Fernando Botero: «Uno tiene que protestar siempre»

A los 80 años, el pintor colombiano Fernando Botero dice que no tiene tiempo para perder. Lleva más de seis décadas dedicándole ocho horas diarias al arte y ahora, que afirma estar «en la recta final», su pasión por la pintura y la escultura ha crecido. Ya sea en su residencia en París, donde pasa la mayor parte del tiempo, o en sus casas de Nueva York, Mónaco, Bogotá y Rionegro, el artista asegura estar pintando cada día mucho más.

«Tal vez es porque amo más que nunca a la pintura y a la escultura. Además, uno está en la recta final y seguro allá arriba a uno no lo dejan pintar, así que lo mejor es que aproveche lo más que pueda. Hay que aprovechar que estamos vivos todavía, con buena salud, con energía y con la pasión por el arte para ejercerlo», asegura el artista que nació el 19 de abril de 1932.

Esa pasión que lo tiene acelerado será mostrada desde el domingo en la exposición «Botero, esculturas», que inaugura la Galería Freites en Las Mercedes. Son 20 esculturas, realizadas en bronce y mármol, pertenecientes a coleccionistas privados, y que resumen la trayectoria del maestro del volumen, quien tenía 13 años sin exponer en el país. La última vez que pisó las salas venezolanas fue en 1999, cuando inauguró -con la presencia del presidente Hugo Chávez- la exposición «Botero, dibujos» en el Museo de Arte Contemporáneo, que en aquel entonces llevaba también el nombre de Sofía Imber.

-¿Cómo se siente exponiendo en Venezuela de nuevo?

-¡Es una gran satisfacción! Cuando iba, veía como asistía gran público a mis exposiciones y, sobre todo, como se comunicaban con mi obra. Es algo apasionante, y ojalá pueda hacer próximamente una gran exposición en Caracas.

-Ha alcanzado la gloria en el arte y vive para disfrutarlo, algo que no le pasó a Van Gogh. ¿Cuáles son las claves?

-El de Van Gogh es un caso especial, porque pintó muy poco. Si hubiese vivido 30 años más, a lo mejor hubiese tenido gran éxito como lo tuvo después de morir. Los artistas que no tienen éxito son los que no tienen talento. El que tiene talento y es trabajador, tiene éxito.

-¿Pero cómo lo logró? Hay quien afirma que usted es exitoso por su talento, pero también por su terquedad y entrega.

-(Risas). Como dicen los americanos: existe una mezcla de 10% de inspiración y 90% de transpiración. ¡Son 65 años trabajando todos los días! Tengo gran éxito y lo disfruto. El éxito lo he ganado, pero por tener una cantidad de trabajo enorme... y solo algo de talento.

-Ha dicho que no pinta gordas. Y más aún, que sus obras en realidad son esbeltas...

-Lo que pasa es que la gente que no gasta mucho tiempo en mirar o en apreciar el arte, siempre ve el aspecto más evidente. Siempre hay una simplificación total del problema. Ven a mis gordos, gordos. Todo lo que pinto lo hago volumétrico: los animales, el hombre, la mujer, el paisaje, la naturaleza muerta. El volumen es la manera de expresar la sensualidad en la pintura, como se hizo durante siglos. Y yo creo en eso.

-Cuando comenzó a pintar desnudos y a escribir sobre el marxismo, lo llamaron «manzana podrida». ¿Qué queda hoy de eso?

-(Risas). ¡Es que nunca hubo una manzana podrida! Esa vez me acusaron de comunista, cuando no lo era. Era un estudiante inquieto que había tropezado con algunos textos. La verdad siempre he creído en la libertad. Mi simpatía siempre ha sido con la izquierda, pero no con la extrema izquierda. El artículo lo escribí a los 18 años en el periódico del colegio y no sabía qué era el marxismo. ¡Me expulsaron! Pero nunca he sido una manzana podrida.

-Hallar un estilo fue contundente. ¿Cómo hace para que su estilo evolucione?

-Esa es la cosa más complicada en el arte (risas). Se trata de encontrar una forma personal de ver la naturaleza y la realidad. Por ejemplo, El Greco no vio el mundo como Miguel Ángel. Cada uno tuvo su visión reconocible, distinta y revolucionaria de la realidad. Se trata de que uno llegue a este mundo con una idea distinta de lo que se está haciendo. Si uno hace lo que todo el mundo, no es un creador. Uno tiene que llegar con actitud crítica, tiene que hacer del arte una revolución permanente, y tiene que estar protestando siempre (risas). Nunca hay ninguna vanguardia que se perpetúe para siempre. Ahora está de moda el arte conceptual, y dentro de algunos años no lo va a estar. ¡Hay que estar en desacuerdo!

-Lo han llamado comercial. Un columnista escribió: «Botero es uno de los artistas más importantes porque logra mover millones de dólares». ¿Qué opina?

-Bueno, si fuera comercial, no hubiese regalado 450 obras a Colombia ni toda una sala de esculturas a Venezuela. Hace un mes le regalé a Antioquía 50 obras. Si fuera comercial, no hubiera hecho esa bobada, me hubiese dedicado a vender mis cuadros. ¡La gente no perdona que uno tenga éxito! Es ridículo. El presidente (Juan Manuel Santos) acaba de considerar mis obras de interés nacional. Qué importa lo que digan, yo sigo adelante.

-Ha afirmado que el arte es inofensivo políticamente. ¿Cuál es el papel del artista?

-En algún momento, el artista en México, Italia y Francia pensó que se podía cambiar el orden social con el arte, lo cual no sucedió. Por ejemplo, Picasso pintó el Guernica, pero Franco siguió 30 años en el poder después del cuadro. El cuadro, que es una de las obras maestras del siglo 20, no produjo ningún efecto político. El pintor lo que tiene que hacer, y es la gran fuerza del arte, es perpetuar la situación y que la gente se acuerde de una injusticia. ¡Esa es la fuerza del arte! Cuando los periódicos no hablen más, el arte está ahí para recordar. En ese sentido es inofensivo. No cambia nada, pero tiene la fuerza de hacer recordar.

-¿Qué lo entristece?

-Hoy nada me pone triste (risas). Trabajo y vivo muy complacido de poder pintar... y además tengo éxito. He tenido mis tragedias. Mi hijo murió cuando tenía cuatro años. Pero hoy no hay motivos (risas).