EN LIBRERÍAS: Reino dividido, de Amado del Pino

EN LIBRERÍAS: Reino dividido, de Amado del Pino
Fecha de publicación: 
23 Junio 2012
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La vida es una cosa y la literatura es otra, ¿o es que acaso son lo mismo, con singulares niveles de intensidad? La vida es a la literatura lo que la fruta a la semilla: la contiene, pero aquella guarda sus esencias. ¿Sostuvieron Pablo de la Torriente Brau y Miguel Hernández las conversaciones que pone en sus bocas Amado del Pino? Seguramente no (o quizás, sí, quién sabe)… Lo cierto es que el dramaturgo cubano ha armado un texto hermoso y verosímil a partir de lo que pudo haber pasado (en una dimensión íntima, rutinaria), y de lo que en definitiva pasó (a grandes rasgos, trágica historia). Así se escribe un drama histórico que no pretenda ser un documento: la gran historia ya está mal o bien contada; la pequeña hay que inventársela.

En Reino dividido, el texto teatral que está a la venta en librerías, Del Pino pone en el centro a dos hombres míticos, criaturas sensibles e inquietas: el poeta español Miguel Hernández y el periodista puertorriqueño (y cubano) Pablo de la Torriente Brau. No quiere el autor hacer aquí un relato biográfico, aunque de paso termine esbozándolo. Le interesa más pulsar los resortes que mueven a un hombre (a estos hombres) a enfrentar unas circunstancias abrumadoras. Miguel y Pablo son luchadores, gente inconforme y amante de la justicia. Pero es el contexto el que los convierte en hombres de acción. Y el contexto es también una telaraña tupida, de la que es difícil —casi imposible— librarse. Podría quedar la opción de quedarse quieto (para algunos, ni siquiera esa), o evitar caer en las redes (en el caso de Pablo), pero seguirlas sería ir contra la propia naturaleza. En una guerra (como en todo) la neutralidad no existe, es siempre aparente.

La guerra civil española y la defensa de la república ponen en el mismo bando a dos hombres que tienen mucho en común, pero que también miran el mundo con diferentes ópticas: Pablo es más diáfano, alegre, optimista… Miguel parece marcado por una maldición. Ellos son el hueso: a su alrededor se forma un cuerpo de personajes más o menos relevantes que van participando, como si de un juego o un sueño se tratara, en el entramado de peripecias. La memoria (con toda su carga de verdad y de invención) es el medio: aquí los escenarios no están definitivamente establecidos, parecen ensoñación. El autor se permite entonces «viajar» en el tiempo, sin límites espaciales. Los personajes, claro, son cuerpo de esa irrealidad.

Reino dividido tuvo hace algunos años una puesta fiel e inspirada a cargo de Argos Teatro. Pero el texto, se sabe, tiene vida propia. Amado del Pino, a partir de una investigación profunda, ha podido recrear con lirismo contenido, con sencillez sugerente, el martirologio de dos hombres. Hay mucha poesía en el texto: la que está en la vida misma, mezclada con el gris ordinario. Los artistas nos la ponen delante. Amado del Pino es un artista.

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