Baloncesto cubano: «Una cosa es con cuerda, y otra con violín»

Baloncesto cubano: «Una cosa es con cuerda, y otra con violín»
Fecha de publicación: 
30 Enero 2022
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Jasiel Rivero, de notorio crecimiento en el baloncesto profesional de España, es el principal referente de nuestra escuadra masculina, y del basquet cubano, en sentido general.

El baloncesto femenino cubano está en un declive, el mismo por el que pasan todos los deportes colectivos cubanos desde hace un buen tiempo, y se buscan diversas fórmulas para salir de ese estancamiento, sobre todo ante el desarrollo de muchos otros países en esa y las restantes disciplinas, incluso a nivel de área centrocaribeña.

La firma de contratos en el exterior, como vitrina de desarrollo para nuestro talento encestador, es una de ellas, así como también la reincorporación, al amparo de nuestra Federación Nacional, de jugadores cubanos que militan en otras Ligas de manera autogestionada o individual.

Eso, ante la ausencia por más de dos años de nuestro principal escenario de crecimiento doméstico: la Liga Superior de Baloncesto, detenida por el azote de la COVID-19, al igual que los certámenes del deporte ráfaga en otras categorías.

Entonces, urge implementar todos los mecanismos posibles en aras de retornar a algún entorno de élite regional, partiendo de la idea de que en la actualidad aparecemos en la posición 32-222.4 puntos del ranking femenino de mayores, y en la 55-11.2 en el juvenil para damas. Mientras, en el masculino recalamos en la 65-143.6 entre los conjuntos élite, y en los juveniles no aparecemos en el primer centenar de quintetos. Ojo, estos escalafones se conforman en cada nivel, a tenor de rendimientos en certámenes internacionales punteables.

Elementos a considerar

En esta radiografía al deporte ráfaga hay algunas variables que necesariamente hay que considerar:

Contratos: Acá partimos de la idea de que en el pasado año 2021 el básquet fue el tercer deporte con mayor número de efectivos contratados en Ligas foráneas, con 12, únicamente superado por el voleibol (38) y el béisbol (37).

Ahora bien, ¿qué representa esta presencia de nuestros jugadores en el sistema profesional de clubes?

En el orden individual, mucho. Es indiscutible la evolución que han mostrado Jasiel Rivero, inmerso en la ACB española; Karel Guzmán, en Rumanía, y Yoanki Mensía, en Argentina, por solo citar los ejemplos más connotados.

A ellos se suman otros como Pedro Bombino y Lisván Valdés, también piezas clave en la formación tricolor, y otros.

Lo primero es el hecho de mantenerse activos, disputar partidos en otro escalón cualitativo de calidad, y nutrirse de otras visiones de juego más contemporáneas, con los distintos aderezos que pudiera significar la adaptación a los sistemas europeo, sudamericano, y centroamericano y caribeño, pues en estos tres escenarios es donde irradia la casi totalidad de nuestros jugadores y jugadoras, ahora con la futura presencia, además de en República Dominicana, de la talentosa Isabela Jourdain (18 años y 1.88 metros), por el conjunto de la Federación Portuguesa de Natación, de ese país.

Cabe destacar, por ejemplo, que ante la inactividad de nuestro principal certamen liguero, esas piezas de la preselección nacional han continuado con su proceso de entrenamiento, mejora de sus capacidades de juego y partidos acumulados, propiamente.

Viajando en el tiempo, hallamos que durante la segunda mitad de la década del 70 y la del 80 del pasado siglo, ambas selecciones cubanas, avaladas por su prestigio, disputaban partidos, topes preparatorios y torneos internacionales, ya sea como anfitrionas acá en Cuba, o en otras latitudes, principalmente en naciones de Europa del Este, miembros del extinto campo socialista.

Basta mencionar la Espartaqueada de los Ejércitos Amigos, los Juegos de Buena Voluntad y otras lides de alto calibre, dado el poderío de muchos de esos países en el baloncesto.

A lo que añadimos campos de entrenamiento conjunto y otras estadías sumamente provechosas.

El panorama actual difiere mucho del de entonces. Encarecimiento de costes, situaciones de visado, azote pandémico desde hace dos años, y otras cuestiones, se han comportado como lastre, además de la estrechez económica, máxime hablando de un deporte colectivo, y el cual se sale del círculo, además de los llamados estratégicos.

