Una cumbre difícil

Una cumbre difícil
Fecha de publicación: 
1 Abril 2012
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Al presidente estadounidense, Barack Obama, le espera una cita difícil el próximo abril, cuando la ciudad colombiana de Cartagena acoja a la Cumbre de las Américas.

 

La espina en el dedo norteamericano será Cuba, ese pequeño archipiélago convertido desde hace algunos años en una condicionante para la mejoría de las complejas relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica.

 

El mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, aún no decide su asistencia a la Cumbre, pero de hacerlo, seguro convertirá la ausencia de Cuba en el primer punto de su intervención; en total sintonía, su par boliviano, Evo Morales, confirmó a través de su canciller su participación para “pedir cuentas” a Washington sobre la exclusión del país caribeño y exigir el fin del bloqueo.

 

Por su parte, en una rueda de prensa conjunta en Sao Paulo, los cancilleres de Brasil y Argentina afirmaron que esta debería ser la última cumbre sin La Habana; sin embargo, las declaraciones más ilustrativas sobre la prioridad del tema fueron las de la canciller de Colombia, país anfitrión, cuando dijo: "O se habla de Cuba y se mira cómo puede ser el ingreso y qué medidas debe tomar Cuba para ingresar y qué actitud vayan a tomar Estados Unidos, o creo que nadie más va a volver a una Cumbre de las Américas".

 

Mientras se espera el desarrollo de la reunión, ya se pueden analizar algunos aspectos desprendidos del sentir regional. Primero, la política de Estados Unidos contra Cuba se volvió al cabo de cincuenta años un bumerán diplomático; pretendía aislar a la pequeña nación de su contexto regional e irónicamente resultó ser Washington la víctima.

 

¡Claro! La tendencia se revirtió a golpe de ejemplo­­; mientras la Casa Blanca muestra el garrote, Cuba envía miles de médicos a los países vecino; mientras Estados Unidos impone sus intereses a costa de los intereses latinoamericanos, Cuba predicó la solidaridad y la unidad como columnas vertebrales de las relaciones regionales.

 

Sencillamente, la mejor semilla germinó en coyunturas políticas que Washington no supo interpretar.

 

En segundo lugar, el tema Cuba demuestra la crisis de la hegemonía norteamericana en la región. América Latina es capaz de imponerle un tema a Estados Unidos por muy incómodo que este le pueda ser a la poderosa potencia ¿Era esto imaginable en los años noventa? Obviamente no.

 

Otro detalle importante; la exclusión de Cuba no es para América Latina un problema económico o un asunto de seguridad nacional, es un problema en esencia moral, lo cual demuestra como los principios han ido adquiriendo peso en la política exterior de los países latinoamericanos. Además… se defiende a Cuba por lo que representa.

 

Probablemente la petición de los países latinoamericanos caigan en el vació, a Estados Unidos poco le interesan los reclamos de esta región, sin embargo, Barack Obama podrá tener una idea más clara de cuanto ha cambiado políticamente la región y cómo ha encontrado más puntos de contacto que de divergencias.

 

RHC

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