Bayamo está en 26 (+ FOTOS)

Yo fui a Bayamo en 26. Anduve el Parque Céspedes y el boulevard, pero la Fiesta del Aliñao me sacó de la belleza citadina para mostrarme otras bellezas de Bayamo, en el poblado de Julia conocí gente linda que trabaja y lucha y defiende la tradición y baila y goza la «vida a granel», gente que sabe agradecer y que sabe a dónde pertenece.

En Bayamo, dentro y fuera del área en la que se suele «turistear», yo entendí por qué todo comenzó por allí, por qué el calor de esa tierra se tradujo en un Himno de combate eterno, por qué el Padre de la Patria es hijo de ese terruño incansable, experto en dar, digno para recibir. Por qué nadie dudó en incendiar la ciudad antes que rendirla al enemigo que oprimía y humillaba a la patria.

Yo volví a Bayamo después de diez años y lo encontré en 26: refrescándose con helados que se producen en la propia provincia, colando café como mi abuela en plena plaza, con colador y traje típico, bebiendo aliñao... Rejuvenecida y conservada, que se parece, pero no es lo mismo, busqué los sitios que conocí hace una década y allí estaban, aunque con nuevos bríos.

No digo que hallé una ciudad prefecta, reflejo y rostro de una provincia que seguramente tiene mucho por hacer, yo digo, eso sí, que hallé una ciudad que avanza, que se esfuerza, una ciudad despierta, activa, guardiana fiel de sus tradiciones, abierta y dinámica para los nuevos tiempos. Con los brazos prestos al trabajo, con todos los sentidos listos para el arte. Una ciudad creativa.

Y eso es estar en 26, más que las grandes banderas en los edificios alrededor del parque principal, más que la radio base donde constantemente se escucha la voz de bayamesas y bayameses expresando lo que significa para ellos haber ganado la sede del acto central por el Día de la Rebeldía Nacional, más que las consignas nuevas y de siempre, y con todo eso incluido también, Granma está en 26 porque vibra con esas energías que mueven a la Cuba de hoy: las de ser otra y mejor y ser, al mismo tiempo, continuidad; las de no sentarse en la primera silla peligrosa, sino «echar pa alante» como país, con nuestros propios sacrificios y en nuestros propios términos.

Hace menos de un mes estuve en Granma, en Bayamo en 26, lo supe enseguida, porque la asistía todo el lirismo de Perucho, Céspedes, Fornaris y Sindo, toda esa concentración de cubanía y conocí, por ejemplo, al «Ruiseñor» un pequeño agricultor que no tiene miedo de cantar entre cantantes. No tiene miedo Bayamo. Y se siente voz y corazón de Cuba, como hace siglos.

Sobran las razones para multiplicar, como país, ese Bayamo heroico y alegre, siempre en 26, que significa siempre rebelde, siempre fidelista, siempre dispuesto a acompañar los nuevos esfuerzos, consciente de que vivimos otra etapa de la misma lucha, herederos de los padres fundadores de la nación, de la Generación del Centenario, hijos de nuestro tiempo.

Granma se hincha y se extiende otra vez para que no se queden en palabras lo que nuestro Presidente Díaz Canel, este hombre de pueblo que labora y sueña nos ha pedido: pensar como país. Eso hizo Céspedes cuando escogió a todos los cubanos sobre su hijo Oscar, eso llevó a Fidel y Raúl hasta el Moncada, eso es hoy estar en 26: pensar, trabajar y, crear como país.

Fotos: Fidel Rendón Matienzo | ACN