Cuestión de precios: Pagar menos y llevar más (FOTOS)

Cuestión de precios: Pagar menos y llevar más (FOTOS)
Fecha de publicación: 
9 Mayo 2016
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Imagen principal: 

Fotos: Annaly Sánchez/CubaSí

Vive lejos del Vedado, pero prefiere hacerlo por lo menos dos o tres veces a la semana, porque en el agromercado de 17 y K, —dicho sea— uno de los más concurridos de La Habana, Mario López Valcarcel afirma que en la actualidad “es donde mejor se compra”.

 
Son casi las doce del día y allí se “respira” un ajetreo tremendo. A simple vista hay de todo, desde mameyes y melones, hasta plátanos vianda, boniatos y ajies de varios tipos. Mario cree que “hay buen surtido”, y comenta con cierta satisfacción que “semanas atrás llevaba menos y pagaba más”.

Lo interrogo sobre las medidas adoptadas recientemente para ordenar la comercialización de los productos agrícolas, y al respecto señaló: “Lo adoptado por el gobierno ha sido maravilloso. No obstante, al jubilado no le alcanza nunca lo que percibe. Entre yo y mi esposa ganamos alrededor de 300 pesos y tenemos que dar dos millones de brincos para que nos alcance”.

Al margen de una buena medida

Sin lugar a duda, muchas expectativas ha causado en los últimos días el anuncio oficial de la puesta en práctica de un conjunto de acciones para incrementar el acopio de productos agropecuarios de alta demanda y su comercialización a la población a precios máximos establecidos.

Según la nota oficial, publicada en el periódico Granma el martes 3 de mayo, “ello constituye una protección al consumidor y a los productores agropecuarios, pues asegura estabilidad en los niveles de precios”.

A todas luces la medida ha sido muy bien acogida, pues “alivia” el bolsillo —sobre todo— de quienes viven de un salario. No obstante, algunas personas entrevistadas por CubaSí aseguraron que prefieren, por diversas razones, continuar pagando precios elevados en los llamados mercados agropecuarios de oferta y demanda.

Por ejemplo, en el agro de 19 y B —uno de los de este tipo, considerado también de los más caros de la capital— Enriqueta Alonso explicó: “aquí encuentro cosas que no hay en otros lugares, ahora mismo, ¡mire, compré brócoli!, muy bueno para la salud, y en otras ocasiones he adquirido plátanos, tomates, todo de muy buena calidad.

 

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“En los del Estado surten un día y luego a los pocos días ya no hay lo que se necesita.  En cambio en este siempre hay de todo, y lo que te llevas, además, está bien pesado”.

Explicó que está muy contenta con la rebaja de precios, sin embargo consideró que la medida no es suficiente, “pues muchas otras cosas siguen caras, como ocurre con los cárnicos”.

Ricardo Nerys coincide con Enriqueta.  Es cliente habitual del agro ubicado en la calle 17 entre F y G, en el Vedado, (también de los considerados de oferta y demanda) y apuntó que lleva muchos años comprando allí. “No me importa que los productos sean más caros, pero me tratan muy bien y es muy buena la calidad de los productos”, subrayó.

Ganancia habría siempre…

En el mercado de 19 y B, al frente de una tarima bien ordenada y con muy buen trato, Bárbaro Medina oferta tomates de ensalada, cebollas y ajies. “Los precios están por las nubes”, dijo alguien al paso, y el comerciante, con más de 20 años en ese lugar, lo admitió, a pesar de que también está consciente de que en otros sitios de La Habana, como en 19 y 42, municipio de Playa, la situación es similar.

“Aquí acuden otras personas y afirman que en sus barrios los productos también están caros.

“¡Mire, hace unos días —dijo mientras sostenía en sus manos una col de color morado—  llegó un hombre y cuando preguntó cuánto costaba, se insultó, porque en otro sitio la había acabado de comprar mucho más cara. Nosotros adquirimos los productos en El Trigal (en las afueras de La Habana) y, entre otras cosas, tenemos que pagar transportación”.    

Sobre la medida recién puesta en práctica, afirmó que es “muy buena para el pueblo y para nosotros, porque si bien es cierto que vendemos algunos productos también compramos otros y en ese sentido nos beneficiamos. Esperemos que lo adoptado llegue también a los agros de oferta y demanda, como quiera vamos a seguir teniendo ganancias, porque compraríamos los productos a un mejor precio”. 

 

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17 y K: punto y aparte

Ávidas de conocer opiniones de ambas partes, es decir de compradores y de vendedores, estas reporteras trataron infructuosamente de entrevistar a algunos comerciantes en el agro de 17 y K.

 

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Aludiendo que debíamos tener un permiso “de más arriba” —vale mencionar que también se nos exigió lo mismo en el de 17 entre F y G—  resultó imposible saber a ciencia cierta el criterio no solo de las autoridades de este agro, sino de algunos de sus trabajadores.

No obstante, algunas personas interesadas en el tema y en brindar sus consideraciones (como lo fue el testimonio de Mario, al inicio mencionado) hicieron caso omiso a la “prohibición” y expresaron abiertamente la satisfacción por la medida adoptada por el Estado cubano que favorece a la gran mayoría de la población, y de manera particular a los cuentapropistas, sobre todo a los titulares de cafeterías, como Felipe Suárez, quien “está feliz porque ahora todo le cuesta menos y en su establecimiento, a pocos pasos de 17 y K, hay panes y batidos de diversos precios”.

Sin embargo, aún cuando durante el recorrido por la ciudad no encontramos las llamadas carretillas, en la esquina de este agro sí estaba situada la del “Tronco”, un hombre negro y rudo, sencillo y amable, que no tuvo reparos para responder nuestras inquietudes.

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“Así me llaman, no sé, mi nombre es Juan Arístides, y soy buena persona. ¿Qué vendo?, pues ajies, malangas, platanitos”.

¿Y te resulta cómodo estar situado aquí, cuando a unos pasos la gente tiene buenas ofertas? —le digo para motivarlo.

“Llego alrededor de las ocho de la mañana y me voy a las seis de la tarde. Muchas veces se me acaba la mercancía, como hoy por ejemplo, entonces voy hasta la calle Egido (en la Habana Vieja), donde los productos tienen buena calidad, y allí cargo de nuevo. Hago un trabajo honrado que me satisface, y en cuanto a los precios… si el Estado los baja resulta mejor para todos. En este trabajo es muy difícil no tener ganancias”.

 

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