ENTREVISTA CON DANIEL DIEZ: Experiencia comunitaria y participativa

ENTREVISTA CON DANIEL DIEZ: Experiencia comunitaria y participativa
Fecha de publicación: 
10 Julio 2012
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Desde Córdoba

Entre las múltiples actividades del Pre MICA Centro, que reunió en Córdoba a la escena regional del mercado de industrias culturales, el área audiovisual convocó especial interés, poniendo de manifiesto los avances que, Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual mediante, se verifican en una cantidad de contenidos provistos por nuevos realizadores de todo el país. Los de la Región Centro se hicieron visibles en la forma de una cantidad de entusiastas realizadores y productores, que concurrieron a las clínicas a llevar sus trabajos en etapa de producción, o que asistieron a las mesas redondas y entrevistas públicas a compartir experiencias.

Uno de los espacios convocantes fue la «clase magistral» que dictó el cubano Daniel Diez, creador de Televisión Serrana, una de las primeras y más duraderas experiencias «comunitarias y participativas» –los dos adjetivos son importantes, según se encarga de aclarar en diálogo con Página/12– que funciona en plena Sierra Maestra desde hace veinte años, y que es a la vez un centro de formación para los campesinos de la zona.

Diez fue vicepresidente desde 2003 a 2007 del Instituto Cubano de Radio y Televisión; quienes acuden a escucharlo como una suerte de referencia mítica recuerdan además su labor como sonidista del también mítico Noticiero ICAIC Latinoamericano, donde trabajó por quince años.

Diez se ríe de la idea de «clase magistral» para la charla que vino a dar, bajo un título contundente: «Otra TV es posible. La experiencia de la televisión serrana».

Y para hablar de esa «otra TV» habla de «un sueño»: «Yo creo que la televisión sí es capaz de cambiar. Es un sueño, no una utopía: los sueños se pueden concretar, las utopías sirven para seguir avanzando», define. «Mi sueño es el de la comunicación dialógica, en la cual el receptor, y no el emisor, es el motor principal del trabajo que se realiza. Hemos demostrado que se puede poner la obra en función de seres humanos concretos, que viven necesidades concretas, no la obra folklórica de un colonizador que llega y se va, sino la que es capaz de mostrar la realidad de un lugar, porque está atenta a lo que los habitantes de ese lugar han definido que necesitan y quieren ver».

–¿Y en qué consiste ese sueño?

–Primero, en armar una red comunitaria y participativa en Cuba. Allí existen redes provinciales, municipales, además de los cuatro canales de la televisión nacional. He hablado en estos días con argentinos y observan que eso es todo un avance, y desde luego lo es. Pero estas redes manejan sobre todo el aspecto informativo. No entran a buscar cómo se refleja la cultura de cada lugar. Lo que busco es que ni La Habana, ni Santiago, sean ya más el ombligo del mundo, porque hay ombligos y hay mundos en toda la isla. La limitación, en este caso, es presupuestaria: hay empleados que cobran un salario estatal, tenemos además fondos de Unicef y la Unesco. Pero por el momento no podemos seguir expandiendo la red.

–¿Y a nivel latinoamericano?

–Ese es el segundo sueño: llevar esta experiencia a Latinoamérica toda, algo en lo que ya estamos trabajando, muy pasito a paso. Latinoamérica sigue siendo un conglomerado de gentes que no se conocen entre sí, por eso experiencias como la del Pre MICA resultan tan importantes: son modos para empezar a conocernos en nuestra riqueza y nuestra diversidad cultural. Los latinoamericanos sabemos cómo es Londres, cómo es Nueva York, tenemos referencias culturales de esos puntos; pero no sabemos cómo es Tucumán, cómo es Sierra Maestra. El tipo de trabajo alternativo y comunitario es una alternativa al olvido. Y los modos de lograrlo son muy sencillos.

–¿Podría mencionar alguno?

–La experiencia de las video-cartas, por ejemplo. Lo aplicamos con niños: niños de Sierra Maestra, por ejemplo, se la envían a otros niños de comunidades indígenas y campesinas de Guatemala, de Bolivia, o del Bronx, allí les cuentan dónde viven, cuáles son sus sueños. Y a la vuelta reciben otra video-carta en la que descubren que hay otros niños que son parecidos, pero diferentes a ellos, de otras regiones, con otros sueños. He ahí un bello ejemplo de comunicación alternativa, muy sencilla, entre comunidades que de otro modo no se hubieran conocido nunca.

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