Dime, selfie que destellas, ¿quién es bella entre las bellas?

Dime, selfie que destellas, ¿quién es bella entre las bellas?
Fecha de publicación: 
21 Marzo 2019
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La madrastra de Blancanieves, de haber vivido en estos tiempos, no hubiera interrogado desde su maldad al espejo mágico; simplemente, se hubiera hecho un selfie con su celular para encontrar respuesta.

Al menos, esa es tendencia muy actual entre jóvenes y no tan jóvenes de todo el mundo, que se autorretratan empleando filtros de Snapchat o Instagram, y luego quieren ser iguales en la realidad a la retocada imagen de sí mismos.

Es una meta que, sin duda, pudiera resultar pueril a más de uno; pero también más de uno argumenta sobre la importancia que puede llegar a ganar la imagen que se tenga de sí mismo para las relaciones interpersonales e, incluso, para la salud mental.

Lo cierto es que cada vez son más en el planeta quienes acuden al cirujano estético y le piden transformar su rostro o cuerpo para que sea igual al que le devuelve la pantallita, filtros mediante.

Tan de moda se han puesto esas aplicaciones «embellecedoras», que desde octubre pasado existen también para gatos, y este diciembre se les sumaron las creadas para perros, cuyas imágenes podrán alcanzar el porvenir llevando, por ejemplo, grandes gafas, cuernos de reno o una mariposa azul posada en el hocico.

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Es innegable que, casi desde sus orígenes, la belleza del cuerpo y el rostro ha estado entre las preocupaciones y aspiraciones de los seres humanos. Ello, mientras que en los animales no racionales una apariencia llamativa influye en sus posibilidades de reproducción y hasta en la propia supervivencia.

En tumbas de egipcios encumbrados se han podido localizar sustancias con fines cosméticos, mientras que etnias africanas, incluso en el presente, se agrandan por medios artificiales los lóbulos de las orejas o los labios hasta medidas insospechadas buscando acercarse a sus patrones de belleza.

La cirugía estética es uno de los caminos encontrados por la civilización para acercarse a esa anhelada armonía de volúmenes, formas y movimientos que estructuran la belleza, al menos en lo concerniente a las apariencias —que no son siempre las determinantes. Y ese camino es el alarmantemente tomado cada vez por más personas en este hemisferio occidental.

Además del llamado trastorno dismórfico corporal, asociado a preocupaciones más allá de lo normal por algún supuesto defecto o falta de perfección en el cuerpo, ahora emerge la «dismorfia Snapchat», vinculada a las angustias derivadas de la falta de parecido entre el rostro o el cuerpo reales y las selfies tomadas con esa aplicación.

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De ahí que los candidatos al bisturí de la belleza no anhelan ya parecerse a artistas o modelos, sino a la inalcanzable imagen de sí mismos tamizada por los estándares ilusorios de una aplicación digital. El 58% de los cirujanos plásticos encuestados por una academia de cirugía plástica y reconstructiva del rostro refirieron que el número de sus clientes menores de 30 años había aumentado buscando parecerse a sus selfies.

En general, cerca de un quince por ciento de quienes recurren a la cirugía cosmética son hombres. Ellos se interesan especialmente en mejorar el tercio inferior de su rostro, concentrándose, de modo particular, en la barbilla, el cuello y la mandíbula.

En los espejos del Caribe

A quienes habitamos en esta isla caribeña no nos distingue, como tendencia, ese tipo de anhelos, aunque igual votamos por la belleza del cuerpo, junto a la del alma.

El II congreso de la Sociedad Cubana de Cirugía Plástica y Caumatología, realizado el pasado septiembre, informó que entre 2001 y 2016 se habían realizado en el país un total de 309 mil 469 cirugías plásticas. De ellas, la mayoría (200 mil 508) fueron estéticas; el resto, reconstructivas.

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El especialista en Cirugía Plástica y Caumatología Rafael Rodríguez Garcell, presidente de la Sociedad Cubana de esa especialidad, informó que la liposucción —para reducir el tejido adiposo del abdomen— es de las operaciones estéticas más demandadas aquí, seguida de intervenciones para rejuvenecer el cuello y la cara.

«Cada paciente que busca la belleza debe conocer, además, los riesgos y complicaciones a los que se expone, como sucede en toda intervención quirúrgica, y debe respetar las orientaciones postoperatorias que se le indiquen», recordó Rodríguez Garcell.

Por suerte, no parecen abundar hasta extremos alarmantes en esta isla aquellos cuya autoimagen y autoestima se inscriban en rangos tan negativos que atenten contra su salud. Sucede que, por esta geografía, otras son las preocupaciones y metas que abundan, todas ubicadas más allá de la epidermis y los espejos.

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