Abdalizándonos

Abdalizándonos
Fecha de publicación: 
7 Junio 2021
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Me acosté tarde, no debí si quería cumplir la promesa que me hice a mí misma de llegar antes de las 8:00 AM. "A más tardar, 8 y media", me dije cuando apagué el despertador para "coger un 5"... que se convirtió en 10 y cuando llegué al consultorio ya todas mis esperanzas de estar entre los primeros se fueron a pique (aunque todavía no eran las 8:30): muchos vecinos, con la misma fe y más puntualidad que yo, esperaban por su primera dosis de Abdala.

"La doctora es nueva, una muchacha joven, pero con mucho carácter", me había advertido Ana María, la del cuarto piso, ella no pudo vacunarse porque es alérgica al timerosal, pero ya pronto llegarán los bulbos que no lo contienen, eso le explicaron, así que se mantiene al tanto.

La doctora...

Se llama Magela Fernández Pérez y está supliendo a nuestra médico de la familia que lleva meses trabajando en zona roja (esta parte no me la contó Ana María sino ella misma, la doctora, mientras esperaba que llegaran los bulbos para iniciar lo que podría ser la última jornada de la primera dosis, pues lo de periodista jamás lo deja una en la casa):

"Ha sido una experiencia agotadora, porque desde el primer momento hemos sido nosotros mismos con ayuda de la población los encargados de reparar el consultorio,  instalar los tanques de agua, organizarnos lo mejor posible para que todo fluya. Hacer las estadísticas de la población, el censo por grupo de edades..."

"Nosotros vamos a vacunar un total de 653 personas", afirma como quien no piensa en el cansancio, sino en la luz al final de este largo túnel que ya supera los catorce meses y las mil vidas:

"Ha sido un mes atípico, pero ha valido la pena, porque aunque dentro de tres meses quizás no siga trabajando en este consultorio, sabré que esta población, que es muy envejecida, va a estar menos vulnerable y he aportado algo para salir de esto lo más pronto posible".

Algo no, mucho sería la palabra correcta... me quedo pensando, pero no lo digo en voz alta para no interrumpirla:

"Hemos ido descartando algunas personas que son alérgicas al timerosal, otras que se habían vacunado ya por su centro de trabajo, entonces hemos incluido a personas que como tal no tienen dirección aquí, pero viven con sus parejas o vinieron de otras provincias y no han podido regresar, pues ya se vacunan por aquí.

"La reacción de la población ha sido muy buena, por suerte no hemos tenido ninguna experiencia negativa, agradecimientos muchos, personas que desde que entran ya se están tirando fotos, para que vean que se están "abdalizando". Hay quien ha tenido la presión un poquito alta en la entrevista inicial, pero no ha habido ni que medicarlos, te sientas, conversas un poquito y ya están bien, porque son los nervios..."

El lugarcito donde nos sentamos a conversar, afortunadamente no ha cumplido con la función para la que fue previsto, se supone que allí le darían los primeros auxilios a quien padeciera alguna reacción.

La estomatóloga...

"¿Pero tú te vas a vacunar, no? Pues ya verás de lo que te hablo..." y no es alarde, es que para ser alguien entrenado con el jeringuillón ese con que anestecian los estomatólogos, pues se maneja muy bien con la pequeñita del pinchazo más esperado del mundo mundial:

"Esta experiencia ha sido espectacular para mí, porque no es lo mismo trabajar en la cavidad bucal que poner una inyección intramuscular en un miembro y me satisface que los pacientes me han dicho que no les duele, que ni lo sienten, eso me estimula, a mí me gusta mucho lo que hago, tengo sentido de pertenencia, por eso me gradué y he asumido esta tarea con mucha alegría, aunque no sea mi función habitual".

Lo de la alegría se le nota a primera vista a Zunamy Álvarez Hevia y lo de la buena mano lo comprobé en carne propia cuando me tocó el turno de "Abdalizarme".

La enfermera...

Su función principal es en el área de recuperación, allí junto a dos de los estudiantes toma los signos vitales, llena los carné de vacunación... pero al igual que la doctora, se mantiene pendiente de cada detalle y cuando el cansancio parece demaciado, la sostiene una convicción:

"Aunque todavía estemos hablando de candidatos vacunales, los resultados han sido muy positivos y yo siento este proceso como una sanación para nosotros, como un gran alivio".

Yusnelis Llerena Tombo no es una desconocida para nadie en el barrio, no solo porque sea la enfermera del consultorio, sino porque vive en el mismo edificio y, tal cual me lo ha confesado:  "mis pacientes son mis vecinos, son mi familia". Pero lo que yo no sabía es que en la atención primaria lleva poco más de cinco años, antes era enfermera intensivista, es su especialidad, sin embargo, la atención primaria tiene para ella una especie de magia: "nosotros estamos ahí todos los días, aconsejamos, prevenimos, acompañamos, nos convertimos en amigos, nosotros podemos curar con la palabra".

Las estudiantes...

