ZONA CRÍTICA: Sobre la importancia de leer (una vez más)

¿Se lee más o se lee menos? Es difícil contestar esa pregunta, porque no hay datos definitivos. No creemos que se lea menos (y cuando decimos leer estamos hablando de la acción misma, de leer cualquier cosa); es imposible que se lea menos porque cada vez hay más información, y cada vez hay más gente para acceder a ella. Se habla, con razón, del impacto de la visualidad en estos tiempos, aparejado, claro, a la presencia creciente de la tecnología en nuestra cotidianidad. Pero es imposible, en buena medida, asumir esa tecnología si no leemos, si no sabemos leer.

Lo que sí parece claro es que la lectura de libros, impresos o digitales, ha perdido cierta preponderancia. Si en algún momento fue considerada una de las principales fuentes de entretenimiento, de ocio, hoy parece relegada ante los productos audiovisuales, las bondades de internet, y los videojuegos con su amplísima gama de posibilidades y soportes: desde una computadora hasta una tableta o un celular.

Leer una novela, un libro de cuentos, un ensayo, un periódico… implica un esfuerzo intelectual mayor que sentarse frente a una pantalla a «consumir» lo que nos ofrecen. También vivimos una era de ritmo acelerado, mucha gente dice: «yo no tengo tiempo para dedicarle una hora a la lectura». Es significativo, porque solemos dedicar muchas más horas a ver películas, series, o al jueguito del móvil.

Ojo, la ecuación no debe ser renunciar a una actividad para propiciar la otra. Es cuestión de que redescubramos el placer mismo de la lectura, que es un placer que trae consigo un enriquecimiento cultural. Y las nuevas tecnologías no tendrían que ser obstáculos, porque pueden ser soportes de toda esa riqueza. Leer donde sea, en un libro de papel o en un libro digital, pero leer: esa es la cuestión.

Las manifestaciones culturales se complementan, pero la lectura sigue siendo, hasta el día de hoy, la base de la pirámide cultural.