DE LA HISTORIA DEPORTIVA: De páginas hermosas está también lleno el olimpismo

Que el olimpismo haya sido lacerado por cuestiones infames no significa quitarle la admiración merecida. Y mucho menos negarlo. Aunque de esa joya restaurada por el gran pedagogo galo Pierre de Coubertin hay que decir las realidades, para salvarla de la mentira, la politiquería, la vanidad,  y de los farsantes y aprovechados.
 
No puede tampoco ignorarse cuánta de su luz ha sido apagada en este mundo náufrago. Su creador  en la fase  moderna lo había advertido  con dolor por haberse “…desarrollado los deportes en el seno de una sociedad que amenaza con pudrirse hasta la medula por causa de la pasión por el dinero” (1894),  y deseaba  “…contactos más íntimos y más frecuentes  entre atletas y dirigentes, sin políticos ni oportunistas que los dividan” (1912).
Ámsterdam 1928. Las atletas por primera vez traen su refulgencia especial. En los cien metros planos una estadounidense muy joven muestra  magníficas condiciones, aunque hay quienes, por esa misma poca edad, dudan de que pueda cristalizar los sueños. ¿Qué son 17años? aducen. Mucho parece gritar Elizabeth, Betty, Robinson cuando se impone con 12.2, dejando atrás a las canadienses Fanny Rosenfeld y Ethel Smith, ambas con 12.3. La titular agrega una de plata en el relevo.
 
Continúa en los combates de la pista y entrena fuerte: en la mirilla, Los Ángeles 1932. Está ahí mismito; estamos en 1931, a menos de un año.  Pero, ¡ la vida, carj…, la vida…! Un accidente de aviación. Lesiones graves. Los médicos le salvan la vida pero no le aseguran siquiera que vuelva a caminar. Pues Betty afirma que volverá a correr en busca de las medallas. No se encadena a los sueños: ejercicios, caminatas, carreras…
 
Y gana un puesto en su delegación a Berlín 1936.En la capital de Alemania obtiene su segunda presea dorada cuando es la tercera dama del relevo corto que triunfa con tiempo de 46.9.La caída del batón de la mejor cuarteta del momento, la germana, les abrió a las de EE.UU. la puerta del éxito. En las eliminatorias las alemanas habían roto la marca del mundo; esa pérdida del testigo, no las dejo siquiera subir al podio.
No se queden ahí…En la plataforma de la esgrima van a encontrar algo muy apetitoso en esta Olimpiada donde el saludo del clásico se confunde con el nazi, Claro, contra los bandidos y su sucia  propaganda.  Ya verán…
      
Hacia la  contienda entre las damas. Los fascistas llamaron a la  campeona de florete de Ámsterdam, Helene Mayer, obligada a refugiarse en el extranjero por las propias leyes de los asesinos que gobiernan su patria. Prometieron. Amenazaron. La Mayer cedió. Fuerte, resistente, muy técnica,  Es la favorita.  Su coterránea, la Hass, posee calidad también. Los de la sede piensan que en ellas poseen el oro y la plata.. Sin amargo, la Hasse cayó al cuarto escalón. La austriaca Ellen Preis, tercera.

Por la corona se enfrentan Helene y la húngara Ilona Elek, conocida cariñosamente por Chibi. La estrella germana se derrumba. La triunfadora grita: ¡Pese a todo “ .
 
Síganme: esto tiene continuación. Vino la Segunda Guerra Mundial. Hasta Londres 1948 no pudo actuar la Chibi  un magno certamen. “Demasiado veterana”, comenta un entrenador. Ella se burla de dichos pensamientos. Y ya está en la final londinense. En semifinales sufre una derrota. Los descreídos en su “No se los dije…” Se los hizo tragar. Al cabo de doce años, retorna al primer puesto de la plataforma de premiación  al derrotar en una disputada finalísima a una contrincante diez abriles más joven: la danesa Karen Lachmann.
 
Oigan, esto aún no acaba. Ilona integra la selección magyar en Helsinki 1952. Es demasiado…Y ella: triunfo tras triunfo. Ya se bate en la pelea decisiva.  ¡! Tras, tras…! y por dos golpes en contra finaliza en el peldaño plateado;  el sitial para la joven italiana  Irene Camber.
 
Ante su proeza, un periodista le pregunta: ¿A qué se deben sus victorias? Responde “Siempre me preparo bien; me he cuidado mucho…También porque la música calma mi nerviosismo. Después de los combates, interpreto en el piano a Chopin, mi favorito”.