Ya me llegó la hora. La presión en 110 con 80, la temperatura en 36,5... estoy entera. ¿Alergias? Ninguna. El pulso bien. Y la grabadora encendida, hay que aprovechar que ya una tiene toda la atención de las estudiantes encargadas del recibir, encuestar y reconocer inicialmente a los futuros "Abdalizados". ¿Cómo ha sido esta experiencia? 

"Estoy en cuarto año y siempre he estado vinculada a este consultorio, entonces cuando nos hablaron de la vacunación quise venir para acá y lo mismo María Alejandra, que ha estado todo el tiempo de pesquisa aquí, ya conocíamos y le teníamos un cariño a esta población, entonces me complace mucho ayudarlos y hasta ahora la experiencia ha sido magnífica, todos los pacientes nos han apoyado, han entendido la labor que estamos haciendo, nos han cuidado, nos han mimado también, porque siempre vienen con un juguito, una meriendita, una frase de ánimo cuando estás más cansada...", es el testimonio de Lianne López Guerra.

Su compañera, estudiante de tercer año, no puede negar que "se extraña la parte académica de la escuela, pero entendemos que fue necesario parar y hacer esta tarea de pesquisar, encontrar a tiempo los posibles casos positivos, orientar a la gente, pero este momento de la vacunación nos ha permitido volver también al contacto ese con los pacientes que hace más de un año no teníamos."

Los estudiantes...

Después de la picada de mosquito con Zunamy, fue mi oportunidad de entrevistar a los muchachos, a fin de cuentas, los tendría una hora observándome ¿no? Pues en silencio solo el tiempo preciso para dejarlos escuchar que mi presión y pulso seguían igual de bien, ya luego me tendría que decir Gianlucas Ruiz qué hacía él allí todos los días como voluntario...

"Tenía la opción de no incorporarme, pero eran tantos los deseos de hacer algo por mi país, por apoyar en este momento que tanto lo necesitamos para salir de esta pandemia lo antes posible, que me incorporé aquí a colaborar y me siento muy satisfecho con lo que estamos haciendo. Los pacientes se sienten muy agradecidos cuando se vacunan y tienen mucha fe en que vamos a salir de esto..."

Gianlucas está ya en la recta final de la carrera de medicina, cursa el quinto año, mientras que Javier, el joven que lo acompaña en el área de observación, está en su segundo curso y siente que ha tenido un aprendizaje muy especial:

"La experiencia ha sido muy buena, esto no es algo que se repita constantemente, a pesar de que la vacunación es algo cotidiano en el país, pero esta variante es algo distinto y es verdad que no es tanta la práctica quizás, pero sí es una muestra de la entrega que uno tiene como médico, que estás dispuesto a todo siempre que sea por la salud del pueblo..."

Justamente esa entrega fue lo que enamoró a Javier Perdomo de la carrera de medicina, su mamá es doctora y desde niño aprendió que de eso se trataba, de estar siempre dispuesto...

La presidenta del CDR...

En el momento en que ponía en pausa la grabadora del móvil sentí el olor a café recién colado y mi olfato estaba en lo cierto, la seño Yusnelis me avisó: "Mira periodista, que no se te escape, ella es la presidenta del CDR, que ha estado aquí con nosotros desde el primer día".

Cuando terminó de repartir el cafecito, que sería pecado dejarlo enfríar, me confesó por qué se ha gastado tantas ganas y compromiso: "entre todos tenemos que lograr que esto salga a flote y se acabe esta pandemia y podamos continuar con nuestras vidas. Yo creo en nuestros médicos, en nuestra Revolución, en todo el sacrificio que hemos hecho hasta ahora para que esto fluya".

Más que una vacuna...

En el Consultorio # 4 del policlínico Julián Grimau, en Arroyo Naranjo, la delegada de la circunscripción apoyó con la pintura, el núcleo zonal del PCC y el bloque de la Federación se ocupan de citar y garantizar que no haya aglomeraciones en el vacunatorio, un grupo de vecinos hizo las labores de plomería para instalar el tanque, otros van todas las tardes a limpiar los locales, la presidenta del CDR del edificio donde está el consultorio es una más del equipo, para lo que haga falta...

Pero no es un hecho aislado, alguien lo hizo también en Matanzas, en el vacunatorio donde, más o menos a la misma hora del mismo día se vacunó mi hermano. Y en cada uno de los que veo diariamente en las fotos de mis amigos y amigas de facebook, todos y todas con la misma fe...

El título de mi crónica podría parecer irreverente, pero a qué mentirnos, así hablamos, así nos referimos los cubanos a lo que es genuinamente nuestro y amado, así traducimos esta alegría que no excluye a nadie, en plural (y no de modestia, sino de humanismo), esta fe que ya recorre Cuba y que se puede llamar Abdala o Soberana, que pronto se acuñará también Mambisa y no será más candidato sino vacuna. El que quiera acusarme de optimista, pues sí, lo admito, eso me ha enseñado una y otra vez Cuba: la esperanza, la resiliencia, la fe que mueve montañas y salva, siempre salva.

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