Joven y Artista: Eduardo Sandoval, trombón de la música cubana

Recién acaba de lanzar su primer álbum “Caminos abiertos” (EGREM 2015) con su proyecto Habana Jazz, pero se le conoce por tocar con agrupaciones cubanas de diversos formatos y estilos como sinfónicas o el dúo Buena Fe. Actualmente es el trombonista de la orquesta de música popular bailable El Niño y La Verdad.

La música le viene de pequeño a Eduardo; su papá es cantante y ha sido siempre su primer crítico. Tanto él como su madre lo impulsaron a estudiar música.

Según cuenta el joven instrumentista, se enamoró del trombón porque le parece un instrumento que, si bien a muchos les resulta grotesco, él cree que con buen dominio puede imitar la voz humana, y como una voz puede llegar fácilmente al público.

Eduardo comenta que este disco se lo debe a la Asociación Hermanos Saíz porque fueron ellos los primeros en confiar y financiar su obra. Apostaron por él como joven artista y con este volumen Eduardo se siente aun más reconocido, ya que “Caminos Abiertos” resume su obra individual, si bien el trombonista navega por aguas que van a su favor cuando trabaja con otras orquestas.

“He tenido la suerte de grabar muchos discos con otros grupos y eso me ha nutrido para hacer mi propio proyecto. Llegué a El Niño y La Verdad porque un amigo necesitaba que le cubriera por un tiempo y terminé quedándome. Me siento muy cómodo en esta banda porque la música está buena y el ambiente en el grupo me gusta. No me puedo quejar”.

Eduardo trabaja con Buena Fe bastante seguido, con Raúl paz y además se presenta con su proyecto en los clubes habaneros de jazz. “Me llaman a menudo para grabar y me gusta toda esa fusión que se crea con tanta música diferente”, afirma.

“Para mí no existe música mala. En cada escenario uno debe tocar lo mejor posible, sea cual sea el género porque uno debe respetar el trabajo de quien nos invita”, asegura el trombonista.

No quieres que te encasillen, pero tu grupo parece de jazz. ¿Te consideras un jazzista?

Me considero un músico. Defiendo mi proyecto Habana Jazz porque no quiero pasar inadvertido por la vida musical. Los instrumentistas cubanos salimos de la escuela muy bien preparados, pero casi siempre destinados a ser acompañantes y yo quiero más que eso, quiero expresar lo que pienso. El jazz me da la oportunidad de defender mis inquietudes.

Sin embargo este año me gustaría hacer un concierto de música clásica, si los compromisos de trabajo me lo permiten. En realidad deseo experimentar, hacer cosas que no hayan sido hechas.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo un concierto para trombón y piano con la sinfónica del Mozarteum de José Antonio Méndez, quien para  mí es un directorazo.

Estoy abierto a aprender siempre. En mi grupo trabajo con muy buenos músicos, yo expongo mi obra y cada uno me da su opinión, de eso me nutro.

En Cuba hay un movimiento fuerte de jóvenes jazzistas que se ha hecho visible entre otros motivos por la colección que ha realizado Producciones Colibrí. ¿Te sientes parte de este movimiento?

Claro, muchos de esos jazzistas hemos estudiado juntos. Creo que lo que están haciendo las nuevas generaciones hoy es resultado del legado de grandes como Chucho Valdés, por ejemplo, y otros jazzistas consagrados. En mi caso me considero continuador de Juan Pablo Torres, trato de hacer algo parecido a lo que él en su tiempo, pero con acordes más de esta época. Él fue uno de los mejores trombonistas que ha dado este país. Fue un músico excepcional. Nunca nos conocimos.

¿Cómo podría definirse este álbum “Caminos Abiertos”?

Es un disco de jazz que incluye muchos géneros de la música cubana, hay guaguancó, rumba afro, latin, bolero, canción…

El tema “Vieja luna” de este fonograma cuenta con la voz de Beatriz Márquez. ¿Cómo lo conseguiste?

Yo había tenido la suerte de grabar un disco de Beatriz. Es una cantante excepcional. Su participación en mi álbum fue la que más me impresionó porque ella llegó y grabó la canción en una sola toma. Lo que quedó fue eso que grabó, no hubo que hacerle nada. Esta afinada de principio a fin.