Björk hipnotizó Buenos Aires

Björk hipnotizó Buenos Aires
Fecha de publicación: 
9 Abril 2012
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Björk no viene de la tierra, viene del hielo, porque es islandesa, una región del Universo donde todo es hielo, por eso venir de Islandia es casi como venir de Plutón. Es, a los básicos y primitivos ojos de los terrestres, una artista «innovadora» y «excéntrica» desde que sorprendió al mundo en 1993 con su álbum Debut, que alcanzó el disco de platino en los Estados Unidos.

Björk aterrizó ahora en Buenos Aires en el marco del Personal Pop Festival para presentarse en cinco ocasiones: cuatro de estas en el Centro Municipal de Exposiciones (los días 6, 9, 12 y 15 de abril, al lado de la facultad de Derecho) y la quinta, el 21, en las salvajes instalaciones de Geba, donde amenazan realizará un show «normal».

Porque lo que está haciendo en el Centro Municipal no es «normal», es una experiencia llamada «Biophilia Residency», un proyecto parcialmente realizado en un iPad, estructurado como un especie de ópera instrumental etérea, donde cada pista describe un tipo de fenómeno natural y cósmico. El título es una representación general del «sentido de conexión con la naturaleza y con otras formas de vida de carácter innato y producto evolutivo de la selección natural». En su faceta terrenal incluye un álbum de música tradicional, aplicaciones para dispositivos móviles, y un website interactivo.

Ambientado como si fuera el Planetario porteño por dentro, el pequeño escenario está ubicado en el medio del público, que nunca está más lejos de los 20 metros del personaje (como debe ser siempre, aunque a los artistas no les guste y quieran ser millonarios todo el tiempo).

Del techo cuelgan unas ocho pantallas a través de las cuales se emiten imágenes espaciales, microbiales o intraterrenales.

Solo dos músicos están presentes. Uno está detrás de una batería que mezcla elementos clásicos con electrónicos y al otro apenas se le divisa entre modernas computadoras.

Las luces se apagan y entre penumbras se adivinan los cuerpos de muchas mujeres que invaden la escena. Son las integrantes del coro Graduale Nobili, diecisiete deslumbrantes ninfas del mismo planeta, que nunca se apartarán de al lado de la artista, quien llega detrás.

Mientras cantan y bailan, hacen a la vez de extraña escenografía y de acompañantes terapéuticas para este diminuto ser que ha decidido hacer contacto del Tercer Tipo con los delirantes que le gritan su devoción en cada intervalo. Esto, además de moverse y corear temas imposibles en estado de éxtasis.

La voz de Björk es celestial y contundente. Tiene una gigantesca peluca de colores y un «enterito» azul metalizado con altos tacos.
Hipnotiza durante todo el concierto, con su música y su presencia.

Al finalizar, una hora y media después, nadie está indemne, y todos satisfechos de haber sido testigos de un fenómeno único.

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