ARCHIVOS PARLANCHINES: Tello, trapecista de las palmas

ARCHIVOS PARLANCHINES: Tello, trapecista de las palmas
Fecha de publicación: 
21 Septiembre 2018
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Samuel Feijóo incansable a la hora de atapar dichos, refranes, piropos, pregones, trabalenguas y cuartetas campesinas nos habló una linda tarde sobre Pedro Hernández Téllez (Tello), el Trapecista de las Palmas, cuando un grupo de periodistas de Radio Habana Cuba lo fuimos a visitar en la sede de la recordada revista Signos empezando los años 80. Por supuesto, la historia nos atrapó desde el comienzo: Tello, nacido en 1908 en Guayos, actual provincia de Sancti-Spíritus, se propone, un día, convertirse en un auténtico volador humano, y a pesar del carácter suicida de su antojo, no sufre nunca ni un rasguño. ¡Qué bárbaro!
 

Este aguerrido trepador de nuestro árbol nacional fue en su juventud yerbero, estibador de azúcar, machetero, camionero y, antes de aprender a leer en Guayos, manejó de manera incansable la guataca en los campo tapizados de sol. Más tarde, aburrido de una rutina que lo embrutecía cada día más y siempre lo dejaba con cáscaras en el estómago, prueba suerte como  boxeador y con el alias de  Kid Tello se fue, primero, para Cienfuegos, y a continuación entró por la puerta grande en La Habana, donde se cayó a trompadas con el campeón de Cuba en ese momento, Federico Malibrán. Pelea «noventipico» de veces. Y, según evidencias confiables, casi siempre gana.
 

No obstante, su épica está por comenzar. Tras su retiro empieza a trabajar como desmochador de palma con una audacia y una temeridad que deja perplejos a los otros integrantes del gremio. «Yo voy a hacer trapecio de palma a palma», dicen que le gritó a su padre, y un santiamén se puso a imitar a los cirqueros que había conocido durante su breve estadía en el circo de Leite, una carpa de mala muerte que habitualmente se presentaba en la zona central de la Isla.
 

Aseguran los que lo vieron en acción, que Tello sube a una palma y no bajo de ella para alcanzar la otra, sino que brinca por arriba, de torre a torre, amarrado solo con un cordel. En una curiosa foto que vi años más tarde en la Biblioteca Provincial de Villa Clara se le ve volar como un rayo entre estos árboles, agarrado solo de las puntas de las pencas, a pesar de que sus presas están situadas a varios metros de distancia una de la otra.
 

En la revista Signos del 18 de enero de 1974 Tello le había contado a Samuel Feijóo:
 

«Vine a hacer una exhibición de mi arte, aquí, al parque de Sancti-Spíritus, en unas palmas que había allí, y la gente se quedó con la boca abierta. Las desmoché todas sin bajar al suelo. Es que yo soy el trapecista de las palmas en Cuba. Si pudiera meter palmas en la pista de un circo, el mundo entero se iba a azorar. Viejo como estoy, me atrevo a desmochar “treintipico” de palmas sin bajar al suelo. No creo que haya trapecista que corra más peligros y que lo haga más fácil. Soy el Campeón Desmochador. Y eso es lo que me gusta».
 

Creo que la vida arriesgada y trepidante de Pedro Hernández Téllez (Tello), fallecido en los ochenta, pone en serios aprietos a  los héroes de plastilina de esas películas que inundan hoy las pantallas de cine. ¿Alguien lo duda?

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