Jorge Enrique Caballero: El teatro es lo que me quita el sueño
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No tenía planes de estudiar actuación, llegó al ISA «por embullo» y, con la autoestima en lo más alto, se presentó a las pruebas de canto, porque «cantaba como Benny Moré». Hoy lo cuenta riéndose de su osadía y agradece al maestro Armando Suárez del Villar, quien le enseñó el camino: «Ve para la facultad de teatro, allí le hacen pruebas a la gente que tiene la cara dura como tú».
La segunda y definitiva descubridora fue la estelar Corina Mestre. En un duro primer año, el jovencito de Cayo Hueso resolvió con improvisación un ejercicio que no había preparado: aplausos de todos y felicitación de la maestra que, por supuesto, se estaba haciendo la muerta para ver el entierro. En privado le haló las orejas y él lo negó todo. Mucho antes de confesárnoslo a nosotros, le dio la razón a la maestra Corina, quien se convirtió desde aquel momento en la madre profesional del actor que es hoy.
—Has incursionado en casi todos los lenguajes o medios. ¿En cuál te sientes más cómodo?
—Cómodo me siento en el cine. El cine es el lugar ideal para mí en cuanto a confort a la hora de trabajar; es un espacio donde las cámaras, también los cuidados de la producción, apuntan al actor, porque es la imagen final que sale.
«Pero la pasión que me despierta hacer teatro, entregarme al teatro..., el cual no es para nada confortable: es la mal llamada cenicienta de las artes, cuando ha sido la madre de las artes. Sinceramente, es muy incómodo hacer teatro, muy duro; es muy complejo, no solo económicamente, sino físicamente, mentalmente; es un espacio que es muy fácil de criticar, y a veces duele mucho con todo el sacrificio que uno hace. Por eso digo: cómodo en el cine, pero amo el teatro. Es lo que me quita el sueño».
—¿Y la televisión?
—Yo respeto mucho la televisión por lo que te quita y es la privacidad. Creo que la televisión tiene eso: te da, pero te quita. Te pasan cosas muy lindas, pero también cosas muy fuertes.
—¿Algún personaje que ha sido especial para ti?
—Les tengo un cariño muy especial a estos dos personajes de la trilogía teatral Ritual cubano, un trabajo que estoy haciendo en el grupo de teatro Buendía, bajo las miradas de Flora Lawten y Raquel Carrió. Les tengo mucho amor a Kid Chocolate y a Brindis de Salas; son personajes que en el proceso de investigación comencé a encontrar lazos y conexiones muy fuertes conmigo como ser humano, como cubano, como hijo, como artista, y ahora mismo los estoy disfrutando mucho. Recién terminamos una temporada y me encantó regresar a esos personajes con toda la fuerza y toda la pasión y el delirio…
—¿Ya estás trabajando en la tercera pieza de esta trilogía?
—Estoy en el proceso. Se llama Voces de 1912 y, como el proyecto se llama Ritual cubano, el teatro tiene mucho de ritual, y Cuba es un país que, por lo general, conserva sus costumbres de ritual. En el espectáculo, a raíz de un ritual, emergen de la tierra las voces de todos estos personajes que fueron masacrados en 1912, en el suceso de los Independientes de Color, bajo la presidencia de José Miguel Gómez. Es un espectáculo que me está costando mucho asumirlo, llevarlo a cabo desde la investigación y donde el eje central ha sido el conflicto endorracial, el conflicto adentro de la raza, donde hay diferentes posiciones. Se hace música en vivo en los dos espectáculos anteriores, y en este igual voy a reciclar todo el panorama musical, voy a retomar elementos escenográficos también, porque es una trilogía que se relaciona desde el concepto hasta la visualidad.
—Es un proyecto en el que has asumido varios roles: texto dramático, codirección, actuación… ¿Cuánto has crecido con Ritual cubano?
—Más que crecer, yo creo que el mismo proyecto ha crecido, por toda la gente que lo conoce, que está conectada a él de alguna manera. Lo que más me ha aportado es responsabilidad y compromiso. Más que una silla para sentarme a vanagloriarme, me ha dado un saco de responsabilidad y de compromiso y lo estoy viviendo así. Creo que es algo positivo.
