DE LA HISTORIA DEPORTIVA: Curiosidades de los Juegos Olímpicos

DE LA HISTORIA DEPORTIVA: Curiosidades de los Juegos Olímpicos
Fecha de publicación: 
13 Diciembre 2021
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Primer negro que compitió por Estados Unidos en los Juegos Olímpicos: el velocista John Taylor en Londres 1908, en la tercera edición de la justa. No lo presentaron en la prueba individual a pesar de ser un magnífico corredor, pero al menos le permitieron integrar el equipo triunfal de relevo  entonces de 200-200- 400 y 800. Peor le pasó a otro afronorteamericano, el velocista Howard Drew: clasificado para la final de los cien metros planos en la justa de Estocolmo 1912, el entrenador lo encerró en una habitación y lo reportó enfermo para que un negro, a pesar de ser de su equipo, no ganara.

En Estocolmo, Suecia 1912, escenario de los V Juegos, por vez primera se confeccionó un cartel propagandístico relacionado con la magna justa. Y en maratón hubo que lamentar la muerte del corredor portugués Francisco Lázaro debido a una insolación. A sus familiares fueron entregados 3850 dólares recogidos entre los participantes.

Por primera vez se leyó el juramento de los atletas en los Juegos Olímpicos modernos en Amberes 1920, su séptima edición. Tuvo ese honor el polista y esgrimista belga Víctor Boin: “Juramos que nos presentamos en los Juegos Olímpicos como participantes leales, respetuosos de los reglamentos que lo rigen y deseosos de participar en ellos con espíritu caballeroso por el honor de nuestros países y la gloria del deporte”. Boin obtuvo medalla de plata en la disciplina acuática: su seleccionado solo quedó por debajo de la representación inglesa.

Primer tramposo de los Juegos Olímpicos Modernos: el maratonista  norteamericano Fred Lordz quien en los Terceros, San Luis 1904, llegó primero y, después de los festejos, la medalla de oro le fue quitada porque había subido durante el trayecto al carro de un amigo en varias ocasiones. El triunfo pasa a manos de otro integrante de su delegación: Tom Hicks.

Hay más: el citado campeón es el primero de los dopados en el certamen rescatado por Pierre de Coubertin. Como relata José Elías Bermúdez en Por los caminos del olimpismo: “faltándole unos 15 km, cae desmayado y le es suministrada una inyección de sulfato de estricnina, con lo que continuó, y unos 8 km después debió recurrir a una segunda, con la que llega a la meta”.

No se tomó medida alguna porque el uso del doping y, lógicamente, la lucha contra él no tenían la altura que alcanzarían con posterioridad. Además, sería demasiado para la delegación norteamericana ya golpeada por el truco mayor de Lordz. Los jueces no quisieron ver... Dicha estratagema ha crecido desgraciadamente de brazos con la comercialización tan elevada que azota el olimpismo. El cubano Félix, Andarín, Carvajal, se vio perjudicado por esa ceguera: sin usar ningún ardid llegó cuarto. De haber procedido los oficiales como debían, ocuparía el tercer peldaño.

 

 

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