Aquella entrevista a Verónica, una nieta poco conocida de Céspedes

Aquella entrevista a Verónica, una nieta poco conocida de Céspedes
Fecha de publicación: 
14 Enero 2022
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Al saber que una nieta de Céspedes casi desconocida vivía en Cuba, partí a su encuentro. Era una anciana que residía muy bien amada y atendida por sus familiares en el reparto habanero del Casino Deportivo. Ahora, cuando hace varios años de su fallecimiento, rememoro la entrevista cual homenaje especial al aniversario de la muerte en combate de su abuelo, ocurrida el 27 de febrero de 1874.

“Nací en Banes el 12 de enero de 1912. Soy la hija del hijo de Carlos Manuel y Panchita, quien dio a luz a Manuel Francisco Rodríguez, mi padre, el 13 de octubre de 1874 en Santiago de Cuba. Llevaba el apellido de ella. La vida no permitió otra cosa o la muerte…”, me expresó al inicio de la entrevista. Pensé: el prejuicio ante la no legitimación; ese afán de ocultar que Céspedes amaba a esa mujer, sin firmar papeles, siendo casado; el injusto intento de no dar la vida de los héroes como es, la limitaban a leer poemas o hablar en actos cuando más de su municipio.

Aquel hijo no tendría el apellido pero no le falló a la sangre: “Mi papá llegó a teniente del Ejército Libertador en la guerra del 95. Al finalizar esta, se casó con mi madre, la mambisa bayamesa Ana María Estrada. Una mujer de temple, patriota. Prima de Estrada Palma, lo aborrecía porque pensaba sobre él y lo decía públicamente: 'Le entregó la guerra que hicimos los cubanos a los yanquis'. Mi padre mantuvo similar actitud. Pasamos momentos muy difíciles y nunca cobró la pensión que se daba a los veteranos. Opinaba: 'Fui a pelear por la libertad y eso no debe mancharse con dinero'”.

La pareja hacia Palma Soriano en buscar de mejoras. Ella, ama de casa: él, comerciante. Era un constante peregrinar por diversas regiones de Oriente, la miseria acosándolos siempre. Creció la familia que ni radio poseía...;  sin embargo tuvieron seis hijos, tres hembras y tres varones. Entonces solo quedaban vivas Carmela y la entrevistada; la primera, establecida en EE.UU. desde antes de 1959. Ya todos han muerto.

Me habló sobre su hermano Amado Oscar. “Fue cónsul en Estados Unidos debido a las influencias del tío Carlos Manuel; se portó bien con nosotros y cumplió con lo prometido en la manigua a mi padre a quien siempre trató como el hermano que era:'Dame tu primer hijo y yo me ocupo de encaminarlo'”. De pronto, la gana una queja: “¿Por qué Carlos Manuel de Céspedes y Quesada tuviste que entregarte a Sumner Welles?”.

HACIA LA HABANA

Manuel Francisco muere, con  48 años de edad, en 1922. El cerco de la pobreza se cierra más aún. “Mis sueños de ser maestra o periodista se terminaron. Todo lo que pude hacer fue enseñar a leer y escribir de manera voluntaria a varios muchachos en Palma”. Se debió dedicar a las tareas de la casa y algún trabajito de poca remuneración. No pudo más, no. “Decidí irme para la capital a probar fortuna e ir trasladando poco a poco a todos para acá; eso sucedió en 1942. A mi mamá la traje primero y en La Habana falleció seis años después”.

“Empecé como mecanógrafa en el Capitolio. Y allí me pasó algo de lo que me río actualmente pero que me causó tremenda indignación. El politiquero Rafael Guas Inclán por medio de un guataca me invitó a almorzar. Con el mismo individuo le mandé mi respuesta: “Dígale que no voy: lo que quiere es invitarme a la cama y yo no soy una cualquiera. A los cinco días me dejaron cesante”.

Pasó a laborar en la Manzana de Gómez en un centro donde se vendían pasajes para vuelos internacionales. “A la vez, comencé a a estudiar música y canto en un academia situada en Jovellar y San Lázaro. Allí me gradué en 1955”.  Amplía la sonrisa antes de hablarme de él: “Y me llegó el amor en 1957. Le vendí un pasaje al actor y periodista  Tomás Cuervo Pino y, en cuanto regresó de su gira, vino a verme con un frasco de perfume en sus manos y una declaración amorosa. Nos casamos ocho meses después en enero de 1958. Lo perdí en 1977. Tuve muchos otros enamorados y ninguno me interesó de verdad. Tomás sí me hizo feliz”.

CON FIDEL

“Triunfa la Revolución y estoy en Contramaestre. Fidel pasó por la casa de mi familia y nos abrazó uno a uno. ¡Por fin podían hacerse realidad los sueños de mi abuelo paterno! Y los de mi hermano José Manuel Rodríguez, que se enfrentó a la tiranía desde las filas del 26 de Julio. Era un verdadero nieto de Céspedes. Esbirros de Cowley lo asesinaron y lanzaron su cuerpo debajo de un puente que conduce a Guantánamo”.

Dos de sus sobrinos cayeron en la lucha contra el batistato: “Rodolfo Rodríguez, teniente del Ejército Rebelde, cayó en combate el 23 de noviembre de 1958 en El Cristo, y José Rodríguez, casi un niño, fue torturado y asesinado por la gente de Carratalá el 27 de abril de 1958 en San Miguel del Padrón”. A ese muchacho que no llegaba a los 15 años trataron de arrancar infructuosamente confesiones y secretos relacionados con sus hermanos y otros revolucionarios.

“No pude ser periodista, ni maestra, ni artista. Ahora me desquito:” ¡Cómo disfruté las clases voluntarias que di en la primaria de Luco y  Compromiso en Luyanó. De aquel Primero de Enero para acá he cantado y declamado en muchos actos. Escribo versos y artículos, algunos me los han inspirado Elián, los Cinco Héroes que están en cárceles norteamericanas (por suerte ya libres desde 2014) y, claro, mi abuelo Carlos Manuel de Céspedes.”

 

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