Candita Quintana, cubanía de una mulata azucarada

Candita Quintana, cubanía de una mulata azucarada
Fecha de publicación: 
17 Febrero 2023
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Cuando apenas era una niña, el mundo del teatro con toda su fascinación, se mostró a sus ojos. Y desde entonces se apasionó con él. Una tarde invernal perdida en el tiempo, conversé con Candita Quintana. En su hogar, sentada en un  antiguo sillón de mimbre, me contó de su vida. Fue una de las artistas más populares de su época, y compartió el escenario con estrellas de la comicidad como Adolfo Otero, Julito Díaz, Enrique Arredondo, el Chino Wong, Leopoldo Fernández, el viejito Bringuier y, por supuesto, su entrañable amiga, la actriz Alicia Rico.   

Mulata azucarada resumía la estampa de la criolla desbordante de ocurrencias. En numerosas obras cantó, bailó, actuó, dijo sus “morcillas”, chispeantes y oportunas. Animadora del teatro bufo en sus mejores momentos sus personajes aún siguen recordándose. En ocasiones, la TV presenta simpáticos sketches en los que ella colabora con el dúo de Alberto Garrido y Federico Piñeiro, ases de la risa.

Me encontraba frente a una gloria de nuestro cubanísimo teatro. Algunos datos los había olvidado y tuvo que acudir a uno de los tesoros que guardaba con celo: un viejo álbum lleno de recortes de periódicos y fotos amarillentas. “Mírame,  esto fue cuando estrené”... Fíjate, en esta foto estoy con Arredondo, hacíamos un dúo maravilloso. Nada más de vernos el público empezaba a aplaudir”. Así, una y otra vez.

-Yo nací con pimienta de guinea en el cuerpo. El papel de bullanguera me venía como anillo al dedo. Un periodista de apellido Carricarte me puso Candelita. Mis mulatas, que hice muchas, fueron depurándose con el tiempo, las fui llevando a la actualidad;  poniéndoles esto  y aquello, según convenía. El vocabulario estaba muy lleno de modismos, de dicharachos  que oía en la calle. Las morcillas también las ajusté a la realidad. En el bufo, la morcilla es importante, pero, eso sí, hay que tener gracia para decirla: brota espontánea. En eso Alicia Rico era la mejor, porque las inventaba en el aire. Nació con ella: es algo muy propio, como la voz, el pelo o la misma piel.
 
DE LOS INICIOS

-Empecé de artista desde muy pequeña. Mis viejos me llevaban a la compañía de Arquímedes Pous, y yo bailaba en los pasillos del teatro. Dicen que me movía con mucha gracia; el cuerpo siempre en vaivén y es que desde chica tenía oído para la música; en cuanto sonaba una nota empezaba a dar brinquitos.

-Hice algunos papeles como aficionada, y Pous prometió contratarme cuando volviera de una tournée por Puerto Rico. Sin embargo, aquel sueño temprano no pude realizarlo porque Pous no regresó más a Cuba; murió durante aquella gira artística.

De ahí, me inicié en las varietés en distintos teatros habaneros junto a Ramón Espígul, Julio Gallo y valiosos bailarines y coreógrafos.

-Yo era una niña, así que los asuntos de mi edad me interesaban; no era difícil verme patinando en el patio del teatro. Aprendí a hacer de todo en la escena: lo mismo actuaba, que bailaba tangos, jotas, charlestón, de todo cuanto puede hacer un artista. Mi actuación fue completa desde el principio. Nunca sentí miedo de fracasar.

- Muchos bailes los aprendí con Julio Richard, que luego fue pareja de Carmita Ortiz. Él era corpulento, macizo y, sin embargo, sus pies eran ligerísimos. Además, tenía idea para la coreografía, para inventar pasillos. Por aquella época se le consideraba uno de los mejores. Otra artista que recuerdo por sus enseñanzas es a La Maja, de la que aprendí a cantar tangos. De voz grave, matizaba muy bien la canción arrabalera.

Nacida el 2 de noviembre de 1912, en La Habana, Candita debutó en un homenaje a la Bella Camelia. Usó zapatos de tacones muy altos y al día siguiente tenía los pies hinchados y adoloridos, pero se sentía muy feliz.

-Si no me falla la memoria, por esos años trabajé en una producción artística muy importante titulada “Los Cantos de Cuba”. El negrito lo hacía Eddy López, y el gallego ese actor notabilísimo que se nombró Fernando Mendoza. En esa obra trabajaron los artistas de más cartel en el mundillo teatral: la mexicana Luz Gil, la Chelito Criolla, y Blanca Becerra.

Muy especial para Candita fue su relación con el maestro Ernesto Lecuona al participar en sus zarzuelas El cafetal, Niña Rita, El Batey, El Maizal, Rosa La China, Cuando La Habana era inglesa, y María La O, en función a teatro lleno.

Rememora:

-Hay una parte de mi vida que considero definitiva: mi encuentro con el maestro Agustín Rodríguez, quien me tomó de la mano y me condujo en numerosas obras. ¡Cuántas cosas aprendí del arte con él! A la compañía de Agustín fueron a trabajar las principales estrellas del Alhambra como Regino López. Estrené Cecilia Valdés, Amalia Batista, El Clarín, María Belén Chacón, zarzuelas en las que se respira lo cubano. La compañía se mantuvo durante varios años  con un elenco estelar. A mí siempre me daban papeles de tiple cómica. La cuerda del humor es la mía. En 1936 fui contratada por el cabaret Edén Concert para sus shows. Igual desempeño tuve en el club Bambú.

-Ya en el 37 empecé en el  Martí, fundado en 1884 con el nombre de Irijoa, y en él me instalé definitivamente. Estuve 43 años de mi vida en ese coliseo, y trabajé con todas las compañías del bufo que por allí pasaron. Esas temporadas las alternaba con otras en el Nacional o La Comedia.

Su lista de éxitos después del 59 en el Martí, incluye: Voy abajo, Qué traigo aquí, No tengo edad, El bravo, El amor nació en la plaza, Yo soy aquella, El velorio de Pachencho, Pato Macho y La vida secreta de Don Juan Tenorio. Le guarda un cariño entrañable al Premio Flaco: “En esa obra de Héctor Quintero dejé el corazón”.

Mi entrevistada, actuó en programa cómicos en CMQ, RHC Cadena Azul, Radio Progreso y otras emisoras. El cine no le fue ajeno y tuvo participaciones en Ratón de velorio, Chicharito alcalde, Qué suerte tiene el cubano, Yo soy el hombre, Soy un bicho, Allá va eso, Manuel García El Rey de los campos de Cuba, Rincón Criollo y Una Gitana en La Habana, entre otras.

Ella, además, realizó giras por Estados Unidos, Puerto Rico, Venezuela y República Dominicana y Haití.

Pionera de la televisión estuvo en varios dramatizados.

- La gente vio a una Candita distinta, muy seria, formal; todas esas novelas las hice llorando, por eso cuando terminé la de más éxito Una luz en el camino, me dije: “No, Candita, ni una más. Tú naciste para hacer reír, la tristeza no va contigo”. Y es verdad que es así; yo he hecho reír a varias generaciones con mis chistes, mis jocosidades, con mi personaje de mulata candelita”.

La actriz falleció en su querida Habana el 5 de septiembre de 1977, antes de cerrar los ojos para siempre pidió: “La ropa, la ropa... denme la ropa que voy al teatro”.

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