ESTRENO DE CINE: ¿Loca querrá decir lo mismo que perturbada?

ESTRENO DE CINE: ¿Loca querrá decir lo mismo que perturbada?
Fecha de publicación: 
5 Julio 2018
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Se presentó en el Festival de Cine de Berlín y es, ante todo, un ejemplo de las posibilidades que los teléfonos inteligentes ofrecen al cine de hoy. Solo hay que ver los innumerables aciertos técnicos y narrativos de la puesta en escena.

Nada menos de esperar de un director que ha incursionado en toda actividad creativa que ha pasado por sus manos. Desde la pintura hasta hacer televisión. Soderbergh ha anunciado muchas veces su retiro, pero personalmente creo que se refiere a su retiro de la industria tradicional del cine. Perturbada (2018) demuestra que sigue tan, o más que antes, enamorado de su arte.

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El argumento de Perturbada: Una mujer es encerrada por un supuesto error en un manicomio. Con el tiempo, se descubre que el tal error es una estrategia de la empresa de salud mental para acaparar pacientes. Dado que cada paciente paga por su estadía, el manicomio los embauca hasta quitarles todo el dinero del seguro.

La protagonista de la cinta es interpretada por una Claire Foy que se esfuerza en tener matices que recuerdan a Katherine Hepburn. Ella acude a la clínica por ayuda psicológica. Está deprimida porque sufre al acoso de un hombre hace par de años. Cuando la internan en la clínica, el hombre que la perseguía se las arregla para ser aceptado como enfermero en ella.

En determinado momento, Claire Foy se empieza a cuestionar si sus miedos le pertenecen a su cabeza exclusivamente o si son reales. «No estás más loca que el resto de todos nosotros. O sea, estás perturbada. Pero no loca», le dice un periodista encubierto en el hospital.

La cinta es un éxito. Contiene elementos del cine de suspenso, mantiene el pulso narrativo durante toda la película. Y esas conversaciones entre el acosador y su víctima son en extremo interesantes. Qué salidas del guion representan. Qué ingenio, qué perversidad más bien pensada.

Perturbada alterna flashbacks con violentos puntos de giro. No cede ante la posibilidad de andar por lugares comunes o preconcebidos. Se deshace de la ambigüedad del inicio y se vuelve cada vez más lineal… pero nunca deja de exigirse a sí misma.

Para bien o para mal, no podemos evitar que Soderbergh sea Soderbergh. No a estas alturas.

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