—Siempre agradeces las enseñanzas de Eduardo Eimil, Eduardo Arrocha, Raquel Carrió y, muy especialmente, la mano de Flora Lawten en tu trabajo. ¿Qué significa el grupo de teatro Buendía en tu carrera?
—Siendo estudiante, me cerraron la puerta de Buendía, un teatro que me encantaba, un tipo de espectáculo que siempre le da masajes al cerebro del espectador, que es lo que tiene que hacer el arte. Pero después de graduado, una de las actrices del grupo me llamó para trabajar en una obra suya; Flora la vio y entonces me dio la oportunidad de hacer casting para la compañía. Desde el primer momento que yo puse un pie en el tabloncillo del Buendía y recibí las indicaciones de Flora, realmente soy otro. Digo que encontré lo que quería, lo que mi cuerpo y mi mente necesitaban como actor.
—Un par de teleseries que fueron bastante populares están preparando nuevas temporadas. ¿Qué nos puedes adelantar de tus personajes en De amores y esperanzas y Lucha contra bandidos?
—En De amores y esperanzas, el conflicto de Ernesto con su mujer, la madre de su mujer, el Bufete, los casos, va mucho más allá, se agrava un poco. Y en el caso de Lucha contra bandidos, el personaje tiene otras experiencias. Dentro de aquel momento tan hostil y tan duro de la historia de Cuba, se ve envuelto en otras situaciones emocionales, que develan otra parte del personaje del Nene, y a la gente le va a gustar mucho cuando lo vean enamorado, intentando calmarse para seducir, y cómo va descubriendo el amor.
—¿Qué tipo de personaje te interesa?
—Un personaje que tenga tesis, motivo. Si yo hago un personaje, quiero decir algo con él. Eso es lo que me atrae: cuando yo leo un personaje y descubro lo que puedo decir, pues le echo mano.
—A propósito de otro de tus más recientes trabajos, el spot de la campaña contra la Ley Helms-Burton, ¿qué te parecen las reacciones?
Spot contra la Ley Helms-Burton protagonizado por los actores Fernando Echevarría y Jorge Enrique Caballero.
—Los ataques han sido muchos; personales, además, sobre todo a Fernando. Lo mejor que él tiene es su clase, su educación, y me ha enseñado que hay agresiones que no se responden. Yo me siento súper contento de haber participado, por la gran cantidad de reacciones abiertas, sinceras, directas, con base que tuvo. Una vez le dije a alguien: si tú quieres, vienes y participas del proceso; si no, por lo menos, ten la decencia de respetar a los que estamos intentando cambiar y mejorar.
«También hay otra cosa: yo conozco a muchos actores que no están en Cuba, grandes actores. Yo lamento mucho que no estén en Cuba porque la actuación cubana necesita de ellos, pero cada quien toma sus decisiones en la vida, y eso yo lo respeto, y no dejan de ser lo grandes que son para mí como referentes de la actuación. Pero dejar de actuar duele y mientras más pasa el tiempo, más duele, y a veces tiene que ver con eso, a veces los criterios también vienen con ese dolor».
—¿Te sientes satisfecho con este trabajo?
—Yo soy una persona muy consecuente, con lo que digo, con lo que hago y con lo que pienso. Para mí haber participado en un spot de la campaña en contra de la Ley Helms-Burton, primero lo hice con una conciencia plena del cubano que soy, que vive en Cuba, que ha hecho carrera y familia en Cuba, y eso no me quita que un día pueda hacer carrera y vida en otro lugar, pero Cuba es un pedazo de tierra donde los problemas y las soluciones que tienen esos problemas y las soluciones parten de nosotros. Es lo que pienso. Si la Ley Helms-Burton la hubiera puesto Francia, igual fuera contra Francia. No es algo personal contra nadie; es una cuestión de que en mi casa, en mi espacio, lo resuelvo yo; nadie puede venir a decirme lo que tengo que hacer.
«La campaña está bien hecha, tiene muy buena factura y, sinceramente, si se pueden hacer más campañas de esta manera, aunque la gente critique, aquí estoy. Veo la fuerza y el deseo de echar pa adelante y en eso yo me apunto; me apunto desde lo que hago, que es el teatro».
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