ZONA CRÍTICA: La tradición del cine documental en Cuba

ZONA CRÍTICA: La tradición del cine documental en Cuba
Fecha de publicación: 
11 Marzo 2019
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El legado de los grandes maestros del documental cubano, de esos directores que marcaron la fisonomía, el alcance, las extraordinarias implicaciones sociales, políticas, culturales del documental cubano, está, por suerte salvado. Es patrimonio de la nación, gracias, en buena medida, a la labor de varias instituciones, al interés de promotores e investigadores… y por supuesto del público.

Porque, ciertamente, los espacios para la exhibición del cine documental no son tantos como quisiéramos, pero el documental sigue teniendo su público. Habría que rescatar los espacios de siempre: ojalá que en todas las tandas de nuestros cines, por ejemplo, se alternaran documentales con obras de ficción, como fue en una época. Habría que promover nuevos ámbitos y aprovechar mejor los que existen. Ese es un reto permanente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos y de todas sus instancias.

 
No obstante, el legado de los maestros está, pero los realizadores de ahora mismo (los más nuevos y los más experimentados, porque muchos maestros están activos) han honrado esta tradición. No se puede hablar, por suerte, de una ruptura, aunque claramente haya habido altibajos, etapas de depresión. Pero ahora mismo hay muchos realizadores haciendo documental.

Cada época demanda acercamientos novedosos, desde todos los puntos de vista: el tema, los códigos, los referentes. No tiene sentido hacer comparaciones estériles: aquellos respondieron a sus circunstancias… y eran circunstancias extraordinarias: no era una época de cambios, era un cambio de época, el torbellino de la Revolución, que era también un torbellino de ideas, de arte nuevo y comprometido. El panorama de hoy es diferente, pero también ofrece un amplísimo campo. Hay que acercarse mucho más a las personas, investigar, descubrir historias… porque queda mucho por contar. Pero pretender repetir esquemas no tiene mucho sentido. Y el documental puede (e incluso, creemos que debería) ser oportunidad para la experimentación y la renovación permanente.

El pasado 8 de marzo cumpliría cien años el documentalista mayor: Santiago Álvarez. Ese es un referente indiscutible. Fue cronista acucioso, incisivo, responsable… de un tiempo, de su tiempo. Nos dejó ese testimonio utilísimo para comprender la historia. Y ese es el rol fundamental del cineasta que hace documentales: dejar testimonio de la obra y las circunstancias de los hombres. Y hacerlo con el vuelo del arte más auténtico, el que deja huellas.

Una versión de este comentario se publicó en el Noticiero Cultural

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