Afganistán: Aún existe

Afganistán: Aún existe
Fecha de publicación: 
16 Febrero 2019
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En enero pasado, Donald Trump consideró la retirada de tropas norteamericanas de Afganistán, pero ya en febrero comenzaron a llegar más y se cuadruplicaron los bombardeos contra las zonas liberadas, otras fronterizas y aún dentro de Paquistán, y una parte donde ensayan una que otra novedosa arma de la muerte -.con aquella superbomba en el 2017-, que hicieron aumentar las víctimas civiles en un 39% el pasado año, según cifras de Naciones Unidas.

De paso, con Siria el magnate ha hecho algo parecido: comenzó a retirar sus tropas acantonadas en el noroeste, acompañada de la farsa de una protesta escenificada por un jefe militar, para luego apoyarse en la aviación de su coalición y casi borrar a una población del mapa, bajo el pretexto del combate al Estado Islámico, grupo que el propio Imperio engendró y estimuló.

En Afganistán, la situación ha empeorado para los ocupantes y el gobierno local y el ejército al mando de oficiales norteamericanos, por lo cual las incursiones aéreas siguen segando vidas de niños, mujeres y ancianos de gran parte del país controlado en un 73% por el Talibán y otros grupos insurgentes no asociados al rechazado Estado Islámico.

La lucha antiinsurgente, o más bien, la represalia terrorista en las áreas donde la infantería no se atreve a incursionar, se libra con la aviación, un 70% norteamericana y el resto de sus aliados europeos y local.

“Cada muerte de civiles deja a una familia devastada, afligida y luchando por aceptar la pérdida, y cada civil herido o mutilado causa un sufrimiento indecible”, señala en un comunicado de prensa la directora de la oficina de derechos humanos de la misión de Naciones Unidas en Afganistán (Manua), Danielle Bell.

Y es que 18 años después de la agresión e invasión de Estados Unidos, Afganistán sigue viviendo bajo el terror, sufriendo las inseguridades de una guerra que el Imperio no puede ganar, pero sí seguir destruyendo, además de aprovecharse del cultivo de la amapola, en el que cientos de sus soldados se ocupan de resguardar las enorme ganancia que deja el narcotráfico.

EN EL TERRENO

La invasión militar norteamericana del 2001, en la que utilizó a sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), tenía supuestamente como objetivo derrocar al grupo Talibán, “luchar” contra los terroristas y el narcotráfico, pero no ha hecho, sino agravar la situación del país centroasiático, además de emplear a integrantes del Estado Islámico en el enfrentamiento a un Talibán cada vez más organizado.

A las decenas de miles de muertos afganos, en su mayoría civiles, hay que sumar por lo menos unos 4 000 militares estadounidenses, indicó una fuente pronorteamericana, la Inspección General Especial para la Reconstrucción de Afganistán (Sigar, por su acrónimo del inglés), mientras The New York Times publicó que Estados Unidos ha usado informes engañosos para justificar y desviar la opinión pública de su presencia en el país centroasiático.

Las enormes cifras de muertes que alguna vez ocuparon los titulares, se están convirtiendo en algo habitual en Afganistán, mientras el Talibán y otros grupos militantes exhiben su fuerza frente a un ejército respaldado por Estados Unidos.

Según Dawood Azami, del Servicio Mundial de la BBC, no hay un final claro a la vista para una guerra que se ha convertido en un sangriento callejón sin salida.

Han pasado dos años desde que Trump reveló su “nueva” estrategia para Afganistán, con la que prometió que Estados Unidos "lucharía para ganar".

El gobierno de Trump ha intentado presionar a los talibanes de cuatro maneras para romper el punto muerto, hacer retroceder al grupo y obligarlos a sentarse a conversar con el gobierno afgano.

Máxima presión militar, especialmente mediante intensos bombardeos y redadas de las fuerzas especiales. Se desplegaron miles de soldados estadounidenses más, elevando el total sobre el terreno a alrededor de 14 000. Finalmente, desencadenaron una “oleada de poder aéreo”, con la que afirmaban sería el comienzo del fin para los talibanes.

Pero nada de esto resultó, los talibanes y el resto de la insurgencia se mantienen firmes y Afganistán ha seguido existiendo, así como una guerra olvidada por la gran prensa al servicio de Occidente, pero que cada vez toma mayores proporciones.

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