La variable remuneración igualmente cuenta para esos jugadores, e incluso como parte de sus rúbricas tributan en favor del desarrollo de la disciplina en el ámbito doméstico. El mostrarse en otras vitrinas también pudiera traducirse, en dependencia del calibre de cada uno, en posible patrocinio de una marca deportiva, no solo en el plano individual, sino tratándose del empuje del club en el cual militan.

Esas son algunas cuestiones esenciales, a las cuales se suma el hecho de intercambiar experiencias, tanto dentro como fuera de cancha, y en vía directa, con jugadores estelares, en mayor o menor medida, nutrirse de estos, como igualmente del colectivo técnico que los dirige, para luego intentar volcar el mayor número de esas experiencias acá, en casa.

Del otro lado de la cancha

Claro, volviendo a la frase de nuestro refranero popular, una cosa es con cuerda y otra con violín. El tema contrato arroja cuantiosos elementos positivos; la reinserción de algunos de los llamados legionarios cubanos, otro tanto, pero hay cuestiones imposibles de deslindar:

La primera de ellas, asociada al hecho de que las dinámicas de juego de nuestra selección nacional difieren considerablemente de las que aplican los clubes y nuestras piezas insertadas en estos.

Otra, el hecho de que nuestros entrenadores, a tenor de una filosofía de juego arraigada durante décadas en el accionar de nuestros elencos, y a tenor de características de una generación que ya no está, así como también de un baloncesto que se ha revolucionado diametralmente, necesitan capacitarse, atemperarse a los conceptos que rigen el básquet en la actualidad.

Bien pudiera manejarse la posibilidad de insertar a algunos de nuestros técnicos en esos escenarios ligueros. El voly ha apostado también por esa experiencia, ya sea con el amparo de nuestra Federación como en el plano individual, y si bien en el baloncesto, Rainel Panfet y algún que otro técnico ha podido volcar y enriquecer sus conocimientos en el baloncesto salvadoreño y nicaragüense, esos escenarios, cualitativamente, no son de los más connotados.

Otra cuestión, para mí, medular, radica en el hecho de empastar todo el caudal incorporado con las dinámicas de los elencos nacionales. El vocablo team work es crucial, y si bien, en los últimos tiempos, la altísima profesionalidad y el descollante talento de los miembros de un equipo nacional determinado les permite reducir los tiempos de trabajo juntos a nivel de selección, estos siguen teniendo una importancia notoria, y en nuestro caso en particular, se antojan más necesarios.

El hecho de declinar en el nivel de juego, tanto en el quinteto varonil como en el femenino, hacia los últimos cuartos de partido y los minutos finales de cada parcial, en correspondencia con el aumento de la presión, y la urgencia de mayor efectividad y sangre fría para concretar las acciones, está asociado a esas lagunas que aún persisten, a esa ruptura de entendimiento entre jugadores y estrategia de manejo de choques, al hecho de que todavía nos resta mucho por recorrer, cuando de vernos como un quinteto temible o «matador» se trata.

Nos falta esa precisión quirúrgica, desterrar nervios, circular el balón con acierto y hallar el jugador de mejor criterio de selección de tiro o desmarque para definir una jugada que tengamos.

En la última ventana mundialista masculina, en ese duelo en el que cedimos 90-95 ante Estados Unidos, brindamos una cara cercana a esos estándares.

Sin embargo, al día siguiente, frente a Puerto Rico, afloraron los mismos problemas de siempre.

Entonces, en función de un crecimiento necesario, toca alinear todas las variables que inciden en el nivel de juego de nuestros planteles, ya sea esas que están en correspondencia con lo que puedan aportar nuestros jugadores contratados, las que derivan del trabajo acá en casa a los distintos niveles, e incluso, las que pasan por el rescate de captaciones y sistema competitivo escolar a nivel municipal, provincial y nacional, el cual recuerdo que, en mis tiempos de estudiante-deportista, devenía una de las principales canteras de desarrollo, detección y seguimiento de futuros jugadores de nivel. 

El deporte ráfaga inició el año con las rúbricas de Marlon Díaz, Isabela Jourdain y Neysser Coutín, en Argentina y Portugal. Foto: Calixto N. Llanes

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