Vassily Ivanchuk, el ajedrez y Cuba

Vassily Ivanchuk, el ajedrez y Cuba
Fecha de publicación: 
17 Marzo 2012
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El regreso a Cuba del ajedrecista ucraniano Vassily Ivanchuk reanimará la hermosa relación de amor con la afición local, que animadamente y sin recatos matizan cada una de sus estancias en la Isla.

Monarca indiscutible de las ediciones del 2005 al 2009, y las de los años 2010 y 2011, Ivanchuk jugará nuevamente en el grupo Elite, el más fuerte del Torneo Internacional José Raúl Capablanca In Memóriam, previsto del 3 al 15 de mayo en esta capital.

Su presencia en el clásico más antiguo del juego ciencia en el continente, sin dudas, elevará las expectativas de la fiel y leal hinchada de la Isla, que como una novia en el andén espera por el invaluable Gran Maestro europeo.

Por lo general, su paso por la mayor de las Antillas deja una estela de nostalgia que entre una versión y otra del Capablanca cobra mayores alturas.

De manera natural y sencilla, el jugador ucraniano se codea como uno más entre los presentes y ante los reclamos de firmas de autógrafos, una foto o ante una pregunta, encuentra el tiempo necesario para detenerse unos minutos, no importa su partida del otro día ni el rival.

Su visita a Tarará para interesarse por los niños que recibían atención médica por el desastre de Chernobil dejó una honda impresión en todos los que tuvimos la oportunidad de acompañarle.

Parecía que sus años infantiles regresaban con potencia. Estaba feliz. Era innegable.

Recuerdo la tarde invernal de noviembre del 2006, que tras su última partida y en un momento de íntima reflexión, se fue a pasear por el Malecón habanero bajo los embates del mar por el frente frío anunciado.

Fue el año en que ganó, de manera consecutiva, la segunda corona del Capablanca. Daba paseítos cortos de ida y venida en la conocida avenida capitalina.

Empadado en agua, con el rostro contraído por el mal tiempo, pero con una mirada de admiración ante el espectáculo de la naturaleza, Ivanchuk recibió a un grupo de periodistas que había perdido su rastro por unos momentos tras una fuga fantástica.

Bajo las olas que rompían en el muro, la intensa y fina lluvia y el frío de esa noche agradeció, en el más perfecto español, la acogida dispensada por el pueblo cubano, tuvo palabras de elogios para el Gran Maestro Lenier Domínguez, segunda plaza, y que le había vencido ese año en el torneo español Casino de Barcelona.

Sin protocolo, en el más irreverente de los momentos, el Gran Maestro ucraniano dejó en todos una muestra de su simplicidad y sinceridad, que a través de los años lo han acercado más a sus admiradores en Cuba.

UNA ENTREVISTA Y UN SORBO DE CAFÉ

Jugador de amplia imaginación y dueño de dotes innegables Ivanchuk posee todo lo que hay que tener para ser monarca mundial.

Conocedores aseguran que no lo ha sido por un problema de sus nervios que le traicionan en las ocasiones más inapropiadas. Son sus fantasmas, coinciden en destacar los especialistas.

Su nombre es referencia obligada cuando se habla del juego ciencia contemporáneo, un aspecto de su vida del que no habla.

En una oportunidad le pedí una entrevista. Fue en el año 2008 un día después de haber ganado esa edición del Capablanca y se negó a contestar mi pregunta sobre lo que ya representaba para la historia del ajedrez universal.

Que lo escriban y lo digan otros, yo no, exclamó.

Nos citamos temprano en la mañana en el hotel Tritón de la capital cubana, hospedaje de los ajedrecistas que intervinieron en esa justa.

Cumplidos los estrechones de mano y los buenos días nos dirigimos a la cafetería del lobby-bar y pedimos dos tazas de café.

¿Le gusta el café maestro? le pregunté.

Sí, me encanta tomarlo, me dijo. Me estimula mucho, pero solo lo hago en las mañanas, argumentó.

Pues entonces disfrútelo, le referí.

Aquí, lo hacen muy rico, muy rico, contestó a la vez que se regocijaba con la aromática infusión.

Y mientras lo sorbía poco a poco, saboreándolo con lentitud, como si no quisiera que se le terminara nunca, abrió sus intensos ojos azules para exclamar "Este sí en un café bien hecho, da gusto tomarlo".

Entonces comprendí que a este hombre inmenso, dueño de la plaza número 10 del planeta, acostumbrado a jugar en lujosos lugares de algunas megaciudades, le interesan además las cosas sencillas de la vida.

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