae Ceaușescu hizo de ella un icono del régimen, pero la relación de la gimnasta con el Estado se tensionó y pasó a estar estrechamente vigilada.
Comaneci logró finalmente atravesar el telón de acero en noviembre de 1989, un mes antes de la revolución, pasando a pie por Hungría antes de alcanzar Estados Unidos. Casada con un gimnasta estadounidense que conoció en Montreal, Bart Conner, doble campeón olímpico en Los Angeles 1984, logró la nacionalidad estadounidense en 2001.
Teófilo Stevenson, tres oros que pudieron ser cuatro
Triple campeón olímpico y mundial amateur, para muchos el cubano Teófilo Stevenson es el mejor púgil de la historia del olimpismo. A sus medallas de oro en Múnich-1972, Montreal-1976 y Moscú-1980 pudo haber sumado una más en Los Angeles-1984, una edición a la que no acudió representación cubana.
Porque, meses antes, derrotó al estadounidense Tyrell Biggs, que conquistaría el oro en pesos pesados en la ciudad californiana.
El boxeador cubano Teófilo Stevenson (derecha) golpea al estadounidense John Tate en las semifinales del peso pesado de los Juegos de Montreal, el 29 de julio de 1976 - / IOPP/AFP
Stevenson fue el primer púgil en ganar tres oros olímpicos en misma categoría. Su rival en la semifinal de Múnich, el alemán Peter Hussing, dijo de él: "Nunca me golpearon tan duro en mis 212 peleas. No puedes ver su derecha, y de repente está ahí, en tu mentón".
En esos Juegos de 1976, Stevenson, que heredó su pasión por el boxeo de su padre, noqueó a sus tres primeros rivales en un tiempo récord de 7 minutos y 22 segundos.
Fue en 1980, cuando el húngaro Istvan Levai, en las semifinales, se convirtió en el primer púgil en aguantarle los tres asaltos a un Stevenson que seis años más tarde aún demostró que era el mejor, ganando el campeonato del mundo a los 36 años.
Pese a las cuantiosas ofertas que recibió para pasarse al profesionalismo y marchar a Estados Unidos para pelear contra las grandes estrellas como Muhammad Ali, George Foreman o Joe Frazier, Stevenson siempre se mantuvo fiel a la Cuba revolucionaria. "Antes rojo que rico", resumió la revista estadounidense Sports Illustrated.
Falleció en La Habana a los 60 años de un ataque al corazón.
Alberto Juantorena, una proeza inigualada
Gran jugador de básquetbol, deporte que practicó en su juventud, Alberto Juantorena nunca pensó en convertirse en atleta hasta que cumplió los 20 años, pero su huella en el deporte rey de los Juegos sigue presente aún.
Apodado 'El Caballo' por su manera de correr, rápido y elegante, el cubano sigue siendo el único atleta de la historia en haber ganado en unos mismos Juegos Olímpicos los 400 m y los 800 m, una hazaña aún más destacable por cuanto la primera está considerada una prueba de velocidad y la segunda de medio fondo, más táctica.
Fue, además, el primer campeón olímpico en estas distancias que no era originario de países anglófonos y el primer atleta en dar un oro a su país.
Tras retirarse de la competición, fue nombrado número 2 del deporte cubano, vicepresidente del ministro de Deportes, fue miembro del Comité Olímpico Internacional y sigue formando parte del consejo de la Federación Internacional de Atletismo (ahora World Athletics).
Carl Lewis, la leyenda del tartán
Elegancia sobre el tartán y olfato para los negocios, Carl Lewis, nueve veces medalla de oro en los Juegos Olímpicos y ocho veces campeón del mundo, es una leyenda del atletismo de los años 80 y 90.
Con su pantalón corto y su cuerpo esbelto, la silueta de la Carl Lewis era fácilmente reconocible.
No escondiendo nunca su deseo de "construir un negocio", Lewis simboliza el cambio en el mundo del deporte, y especialmente del atletismo, en una era marcada por el marketing y el dinero.
Ya al inicio de los años 80 se vislumbra su talento especial, aunque no participa en los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, debido al boicot estadounidense en plena Guerra Fría. En los Juegos Olímpicos de Los Angeles, iguala la actuación mítica de Jesse Owens en los Juegos de Berlín en 1936 con cuatro medallas de oro (100 m, salto de longitud, 200 m y el 4x100 m).
Y en Seúl-1988 repitió oro en los 100 metros, tras la descalificación de Ben Johnson por dopaje, y en longitud. Añadió, además, la plata en los 200 m.
En 1992 en Barcelona, se cuelga de nuevo el oro en los 4x100 m y en salto de longitud, superando por tres centímetros a Mike Powell.
Lastrado por las lesiones las siguientes temporadas, no regresó plenamente hasta 1996, para una despedida olímpica. Con 35 años, y beneficiado por las lesiones de sus rivales, puso la guinda a su carrera con una novena y última medalla de oro, en salto de longitud, su cuarta consecutiva.
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