EE.UU. en Siria: Para «estabilizar» el crimen

EE.UU. en Siria: Para «estabilizar» el crimen
Fecha de publicación: 
24 Marzo 2019
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No importa que no haya podido derribar al gobierno de Bashar al-Assad, ni que sus mercenarios y terroristas no pudieran vencer al Ejército Árabe de Siria: lo que le importa a Donald Trump es continuar destruyendo la infraestructura del país árabe, asesinar a habitantes de pacíficas aldeas, colaborar con su fiel aliado israelí para el exterminio de los patriotas libaneses y evitar que el Golán sirio sea liberado.

Son muchas más razones que van acompañadas de un cuantioso presupuesto militar, cada vez más alto, que ayuda a mantener a la industria bélica norteamericana y no dejar una imagen de derrota, la cual es la verdadera e inevitable.

Ya el presidente norteamericano había anunciado repetidas veces la retirada de sus tropas, e incluso llegó a decir que Rusia, Irán y Turquía no querían que los marines se fueran, porque eran los únicos que podían contener y derrotar a los terroristas del Estado Islámico, un peón creado por el propio Imperio, aprovechando a elementos formados en la CIA para que dirigieran núcleos que ejecutaban sumariamente y utilizaban la inmolación como arma suprema, claro, los «soldados», ocasionando innumerables víctimas civiles.

Al mandatario norteamericano se le acusa de frívolo, loco, etc., pero todo no es más que una burla en la que sabe nadar muy bien.

Ello se puede inferir de esos anuncios intempestivos de que se van, y no se van, porque al final —siempre es así— se deja «convencer» por aquellos que dicen que la retirada de las tropas norteamericanas provocaría inestabilidad, cuando es lo contrario.

Además, aducen que sería el envío de un síntoma de debilidad ante la presencia de tropas rusas, cuestión esta que es falsa, porque Moscú, además de tener su única base en el exterior en Siria, solo ha intervenido con su aviación en Siria, mientras que el ejército sirio es el que se ocupa de las acciones terrestres y el que ocupa el territorio abandonado por el enemigo.

Por eso, luego de anunciar por enésima vez el retiro, también por enésima vez da marcha atrás para «complacer peticiones» y no dejar «desamparada» a Siria.

De una forma u otra, Estados Unidos ha ubicado unas diez bases militares en Siria, de diferentes proporciones, y siempre en una línea fronteriza no muy definida.

Washington ha protegido a los terroristas del Estado Islámico, como ahora protege a los de Al Nusra en la provincia de Idleb, donde ha vuelto a preparar a mercenarios y opositores en el lanzamiento de un ataque químico, al que responsabilizarían a Damasco.

Todo ello en el contexto de la preparación de un ejército de 40 000 hombres para, dice, llevar la paz al país, luego de atacar al Ejército Árabe Sirio.

En la más reciente decisión o marcha atrás de Trump para que no retiraran todas las tropas, influyeron los senadores Lindsey Graham, de Carolina del Sur, y el lamentablemente de origen cubano Marco Rubio, de Florida, así como el general Joseph Dundan, presidente del Estado Mayor Conjunto, quien dijo al mandatario que había mucho camino por recorrer, por lo cual la permanencia será aún más larga, no importa que se anuncie alguna retirada.

De esta forma, Estados Unidos, estabilizando el crimen, va logrando lo que quiere, aunque no haya podido obtener una victoria total.

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