CRÍTICA DE CINE: Imperium

CRÍTICA DE CINE: Imperium
Fecha de publicación: 
11 Julio 2017
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Está claro que Daniel Radcliffe está buscando salirse de su legendario Harry Potter. Y no pudo encontrar para ello un personaje más antípoda al joven mago que el agente del FBI que se infiltra entre las filas de unos neonazis de cabezas rapadas e intenta revivir el Ku Klux Klan en los Estados Unidos.

Imperium, ópera prima de Daniel Ragussis, tiene dos argumentos entrelazados. Por un lado, la historia de un muchacho inofensivo que conecta con un grupo de hombres violentos. Ese lado muestra la tensión, la constante lucha por no ser descubierto mientras intenta descifrar los proyectos de hombres que planean asesinatos en masa. Por el otro, nos hace intentar entender las razones del Otro.

Incluso de ese Otro que mata.

Entender no es aceptar. Comunicarse con el hombre violento no es aceptar la violencia. Pero hay algo de calma en la comunicación. Y una vez que entiendas a tu enemigo… deja de serlo.

Desde un inicio, en Imperium (2017) queda clara la fuerza de la comunicación. Hitler dijo una vez que las palabras creaban puentes que llegaban a lugares inesperados. Los puentes que se crean en Imperium unen puntos de vista opuestos.

La profundidad de la película está dada por cómo muestra la pluralidad de matices que tiene cada uno de los individuos que integran el grupo de neonazis: son seres humanos con razones. Aunque no sean las nuestras, aunque nos parezca horrible cómo pueden matar en nombre de una raza superior, es un mérito de la película explicarlos como hombres y mujeres que tienen, también, miedos y asperezas.

Por ejemplo: el líder del grupo neonazi tiene una vida impoluta, con esposa y dos hijos, pero está dispuesto a explotar su casa y matar a su familia con tal de demostrar un punto que explica muy racionalmente, mientras bebe y escucha a Bach. Es justo ahí, y no en la muy débil intriga de espionaje, donde la cinta tiene su punto fuerte.

Lamentablemente, hasta ahí lo notable del filme. El resto es para niños: Daniel Radcliffe se hace en el brazo un tatuaje de Hitler, tiene par de actitudes heroicas ante los neonazis y se gana ya para siempre, y nada más por eso, su confianza eterna. Como si fuera lo más normal del mundo, le explican dónde están las armas que usarán para matar a miles de personas, el material radiactivo, y todos los demás detalles.

Para colmo de las incongruencias, los neonazis están siempre muy rodeados de esvásticas, de explicaciones y de planes de hacer explotar cosas con materiales radiactivos, pero son unos ineptos en casi todo lo demás. No saben ni cómo transportar sus armas, ni cómo almacenarlas. Es que sin Daniel Radcliffe, que por suerte sí sabe todo esto, estarían totalmente perdidos.

De ahí que la trama de espionaje parezca un juego pueril y que los giros del guion resulten un poco tontos y se vean venir a leguas de distancia.

Y esto es todo cuanto Imperium es… un relato oportuno, pero algo plano, de lo contradictorio que es el mundo de hoy… donde lo mejor del filme es la interpretación de Daniel Radcliffe, que es, por cierto, la más prometedora que ha tenido este actor hasta el día de hoy.

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