Día de la Tierra: Salvar el planeta, una prioridad

Día de la Tierra: Salvar el planeta, una prioridad
Fecha de publicación: 
22 Abril 2012
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Este domingo 22 de abril se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Madre Tierra. La fecha fue adoptada oficialmente en 2009 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas a propuesta de Bolivia, y sirve para hacer un llamado de alerta a los Estados e instituciones gubernamentales sobre la necesidad de cambiar el modelo de desarrollo actual.

Más de 50 organizaciones sociales anunciaron la celebración de la fecha con la siembra de árboles, marchas pacíficas y conferencias sobre medio ambiente y cambio climático. Iniciativas que ayudan a fomentar el debate sobre un problema que continúa preocupando a gran parte de la humanidad.

Grupos ecologistas afirman que la necesidad de proteger la naturaleza y con ello la vida en nuestro planeta, debería ser un acápite de orden en la agenda política de todos los gobernantes.

En los últimos 40 años se ha perdido cerca del 30 por ciento de la biodiversidad del planeta como consecuencia del cambio climático, en el mismo sentido se ha duplicado la demanda de recursos naturales. Contaminación de los mares y ríos, la desertificación, el uso de sustancias tóxicas, guerras que provocan el desplazamiento de millones de personas cada año, son parte de un caos que parece no tener fin.

El nivel de consumo de las naciones industrializadas está por encima de las posibilidades reales del planeta. Los ambientalistas destacan que de continuar con el modelo de desarrollo actual se necesitarían varios planetas para poder satisfacer las demandas de la sociedad moderna. Unido a esto, aumenta la brecha entre los países ricos y pobres, estos últimos víctimas de los constantes saqueos que hacen de sus recursos naturales.

A pesar de las constantes demandas y el debate en torno al futuro de la supervivencia del planeta, no existe un comprometimiento real,  ni la voluntad política de países como los Estados Unidos, principal emisor de gases contaminantes a la atmósfera, para buscar una solución definitiva que satisfaga las exigencias de un planeta enfermo por el afán desmedido de un puñado de naciones que se hacen de oídos sordos ante el reclamo mundial.

El fracaso de las cumbres sobre cambio climático

Después del gran fracaso que significó la cumbre sobre cambio climático en diciembre de 2009 en Copenhague, la ONU convocó un año después a los Jefes de Estados y representantes políticos a darse cita en Cancún, México, para tratar de lograr la firma de un acuerdo vinculante sobre la reducción de gases contaminantes.

En Cancún no se logró tampoco, pero al menos se pudo restablecer la ruta hacia la discusión de la renovación del protocolo de Kyoto, que vence en diciembre de este año. La XVII cita fue en Durban, Sudáfrica, en diciembre de 2011.

La agencia Greenpeace calificó a la cumbre de Durban como un fracaso total, al no poder lograr los objetivos sobre el comprometimiento de las principales superpotencias del mundo a reducir de una manera consciente los gases contaminantes.

Si bien es cierto que el Protocolo de Kyoto se logró extender a un segundo período de compromisos, Estados Unidos, Canadá, Japón y Rusia anunciaron que se quedaban fuera de esta segunda etapa. El pretexto: las economías emergentes, principalmente China, India y Brasil, debían reducir también sus emisiones.

Al final, Kyoto solo controlará el 15 por ciento de las emisiones. El resto de países se mantendrá con los acuerdos de Cancún, que, según la ONU, no alcanzan para estabilizar el calentamiento de la Tierra.

El segundo período de Kyoto, único tratado vigente que obliga a las naciones industrializadas a reducir las emisiones de gases invernaderos, se iniciará en enero del 2013 y no tiene aún fecha de término (2017 o 2020).

En las conversaciones de Durban, que duraron dos semanas de intensos debates, se logró fijar una hoja de ruta para otro instrumento jurídicamente vinculante en 2015 con metas de mitigación cuantificadas para todos los países, una exigencia que hizo la Unión Europea.

De igual forma, se logró la aprobación de un mecanismo para regir el Fondo Verde para el clima, una bolsa que contará con unos 100 000 millones de dólares anuales que estarán disponibles desde el 2020 y que deberá ser aportado por los países desarrollados para ayudar a las economías en desarrollo a financiar acciones para reducir sus emisiones y combatir las consecuencias del cambio climático.

La creación del fondo es uno de los puntos claves en las negociaciones climáticas, pues resulta imposible para algunos países con economías débiles e incluso los emergentes, establecer e implementar medidas de mitigación y adaptación adecuadas.

¿Qué pasará con este fondo? ¿Realmente se logrará el aporte de los países desarrollados? Si tenemos en cuenta el constante incumplimiento de la mayoría de las naciones ricas a aportar el 0,7 por ciento de su Producto Interno Bruto a la denominada Ayuda Oficial para el Desarrollo, creo que será una tarea difícil.

Cumbre de la Tierra Río+20

Veinte años después de celebrada la primera Cumbre de Río en 1992 y a diez de Johannesburgo, la ONU convoca a la Cumbre de la Tierra Río+20, llamada oficialmente Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable.

La reunión se celebrará en Brasil del 20 al 22 de junio y es un nuevo intento de Naciones Unidas para avanzar sobre el compromiso de los Estados y la comunidad mundial ante los grandes cambios de este siglo XXI. Se espera la asistencia de más de 130 jefes de Estado y gobierno.

El organismo internacional hace un llamado urgente a los Estados, la sociedad civil, y los ciudadanos del mundo para trabajar en conjunto y sentar las bases de un mundo de prosperidad, paz y sustentabilidad. Como ejes de la citan están, la necesidad de una economía ecológica con vistas a la sustentabilidad y la erradicación de la pobreza; así como la creación de un marco institucional para el desarrollo sustentable.

Temas que han traído duros enfrentamientos entre los países ricos y subdesarrollados durante las negociaciones del documento que será aprobado en Río. Existen muchos intereses nacionalistas y de bolsillo entre estos dos mundos, separados por un abismo que cada día se hace más grande.

Países de América Latina, y el Caribe y en particular los integrantes de la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia, demandaron la necesidad de cambiar los esquemas de producción y consumo como único camino posible de alcanzar un desarrollo sostenible y armónico con la naturaleza.

De igual forma, insistieron en la imposibilidad de combatir la contaminación motivando ganancias. Los grandes intereses económicos y financieros del capitalismo global procuran endiosar los mercados del capital con formulaciones y metodologías que solo benefician a los que poseen las tecnologías y el capital financiero, aseguraron.

Para garantizar el porvenir hay que poner freno a la codicia, la especulación, el afán de lucro, el crecimiento interminable, la producción de bienes superfluos, el colapso del clima, los bosques y los océanos, aseguraron los expertos durante las conversaciones realizadas esta semana en el seno de la ONU.

¿Río podrá lograr el comprometimiento real de los países ricos a contribuir a las demandas de millones de personas?

Si analizamos las causas del fracaso de la conferencia sobre cambio climático, las conversaciones de Doha sobre la ayuda al desarrollo, el no comprometimiento de Estados Unidos y otras naciones con el protocolo de Kyoto y el consumo desmedido de la sociedad  capitalista, será una tarea difícil avanzar en la búsqueda de soluciones que nos permitan salvar el planeta y asegurar un futuro mejor para nuestros hijos. Sin embargo, hay que seguir insistiendo y creer en la utopía de lograr un mundo mejor. Esperemos entonces que la Cumbre de Río alcance soluciones reales para salvar el planeta.

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