Honduras: Corrupción e impunidad

Honduras: Corrupción e impunidad
Fecha de publicación: 
21 Octubre 2016
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El desolador panorama que vive Honduras luego del golpe de Estado inspirado por el imperialismo para deponer a un presidente electo democráticamente y que se caracterizó por su honestidad, tiene como botón de muestra el asesinato de 111 líderes campesinos e indígenas defensores del medio ambiente e incansables acusadores de la colusión entre monopolios y autoridades para extraer cada vez más ganancias sin importar el envenenamiento de tierras fecundas.

No es nada nuevo sobre la Tierra, porque es un panorama que ha sido común en los países donde han dominado los intereses de la oligarquía nacional y los monopolios extranjeros, principalmente norteamericanos, que tienen en la propia Honduras una base de donde sale todo tipo de haces (¿no será mejor decir heces?) contrarrevolucionarios, Palmerola.

La corruptela galopante envuelve a todas las instancias y es de poco fiar cuando se anuncia que han sido detenidos algunos de los autores del asesinato de la activista de derechos humanos Berta Cáceres, en el que se asegura está implicado un ex miembro del gabinete. Este es uno de los escasos casos que surgen a la luz, como el aún más reciente crimen de José Ángel Flores, un líder campesino que se les había hecho muy incómodo a varios latifundistas.

La impunidad reinante hace buena aquella canción de que la vida no vale nada en Honduras, no importa las declaraciones y afirmaciones del gobierno de turno, que se jacta de haber dado algunas libertades, cuando estas constituyen un derecho.

Eso me hace recordar la seudorrepública en Cuba, cuando la ignorancia, la miseria, el miedo, la inseguridad, la coacción del ambiente, dictaban nuestras opiniones, hasta que el triunfo de la Revolución nos dio la oportunidad de ser sinceros y ser libres, como predicaba Martí.

En ese nivel anda el sufrido pueblo hermano, víctima de incumplimientos de promesas oficiales de mejorar la calidad de vida, lo cual ha llevado a la desesperación a miles y miles de hondureños, quienes abandonan a su país en busca de un futuro incierto.

En una declaración pública, la Pastoral de Movilidad Humana dijo que la inseguridad alimentaria, el despojo de tierras a los indígenas y afrodescendientes, la falta de oportunidad de un empleo digno, amenazas y extorsiones por el crimen organizado y pandillas son los principales factores por los que miles de hondureños abandonan su país todos los años.

Jóvenes hondureños reclutados para matar
Juventud reclutada para matar.

No obstante, señaló que todo lo anterior es consecuencia “de las dos verdaderas causas de la emigración forzada: la corrupción e impunidad en todas sus modalidades y niveles”.

La organización destacó, además, que la reunificación familiar “no es el principal motivo” por el que los hondureños abandonan su país con la idea de llegar a Estados Unidos.

“No es justo creer que la crisis humanitaria de la niñez migrante quedó allá en el 2014”, cuando se disparó la llegada de menores centroamericanos a la frontera estadounidense, enfatizó la Pastoral de Movilidad Humana.

Cierto, porque las personas migrantes no son números, ni son delincuentes, son seres humanos, y hay que recordar que, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “migrar es un derecho”.

En Honduras son millones las personas que están privadas del derecho a la alimentación, salud, educación, vivienda, propiedad, empleo digno y, el que se ha agravado mucho en los últimos siete años, el de la vida y la seguridad.

La violación de los derechos humanos de los hondureños indocumentados y sus familias, subrayamos, no es solo culpa de Estados Unidos y México, es principalmente responsabilidad de Honduras, de sus políticos corruptos.

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