¿De quién es la @?

¿De quién es la @?
Fecha de publicación: 
14 Mayo 2019
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Primero fue para la dirección de los correos, luego para Twitter, y después siguió creciendo el uso de la arroba en otras alternativas del ciberlenguaje.

Pero tanto la usamos que casi ni reparamos en su existencia. Sin embargo, tan trascendental se ha vuelto que, por ejemplo, en el año 2010 el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) la incorporó a su colección de Diseño y Arquitectura, subrayando su condición de ícono universal contemporáneo.

En el blog oficial de ese importante museo se explica que “no es necesaria la posesión física de un objeto para que los responsables de un museo puedan incorporarlo a sus colecciones. Especialmente si se habla de iconos del diseño universales y sin un dueño concreto, como es el caso de la arroba, que no deja de cumplir con los criterios de calidad, excelencia y relevancia que comparte con toda la colección del MoMA”.

De ahí que dicho ícono sea considerado hasta una obra de arte aunque resulte tan intangible como un suspiro.

De todos y de nadie

El mencionado blog del museo neoyorkino recoge que "como la arroba es un símbolo público", al incorporar este símbolo "de un valor incalculable" a sus colecciones lo hacen como "la única adquisición gratuita" que el museo ha efectuado en toda su historia.

Tienen razón los especialistas del MoMA. La que fue unidad de medida medieval no tiene un dueño. Es de todos.

Pero, para ser justos, no solo de todos los de este presente con sus realidades virtuales. En realidad el nacimiento de tal símbolo parece remontarse al siglo XVI y quizás antes.

Al menos, así lo indica Giorgio Stabile, profesor de historia de la ciencia de la Universidad La Sapienza, quien se topó con el supuesto primer ejemplo escrito del empleo de ese símbolo.

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Se usó para representar “un ánfora”, no para nombrar a esas vasijas, sino como medida medieval de capacidad. En esos depósitos de arcilla se transportaban y comerciaban cereales, aceites, vinos, y sus dimensiones quedaron acuñadas como una medida.

De tal modo pudo comprobarlo a inicios de este siglo el mencionado profesor e investigador en una carta que encontró y que estaba datada en 1536. En la misma el mercader italiano Francesco Lapiun, que envió la misiva de Sevilla a Roma, describía la carga de tres barcos provenientes de América y utilizaba la @ para indicar las cantidades. Una arroba de vino, -precisaba el documento- es 1/13 de un barril y valía entre 70 u 80 ducados.

Incluso, hay quienes ubican el “nacimiento” de la arroba mucho antes, allá por 1448. Es el caso del periodista español Jorge Romance, especialista en historia medieval, quien se apoya para sus afirmaciones en la llamada Taula de Ariza. Dicha Taula es una especie de certificación de una entrada en el entonces reino de Aragón de una carga de trigo procedente de Castilla.

Lo cierto es que entre los siglos XV y XVI la arroba en tanto unidad de capacidad –y proveniente del árabe con un significado originario de cuarte parte- se posicionó en Italia, Francia y España. En esta última como equivalente de la cuarta parte de un quintal, es decir, 25 libras.

A partir de entonces y paulatinamente va convirtiéndose en una medida de peso internacional utilizada por las embarcaciones que cruzaban el Atlántico. Es así que alcanza Norteamérica incorporándose a la lengua anglosajona.

De la máquina de escribir al e-mail

Cuando aparecen las máquinas de escribir, en la medianía del siglo XIX, la arroba encontró su espacio en el teclado. Pero poco a poco, al posicionarse otras unidades de medida más exactas y confiables, quedó como una tecla obsoleta e inservible.

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Sufriendo tal estado de obsolescencia la encontraron los ojos de Ray Tomlinson. Corría el año 1971 y aquel programador estadounidense buscaba con denuedo un símbolo que no se empleara para ninguna otra cosa y permitiera separar el nombre de la persona del lugar donde estaba. Nacía el correo electrónico.

Fue así que la primera dirección electrónica en el mundo resultó tomlinson@bbn-tenexa.

El programador se había enviado a sí mismo un primer mensaje de prueba, desde su computadora PDP-10 a otra máquina emplazada exactamente al lado.

Comenzaba con ese primer mensaje el viaje fantástico de la arroba por los correos electrónicos de todo el mundo, por los siempre encrespados ciberocéanos de la humanidad.

Ya lo sabe usted, a la izquierda de su teclado o con pulsar alt 64, entre otras combinaciones, tiene a su alcance a un ícono de larga data y que es hasta obra de arte según el MoMA.

Por favor, respetémoslo; y sobre todo, respetemos a los demás. Porque la @ suele resultar ambivalente: lo mismo es esperada con ansias en un mensaje, que desesperante y abusiva cuando atiborra tu buzón con spam, con esas tonterías o correo basura que enlentece el tráfico en el ciberespacio y roban tu precioso tiempo vital.

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