ZONA CRÍTICA: Fiesta de pueblo... ¡Carnaval!

ZONA CRÍTICA: Fiesta de pueblo... ¡Carnaval!
Fecha de publicación: 
28 Julio 2018
0
Imagen principal: 

El carnaval es la fiesta por antonomasia, la celebración popular en su mayor esplendor, el espacio de distracción y gozo que cierra y abre un ciclo. Ese es el carnaval, desde tiempos inmemoriales. No es el lugar para contar la historia y ofrecer consideraciones sobre las implicaciones de esta fiesta, en Cuba y en el mundo, solo digamos que entre nosotros la tradición es larga, y que con el devenir de los años fue consolidando su carácter.

 
De acuerdo, no fue un proceso uniforme, y las principales ciudades fueron dotando a sus carnavales de características distintivas, pero la raíz es una: fiesta del pueblo, asociada puntualmente a circunstancias religiosas, sociales o políticas, pero fiesta de gran impacto popular. Ahora bien, está claro que el carnaval tiene una dimensión estética que lo consagra también como un fenómeno artístico. Y ese es uno de los elementos que lo distingue entre tantas otras festividades.

El arte no aflora, o no debería aflorar en el carnaval por imposición: es una expresión natural, es el arte del pueblo que puede llegar a alcanzar altísimo vuelo, singular brillantez. Pero para que eso suceda, tiene que existir una base organizativa sólida, que sustente y hasta cierto punto oriente, canalice esa fuerza creativa.

Y eso, lamentablemente, es lo que ha faltado en algunos carnavales, particularmente en el que debería ser uno de los más contundentes, uno de los de mayor convocatoria: el Carnaval de La Habana. No podemos vivir de nostalgias, pero siempre salen a la luz evocaciones de los años del mayor esplendor de esta fiesta en la capital. Eran otras, por supuesto, las condiciones económicas; pero también eran otros la vocación cultural, la factura, el rigor… Solamente hay que fijarse en las carrozas. Las de hoy no pueden competir ni en imaginación ni en concreción con las de antaño.

Los recursos no son aquí lo que determina, porque en esta ciudad hay empresas e instituciones que pudieran contribuir (y si asumimos el carnaval como un atractivo para el turismo, ese espectro se abre); no, la cuestión es de organización y concepto.

No se puede “resolver” el carnaval con un despliegue gastronómico, no se puede “resolver” el carnaval con cerveza y algunas orquestas… sin repensar los líneas conceptuales de ese carnaval, que son, en definitiva, su carácter mismo, constituido desde un diálogo entre la tradición y los desafíos de la contemporaneidad. Señoras y señores, un carnaval tiene que ser una fiesta cultural. De lo contrario no es carnaval, será una fiesta más. Y así, lamentablemente, lo han asumido muchos habaneros.

 
En Santiago de Cuba la tradición no se fracturó nunca, ni siquiera en los momentos de mayores penurias económicas. En La Habana se erosionó, hasta niveles dramáticos. El panorama en otras ciudades es desigual, algunas han logrado revitalizar sus fiestas; en otras, el carnaval es mera propuesta recreativa, sin demasiadas pretensiones artísticas.

Pero el Carnaval de La Habana, como el de Santiago, pudiera competir con algunos de la región, pudiera ser expresión de la fuerza de nuestra cultura popular. Y ese tiene que ser el empeño de toda una ciudad, desde el gobierno, las empresas, pasando por las instituciones de la cultura, hasta los artistas y el pueblo. Tiene que volver a ser lo que un día fue: la gran fiesta, emblema de nuestro espíritu y nuestra alegría de vivir.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.