DE LA HISTORIA: A la caza de uno de los asesinos de Mella

DE LA HISTORIA: A la caza de uno de los asesinos de Mella
Fecha de publicación: 
23 Enero 2023
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Julio Antonio Mella, líder estudiantil cubano asesinado en México por matones al servicio del tirano Gerardo Machado.

Machado ha huido. Muchos de sus esbirros no han podido hacerlo. Como no hay una justa encarcelación de todos, muchos revolucionarios toman la justicia por sus manos. Existe una cacería y…

“Miren, ahí va Magriñat en ese auto y es uno de los asesinos de Mella”, grita uno de los ocupantes del sitio de otro vehículo. “Todos preparan las armas. Empieza una cacería mayor. El bandido se da cuenta de la persecución. Coge por Neptuno. Dobla, contrario, por una calle. Se les pierde... por unos minutos. Están ahí, tras sus huellas. Pueden olerle el odio. No lo van a dejar tranquilo.

El perseguido vuelve a doblar. Semiparquea. Sale del carro. No cierra la puerta. La pistola en la mano. Cuando sube de dos en dos la escalera de la funeraria Fernández, jura que venderá cara su vida; él, que tanta muerte ha causado. Aunque no estuvo entre los que balearon a Julio Antonio aquel diez de enero, y le motivaron el deceso en la madrugada del once. Se lo señaló a los asesinos, les pagó.

Los muchachos están armados y se sitúan frente al edificio. Otros responden al llamado y se unen. Entre ellos, Rodolfo de Armas, Pedro Vizcaíno, Ramiro Valdés Daussá, Chino Seijas, José Luis Aguilar, Manolo Arán, Rogelio González. Los dos primeros serán combatientes internacionalistas y apoyarán la lucha de la República Española contra el fascismo. De Armas caerá en la gesta con los grados de comandante. Pedro se mantendrá en el bregar revolucionario hasta los últimos días de su existencia. Falleció en La Habana el  27 de febrero de 1985. Ramiro será ultimado por los sinvergüenzas del llamado bonche universitario.

Vizcaíno conoce muy bien al criminal. Advierte: “Sin locura, Magriñat es un campeón de tiro: donde pone el ojo, se acaba la vida. En la cacha de su arma hay diez rayas y ha eliminado a muchos más”. Bastantes personas se acumulan en la calle. Los sitiadores son distribuidos. La tarde comienza a ser devorada por la noche. El aguacero puede llegar. Rodolfo y Arán suben a la azotea del hogar de los Lafita, gente destacada por su enfrentamiento a la tiranía y más allá.
 
Luz en el escondrijo, cierran algo las persianas, apagan. La fiera está sitiada, pero es fiera. Lo muestra. Rodolfo se lanza sobre Arán. ¡Al suelo! Se salvan. Dos balazos en la pared de atrás, a la altura del pecho. De Armas baja para averiguar si la funeraria posee otra salida. Pedro le aclara que no. Ha estado en ella varias veces. El dueño se ha portado muy bien con los antimachadistas; su hija colaboró con ellos en diversas acciones.  

Desconocían los combatientes que Magriñat es cuñado de Fernández, ni éste sabía a ciencia cierta de las andanzas de dicho familiar, quien ignoraba que frente al negocio de pompas fúnebres existía un cuartel del pueblo, donde se preparaban sabotajes y atentados, y se escondían a amenazados de muerte.

“Lo mejor es que suba Vizcaíno con su Springfield a la azotea donde yo estaba”, señala Rodolfo. Para allá va el mencionado con Seijas y Manolo  Rodolfo y Ramiro se incorporan enseguida. Varios de ellos provocan con movimientos e insultos al individuo. Desde allá vuelan los disparos. Pican cerca. Silencio. El parque se le ha acabado al energúmeno. Enciende la luz, busca balas que ocultaba en un ataúd. Busca su ataúd porque... Abre aún más las persianas. El matón va a usar la pistola. El disparo. Pero cantó el fusil... La figura salta, se encorva.

¡Le diste, le diste…!, escandaliza Rodolfo. La puerta se abre. El herido camina lentamente. No lleva ya el arma. Le han dado en la región subclavia izquierda. Lesión mortal. Cae de rodillas en el balconcito. En su rabia, acelera su desaparición: se incorpora, saca una navaja barbera y ¡ se degüella! Cae al patio de la funeraria. Cuando los revolucionarios llegan a su lado, todavía está vivo y el odio baila junto a la muerte en sus miradas. No pasa mucho y José Magriñat expira.

“No podía escaparse, Mella ha sido vengado”, comenta alguno de los muchachos. Sin embargo, ese afán debe ser de justicia y no de venganza. Y lo que hay que eliminar es un sistema social capaz de crear seres como Magriñat. Y lo trascendental: a Julio Antonio Mella no lo podemos dejar desaparecer.

Fundador de esenciales bastiones, ¿acaso no lo tuvimos presente en lo más sobresaliente de los jóvenes que celebraron el centenario de la Feu? ¿Acaso no lo sentimos en la labor para que nuestro Partido Comunista desempeñe su papel de vanguardia cada vez más en la batalla del pueblo contra el bloqueo yanqui y los obstáculos propios?

Como expresó Pablo de la Torriente Brau en un soneto que le dedicó: “No hay freno posible a la voluntad que crea. / Tu obra a tu tiempo será cierta. / Las puertas del futuro están ya abiertas”.

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