Avileños refrendan el cetro y afianzan su dinastía en béisbol cubano

Avileños refrendan el cetro y afianzan su dinastía en béisbol cubano
Fecha de publicación: 
18 Abril 2016
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Los avileños se coronaron tras vapulear en semifinales a los leones de Industriales, en solo cuatro partidos, y ahora, en la serie por el trono, a los pinareños.

Por ende, esta conquista de los tigres tiene un notable valor agregado pues Industriales, con 12 cetros, y Pinar del Río, con 10, son los equipos más laureados de la historia del béisbol cubano.

Ganar títulos siempre es bueno, demuestra que vamos por el camino correcto, que hacemos las cosas bien. Seguiremos en esa línea para seguirle dando éxitos al pueblo avileño, que tanto se lo merece, destacó el manager de los tigres, Roger Machado.

Hace seis años, Ciego de Ávila era apenas un equipo competitivo, de esos que continuamente subía su nivel pero cuando llegaba la hora de la verdad "jugaba mejor que nunca y perdía igual que siempre", como diría un insigne comentarista.

Pero la historia cambió. Los ciclos comenzaron a variar en Cuba por diversas razones y varias provincias comenzaron a ganar protagonismo, en detrimento de los históricos cuatro Grandes del béisbol nacional, léase Industriales, Pinar del Río, Santiago de Cuba y Villa Clara.

El equipo de los tigres de Ciego de Ávila fue uno de esos equipos emergentes en la era postmoderna de la pelota cubana, sobre todo desde 2008, con la llegada de Machado al banquillo, un hombre todo rigor, capaz de aprender y crecer desde sus propios errores hasta convertirse en un manager estelar.

Machado, el mentor más exitoso del país en la actualidad, llevó a los tigres al trono de Cuba en tres ocasiones, tras coronarse en 2012, 2015 y ahora en 2016, además de lograr un subtítulo en 2011 y un tercer lugar en 2009.

Con esos tres títulos, Machado subió al cuarto puesto del ranking histórico de los managers más ganadores de las series nacionales, empatado con Rey Vicente Anglada, Antonio Pacheco, Pedro Jova y Alfonso Urquiola, y solo por detrás de Jorge Fuentes (5), Ramón Carneado (4) e Higinio Vélez (4).

La dinastía de los avileños está sustentada en el trabajo de equipo como pieza básica, pero también en la solvencia de sus lanzadores -mucho más ahora con el crecimiento del poderoso cerrador Yenier Cano- y en una alineación ofensiva compacta, compuesta por una imbricación casi perfecta de veteranos, prospectos y varios refuerzos de otras provincias.

El mero hecho de ganar dos títulos consecutivos sitúa a los tigres en una posición de privilegio, pues solo los cuatro Grandes de la pelota nacional, además de los famosos Henequeneros de Matanzas, habían consumado tal proeza en la historia del béisbol cubano.

Pinar lucha en vano

Tras clasificar in extremis a la serie por la corona, Pinar del Río hizo hasta lo imposible por llevarse el título, pero finalmente claudicó en la gran final ante Ciego de Ávila.

Todo comenzó por una mala gestión: Luego de superar a Matanzas en siete juegos en la semifinales, la dirección pinareña decidió trasladarse hacia su provincia para celebrar la clasificación por todo lo alto, mientras los avileños entrenaban, estudiaban a sus rivales y se afilaban los dientes.

Ese desgaste en celebraciones superfluas y el tortuoso viaje por carretera desde Pinar hasta Ciego de Ávila (más de 600 kilómetros) dejaron a los vegueros a merced de su poderoso adversario, que salía con el cartel de favorito para revalidar el título de la Serie Nacional.

La baja en el rendimiento de los vegueros se notó desde el primer partido en la comarca avileña. Pinar naufragó 9-4 ante un rival superior y luego, en el segundo duelo, volvió a caer, aunque más apretado, 2-1 en 13 entradas.

Lo más curioso fue que los vegueros fueron incapacez de marcar carreras limpias en esos dos desafíos (las cinco anotaciones fueron sucias, debido a errores de los adversarios).

Para el tercer partido, ya en suelo pinareño, el manager de los vegueros Jorge Gallardo envió al ruedo a su principal lanzador, el derecho de 35 años Yosvani Torres, en pos de conquistar la primera victoria en la gran final.

Sin embargo, Torres se presentó flojo y explotó rápido, dejando al equipo con un déficit de cuatro carreras en el marcador. Finalmente, Ciego ganó ese partido por 6-5.

Con tres partidos de diferencia la gran final estaba vista para sentencia. Ningún equipo había remontado jamás una desventaja así. La coronación de los tigres era cuestión de tiempo.

Sin embargo, Pinar del Río resurgió de sus cenizas y ganó los juegos cuatro (6-3), cinco (8-7) y seis (7-3) para empatar sensacionalmente la finalísima y dejar espacio a una presunta remontada, la cual, de haberse concretado, hubiera sido la más espectacular de la historia de la pelota cubana.

Pero todo fue en vano. Pinar cayó estrepitosamente por 0-8 en el séptimo y último partido de la gran final y vio como Ciego de Ávila levantaba el trofeo de campeón por segundo año al hilo.

Hicimos todo lo que pudimos por llevarnos el campeonato, pero no pudimos. De todos modos estoy orgulloso de mis compañeros, nunca se dieron por vencidos, expresó Donal Duarte, capitán de los Vegueros.

Con esa derrota, Pinar del Río debió conformarse con su noveno subtítulo en la historia de los torneos domésticos (ostentan 10 cetros).

De esta manera finalizó la edición 55 de la Serie Nacional de Cuba, la cual cambiará su estructura para la próxima temporada, prevista para comenzar a finales de agosto.

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