Ecos de la Feria del libro (+VIDEOS)

Cayó el telón de la 27 edición de la Feria del Libro de La Habana. Llevo en mis brazos, cargo más bien casi una decena de ejemplares que van desde las interioridades del sistema de contratación en las Grandes ligas estadounidenses, mirada desde la perspectiva de Frangel Reinaldo, hasta El diario perdido de Carlos Manuel de Céspedes, del historiador Eusebio Leal Spengler.

Cuido con celo uno que considero primordial: Consejos médicos a los padres, una compilación amena, sobre la base de preguntas y respuestas, que reforzará la coraza de Made y mía sobre posibles padecimientos que pueda contraer nuestro pequeño Enzo Samuel.

Los aires de la literatura y el libro se extenderán en lo adelante y hasta finales del mes de marzo por toda la greografía cubana.
 
Cruzo el túnel de entrada de La Cabaña, miro a mi alrededor y en un complejo pictograma la Feria del libro me muestra un espectro variado de intereses: lectores empedernidos; nuevas generaciones que ven ese escenario como un espacio de socialización y ocio, que apenas leen o muestran avidez por volumen alguno; distorsión con música estridente en ocasiones, hábitos y buenas maneras inculcados a nuestros benjamines… gastronomía desenfrenada, en fin.

Quizás no encuentre las palabras correctas para describir todas las sensaciones que me dejó la Feria. Puede que no haga falta. Una parte de ellas constituyen expresiones recurrentes en nuestra cotidianeidad.