Una (loca) noche shakesperiana (+ FOTOS)

Una (loca) noche shakesperiana (+ FOTOS)
Fecha de publicación: 
2 Abril 2012
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El Público hace teatro a lo grande. Es habitual que sus puestas pasen de las cien funciones, casi siempre a sala llena. La compañía que dirige Carlos Díaz tiene la suerte de tener teatro propio, el antiguo cine Trianón, recientemente renovado, que acoge las presentaciones de la agrupación desde hace unos cuantos años.

Desde el principio del verano se está presentando allí Noche de reyes (o La duodécima noche), de William Shakespeare. Y a juzgar por la entusiasta acogida del público, habrá funciones por un buen tiempo más. De hecho, Carlos Díaz ha tenido que sumar nuevos actores al ya numeroso elenco inicial.

En un panorama teatral donde las puestas duran apenas dos o tres semanas en cartel, El Público apuesta por las temporadas largas, que no solo permiten que los espectáculos crezcan, se consoliden, sino que también crea singulares relaciones entre los espectadores y el público.

Entre los centenares de personas que llenan el Trianón los fines de semanas, hay muchos que han visto la obra dos, tres, cuatro veces... Incluso, con toda seguridad habrá quién la habrá visto todas las semanas.

Noche de reyes tiene todo para ser popular: una puesta brillante, pirotécnica, con generoso despliegue de vestuario, con decenas de actores sobre el escenario… Un espectáculo francamente picante, pletórico de desdramatizaciones, corrosivo por momentos, hilarante e instigador, cargado de alusiones a la contemporaneidad, con una considerable carga erótica…

La pregunta es: ¿dónde quedó Shakespeare? Una respuesta podría ser: ¿dónde debería quedar?

Los desconocedores de la obra de Carlos Díaz pudieran quedar atónitos ante las “licencias” que se toma el director con el texto original. Se permite transgredir sin muchos remilgos el sentido de las peripecias, la construcción de los personajes. La Noche de reyes de El Público es casi una bacanal.

Pero lo es con toda intención. Carlos Díaz parece decirnos que el teatro puede lindar perfectamente con el absurdo, y al mismo tiempo, mantener cierta lógica. No es que el espectáculo le dé la espalda al texto original, es que lo utiliza de pretexto para hacer nuevos y mordaces planteamientos.

Si Shakespeare en su día habló en la obra sobre la influencia en el comportamiento humano del género y la condición social, sobre la base de una comedia de enredos, con identidades cambiadas, máscaras y disfraces… Carlos Díaz asume ese punto de vista, pero amplía considerablemente el espectro al hablar sin pelos en la lengua de temas más “espinosos”, como la “descarada” manifestación de una orientación sexual…

Norge Espinosa ha marcado en su versión las semejanzas entre la isla de Illiria, imaginada por Shakespeare, y esta isla bien real, pero también soñada. No importa que el chillón sobredimensionamiento haga su agosto: eso también es el teatro.

Los puristas muy probablemente no gustarán de la puesta, pero la puesta a todas luces no está concebida para los puristas. Carlos Díaz ni siquiera se preocupa demasiado por la diafanidad de la historia, le interesan más las digresiones.

La gran conga que cierra el espectáculo es su verdadero clímax. Los actores están (aparentemente) desprovistos del afeite, bailan vertiginosamente, invitan al público a subir al escenario… Como para demostrar que hay un punto en que realidad y ficción se confunden.

Comentarios

Hermosas fotos. Yuris Nórido es uno de los mejores periodistas culturales de Cuba... Y ahora también es uno de los mejores fotógrafos... El espectáculo a mí no me gusta demasiado.
Una pregunta: ¿esa puesta en escena, Noche de Reyes, ya no la van a poner más?

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