Radioaficionados: Precursores del chateo

Radioaficionados: Precursores del chateo
Fecha de publicación: 
5 Octubre 2018
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Le pregunto a quemarropa qué importancia pueden tener los radioaficionados en estos tiempos de Internet, redes sociales, en general, de nuevas tecnologías que van cambiando el mundo, y no duda en responder desde un convencimiento que atrapa por su fuerza:

“Cuando ocurren situaciones excepcionales como los desastres, eventos climáticos extremos que implican un colapso energético de todas las redes, nosotros seguimos estando como la vía alternativa para mantener las comunicaciones.”

Como llevo rato viéndolos interactuar, insisto en la misma pregunta, porque además de la relevante misión que acaba de señalar, se percibe que para cada uno de ellos la radioafición es una parte esencial de sus vidas, mucho más que singular y útil entretenimiento.

“Eso lo llevamos en la sangre, pero, además, es el factor social de lo que hacemos, la ayuda humanitaria que prestamos en situaciones extremas, lo que nos vuelve inseparables. Y eso se vio de modo muy fehaciente cuando el huracán Irma nos golpeo y prácticamente colapsaron las comunicaciones, sobre todo en las provincias orientales. Quienes entonces garantizamos las comunicaciones de las zonas aisladas fuimos nosotros los radioaficionados”.

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Osvaldo Lázaro Díaz Ramos (CO2LD) es fundador de la Federación de Radioaficionados de Cuba.

Hasta el inicio de este diálogo permanecía modestamente sentado, como uno más, atendiendo a la clase que se imparte en la Academia de Plaza. Pero no hay que confundirse, no es un aspirante. Osvaldo Lázaro Díaz Ramos (CO2LD) es fundador de la Federación de Radioaficionados de Cuba.

Y fue uno de los radioaficionados más jóvenes que tuvo Cuba en febrero de 1964, cuando, con 13 años, se inició en ese mundo de antenas y señales, en San Antonio de los Baños, Artemisa, donde nació hace 69 años.

Pareciera que esa magia que ha hechizado a Lázaro, ingeniero en telecomunicaciones, licenciado en Ciencias Penales y Militares, y Máster en Salud y Desastres, es muy contagiosa porque, según informa a Cubasí, hoy suman más de diez mil los cubanos que en todo el país comparten esa afición.

En cada municipio hay una Academia y, la preparación que imparte por estos días la de Plaza, se repite simultáneamente en sus homólogas. Como norma, se imparten dos de estas preparaciones cada año, una en cada semestre.

Cuando ese proceso concluya en la capital, las academias de todos los Radio club de la ciudad –que como el resto tributan a la Federación de Radioaficionados de Cuba- se reúnen y hacen a los aspirantes un examen inicial. De aprobarlo, reciben una acreditación inicial que les da acceso al examen estatal al que luego los somete el Ministerio de Comunicaciones.

“No es nada festinado, está todo muy bien colegiado”, comenta Lázaro mientras Ernesto, el profesor que ya había concluido su clase, asiente una y otra vez.

Esta es la séptima academia en la que Ernesto García López, con 70 años, funge como profesor. Este Teniente Coronel Retirado de la Fuerza Aérea es de los tantos atrapados sin remedio en el encanto de radiotransmisores e indicativos que sustituyen nombres propios.

alt                                          A Ernesto siempre le acompaña su identificación como radioaficionado.

La reportera lo sorprendió cargando al hombro y bajo el sol una pizarra por las calles del Vedado y fue la curiosidad periodística por maestro tan entregado la que abrió la primera puerta para este reportaje.

Ahora, con el “profe” frente a frente, una se entera que su inclinación por este mundo se enlaza a su vocación por la electrónica que tuvo importante despegue en su graduación del ITM como técnico en equipos radioelectrónicos de aeronaves.

Tanto atrae la afición a las radiocomunicaciones que asombra ver cuántas personas de la tercera edad tomaban notas como aplicados alumnos de las explicaciones que daba Ernesto.

Entre quienes se inclinaban dedicados sobre sus cuadernos estaba Ramón Paredes Hernández. Con 64 años, este asesor jurídico de una empresa declara que “esta es una aventura que aporta conocimientos y también una forma de relacionarse y hacer amistades”. Comenta que,. Aunque todavía no puede emitir mensajes sí escucha los de otros radioaficionados y con estos aprende de temas como Astronomía, electrónica y otros muchos.

“Pero una cosa es la fundamental para mí: la solidaridad que hay entre todos los radioaficionados y la que nosotros brindamos.” Como ejemplo, cuenta sobre la compañera que por esa vía solicitó una donación de sangre de tipo poco abundante y al instante aparecieron unas diez voces en el espectro radioeléctrico preguntándole dónde hacían la donación.

Como a veces es tan grande la afición que empieza a robarle tiempo a otras tareas, pregunto a Ramón por qué dice la familia de tal “vicio” y si le da oportunidad para compartir quehaceres de la casa.

Sonríe y asegura que “siempre uno comparte y se programa trabajo y descanso. En eso no hay problema”.

Tan variopinto es el mundo de los radioaficionados cubanos que hasta buzos y sacerdotes de Ifá tiene entre sus filas. Es el caso de Eduardo Enrique Portero, quien con 75 años reúne ambas condiciones.

altEs muy variada la composición de los radioaficionados cubanos, entre quienes se incluyen también mujeres, aunque no aparezcan en la foto.

