Rusia 2018: Francia se encomendó a la testa de Umtiti y es finalista

Rusia 2018: Francia se encomendó a la testa de Umtiti y es finalista
Fecha de publicación: 
10 Julio 2018
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Y digo maldito porque Brasil quedó en el camino exhibiendo quizás su mejor versión en el partido ante los belgas, porque Holanda no clasificó, y ahora los Diablos Rojos, no supieron cómo darle vuelta al marcador adverso pese a intentarlo una y otra vez en el segundo tiempo del duelo a “muerte”, cuando los galos decidieron replegarse y multiplicarse en defensa después de acariciar la ventaja.

De hecho, los comandados por Didier Deschamps aplicaron la misma fórmula que les ha resultado efectiva durante toda su andadura: entregar el balón y asestar latigazos de contragolpe mortíferos, con las piernas portentosas y frescas de Kylian Mbappé a la carrera, y la inteligencia de Antoine Griezmann.

Llegan a su segunda final importante en línea varios de estos jugadores de la nueva hornada Bleu, luego de ceder a manos de Portugal en la Euro del 2016. Para Deschamps la oportunidad de coronarse en calidad de jugador y técnico latente, besando la frente prodigiosa de un Umtiti que como Tromba se coló y adelantó a los rizos de Fellaini tras un tiro de esquina dibujado por Griezmann al corazón del área.

Corría el minuto 51 y a partir de entonces los galos comenzarían a tejer el principio del fin belga. Unos diablos Rojos que al igual que les sucediera a la generación de Enzo Scifo y Jean-Marie Pfaff en México 1986, volvían a naufragar. Dueños del balón, con actitud de victoria, pero sin peligro real para Lloris, más allá del zapatazo que le soltó Toby Alderweireld a Lloris y que este desvió con un paradón de mil quilates.

De hecho, se diluye en mi opinión una generación de Diablos Rojos más talentosa incluso en lo individual que aquella del 86. Hablo de  Eden Hazard, Romelu Lukaku, Kevin de Bruyne, Fellaini, Mertens y el propio Thibaut Courtois. Sobre ellos, nuevamente la maldición de que ningún país ha logrado proclamarse campeón con un técnico extranjero en el banquillo.

Fue una batalla de poder a poder, eso sí. Roberto Martínez le añadió cerco al medio campo con Moussa Dembelé por Meunier, en dupla de recuperación con Witsel y gardeando con la rienda corta a Mbappé y sus fugaces internadas.

De hecho, parecía que el planteamiento daba resultado pues los belgas se hicieron de la Telstar, apoyados en cuatro hombres de fondo, y la movilidad de Hazard y De Bruyne en ataque con lukaku como tren goleador. De hecho, por el carril izquierdo, el de Hazard (superior a Pavard), se produjeron las ocasiones más alarmantes de peligro para el arco de Lloris.

Semejaba el choque un dominio belga que quedó en control y simulación. De a poco se fueron congelando los belgas y Francia comenzó a destellar con sus contras letales. Giroud tuvo par de ocasiones claras, pero no las concretó, en buena medida por no ser un delantero centro nato.

Cayó el primer acto y hacia el complementario ambos onces mantuvieron sus respectivas fórmulas. Hasta que apareció la cabeza bendecida de Umtiti, con valor adicional de una final, luego de su irrupción irreverente entre Alderweireld y Felaini.

La anotación le dio un poco más de comodidad y ajuste a sus variantes a Francia, que con Pogba y Kanté en la contención, no concedía muchas libertades a sus adversarios. Además, Mbappé volvía a hacer de las suyas, con dosis de talento, sprintadas y pases de tacos incluidos.

De poco sirvió la entrada de Mertens y Batshuayi, la búsqueda con uñas y dientes del tanto de la igualdad y la resurrección. La desesperación se apoderaba de los belgas y Cronos los iba consumiendo, con la urgencia de frenar con faltas algunas ocasiones de contraataque por parte de los galos. San Petersburgo cedía ante la ola azul que colmaba una parte del graderío y La Marsellesa fue el cántico de victoria.

Así, al igual que sucediera cuando se enfrentaron ambos elencos en 1986, con Francia airosa 4-3 entonces, se repetía el desenlace. Tercera victoria francesa en Mundiales en igual número de enfrentamientos particulares.

Umtiti, erigido héroe del choque, se convirtió en el octavo francés capaz de anotar en instancias semifinalistas.

Este miércoles se disputará la otra semifinal entre Inglaterra y Croacia. Mejor no decirles por qué equipo me inclino, para que usted no allane la posibilidad de un ganador. Que el terreno diga cual e definitiva se dará cita con la Galia en Moscú, que de una forma u otra, seguirá sin creer en lágrimas.

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