DE LA HISTORIA DEPORTIVA: Alegrías y tristezas japonesas en la piscina olímpica
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Los nadadores de Japón solo habían mostrado parte de su rostro promisorio en París 1924: cuarto lugar en el relevo 4 x 200 estilo libre, encabezados por Kutsuo Takaishi. Este competidor terminó, además, quinto en los 100 y los 1500 de la misma modalidad, y sexto en 100 de espalda. Cuatro años después, en Ámsterdam, Yushiyuki Tsututa gana la medalla de oro en 200 de pecho, como librista Takaishi es el tercero en la más corta distancia, el colectivo de relevo obtiene el subtítulo e Iriye ocupa el cuarto en 100 de espalda. En la disciplina solo quedan por debajo de Usa en el sector masculino. Tsututa rompe el récord del clásico con 2:48.8
En Los Ángeles 1932 quiebran la hegemonía masculina estadounidense en la piscina: titulares en el 4 x 200, oro también para Yasuji Miyasaki, el más rápido con adiós al récord olímpico con 58.1 en la semifinal. Masaji Kiyokawa, el mejor en 100 de espalda, Tsututa repite en 200 de pecho, y Kusuo Kitamuira es el as de los 1500 libres. Para EE.UU. solo una dorada, la de Buster Crabbe en 400 libres. Los asiáticos lograron la plata de Retzo Koike en 200 de pecho, de Tatsugo Kawaishi y Shozo Makino en 100 y 1500 libres, el tercero, cuarto y quinto peldaños de los 400 libres de, Oyokota, Yokoyama y Sugimoto, y el quinto de Takahashi en los 100 libres.
Berlín 1936 vuelven a superar a los norteamericanos 3 coronas por dos, con la ruptura de la plusmarca del orbe en el relevo; 8:51.5, mientras enseñan las uñas en el nado para damas: Kojima, sexta en 400 libres. Sus más destacados paisanos fueron Tetsao Hamuro y Noboru Terada, reyes de los 200 de pecho y los 1500 libres.
En la alborada olímpica de, Londres 1948, Japón, por ser uno de los países agresores, así los llamaron, no fue invitado. Error grave; los atletas no son culpables de aquella conflagración ni de ninguna. En la resurrección de la gran fiesta, los estadounidenses arrasan. Mientras Furhashi, en una piscina de Tokio, quebraba varios récords mundiales y se burlaba de esa barrida, amén de protestar así por el veto a la presencia de su patria en la capital de Londres.
En Helsinki 1952 regresa Japón al olimpismo. Sus tritones enlazan tres escaños plateados en el relevo y los de Huroshi Suzuki y Shiro Hechízume en 100 y 400 libres. Varios de sus representantes están entre los diez primeros en otras pruebas.
Un momento… ahí viene cual ciclón Yhoshinobu Oyokawa. Se va a llevar el cetro en 100 de espalda. Lo consigue incluso con el mejoramiento de la marca olímpica al recorrerlos en 1¨05'4. Ah, pero esto no es válido para Japón; este individuo prefirió representar a Estados Unidos.
Por desgracia, en mi reciente libro De Atenas a París Los Juegos Olímpicos, publicado por la editora Warriors, no aparece: lo siguiente después de Yoshinobu Oyakawa, ganador de los 100 de espalda; magnífico nadador, también de espalda a la tierra donde nació y al asesinato de Hiroshima y Nagasaki, bombardeos atómicos realizados por el imperio gringo cuando no eran necesarios, para demostrar sus fuerzas al mundo y, en especial, a la nación más heroica de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética. Oyakawa, sí, magnífico nadador, pero ser despreciable. Más despreciables los compradores, los que pagan por pecar e impulsan a pecar.
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