Sí tiene puntos de contacto mi condición de babalawo con la de radioaficionado porque nosotros los religiosos tenemos muchas personas de la tercera edad a las que ayudamos y en los momentos de situaciones ciclónicas, por ejemplo, nuestra presencia en una casa religiosa es importante. Yo soy quien los estimulo para que abandonen el lugar, que recojan sus santicos y no se queden ahí”.

Pero no son solo personas de edad avanzada los dedicados a estas prácticas. Enrique Coyado suma solo 39 calendarios y como trabajador por cuenta propia dedicado a reparaciones electrónicas, se apunta igual entre los aficionados que ahora cursan la academia.

Declara que sus expectativas son aprender más de ese mundo del cual conoce la parte más moderna porque estudió como técnico medio en electrónica. “Me he especializado en computación y soy de los pocos que hoy reparan las cajitas digitales. Este aprendizaje es un propósito muy bonito, porque cuando hay eventos catastróficos los radioaficionados somos a veces la tablita última de salvación”.

También como una vía para garantizar el relevo, los círculos de interés coordinados con el Ministerio de Educación igual cultivan vocaciones y revelan sorpresas.

“Le dije que esto es un bichito que cuando pica inocula este “virus” para siempre, y puede picar a cualquier edad. Hay personas que lo han descubierto a una edad avanzada porque quizás no tuvieron posibilidades de insertarse en una academia por situaciones de trabajo, y ahora, ya jubilados, lo hacen. Pero ahí están y además van a jugar un rol protagónico luego de preparados. A la vez, ahí están los hijos, los nietos, que están viendo a sus mayores, y esto es algo que se replica”.

Así aclara Osvaldo Lázaro, cuyo testimonio encabeza este texto y quien también es profesor de la Facultad de Ciencias Médicas “Manuel Fajardo” de la Habana, a la vez que anda preparando su doctorado.

SOS

Muchas y hermosas son las anécdotas que se acumulan de las ayudas prestadas gracias a la radioafición.

Además del vital apoyo que brindan, siempre de la mano de la Defensa Civil, durante condiciones meteorológicas extremas, también contribuyen con la transmisión de partes del proceso eleccionario en los casos de localidades muy distantes, principalmente montañosas.

altLa Federación de Radioaficionados de Cuba (FRC) es una asociación de carácter nacional, constituida por filiales, que a su vez agrupan a Radio Clubes y Radio Clubes Especiales.

Asimismo, han dado su aporte en casos de lugares muy intrincados donde se ha requerido asistencia médica urgente y el helicóptero ha llegado h asta allí gracias al aviso emitido por ellos.

El SOS de embarcaciones en dificultades más de una vez ha sido recogido por radioaficionados que han dado la voz de alerta.

Como mismo los choferes manejan siempre con su licencia de conducción a mano, así los radioaficionados portan siempre el carnet que los acredita como miembros de la FRC y también cuentan con una licencia para el uso del equipamiento, que por lo regular adquieren con sus ingresos personales a partir de lo que descontinúan algunos organismos.

Con la documentación a mano, se mueven con sus walkie-talkie (transmisor-receptor portátil) que a veces en medio de las más impensadas circunstancias les sorprende con un llamado, un aviso.

Lógicamente, el avance de las tecnologías ha impactado también este campo, y si décadas atrás se trataba de equipos con enormes transformadores, con bulbos de radio que consumían energía a bocanadas mientras se calentaban más y más, hoy los breves walkie-talkie con sus numeross prestaciones constituyen la mano derecha de estos aficionados.

Aquí ET

Los radioaficionados con el equipamiento y la preparación necesarios pueden recibir señales del mundo entero, sin restricciones... y también más allá del planeta Tierra.

Aunque la película cubana Sergio y Serguéi no sea testimonial, además de enaltecer el quehacer de la radioafición, se ajusta a lo que algunos consiguen: contactar con astronautas en la estación espacial internacional.

alt                                                                               Diseño de infografías: Yudi M. Amores.

Y aún más allá han alcanzado esas ondas de radio. El especialista en Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, profesor, periodista, Premio Nacional de radio 2017 y radioaficionado cubano Arnaldo de Jesús Coro Antich bien puede atestiguarlo.

Actualmente con 76 años, Coro fue el primer radioaficionado cubano en lograr un contacto radial por rebote lunar. Sucedió el 15 de octubre de 1959.

Se trata de la propagación de ondas de radio por reflexión sobre la superficie lunar. Se le conoce en el mundo como “EME”, siglas en inglés que significan “Earth-Moon-Earth”. Para lograr esta emisión, de uso limitado debido a factores tecnológicos, se requiere una antena con características bien específica y sus rotores, entre otras especificaciones.

Aunque Cubasí preguntó aquí y allí con insistencia, ninguno de los radioaficionados consultados declaró haber conseguido algún contacto con extraterrestres, aunque mucho les gustaría, según algunos refirieron.

En tanto eso no acontece, de todas formas mucho que disfrutan y ayudan con ese útil quehacer. Y lo declaran con la frente muy en alto. Ese es el caso de Enrique Eduardo Fernández, promotor cultural de ocupación, quien saliendo de sus clases en la academia apuntó que “esto es también una forma de hacer cultura.

“En este mundo hiperconectado, enlazado por redes sociales, nosotros podríamos declararnos los precursores del chateo, con la diferencia de que necesitamos menos recursos y no tenemos ninguna limitación climática.”

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