Miami: Su decadente Ileana Ros-Lehtinen

Miami: Su decadente Ileana Ros-Lehtinen
Fecha de publicación: 
21 Febrero 2016
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Comienza escribiendo que representa una bofetada en la cara «para todos los que hemos huido de la opresión de Castro».

Debió aclarar que cuando sus padres la sacaron de la isla, meses después del triunfo de la Revolución cubana, solo tenía ocho años de edad.

Sin embargo, ella prefiere incluirse entre quienes «huyeron» de la opresión de los Castro.

Afirma sentirse consternada por la noticia sobre la inminente visita del presidente Obama a La Habana.

Durante más de 50 años, agregó, los cubanos han salido huyendo de esa situación hacia Estados Unidos.

Pero quienes los han protegido durante ese tiempo, decidieron ahora «abrazar a sus opresores».

Es absolutamente vergonzoso, escribió la congresista, que Obama gratifique a los Castro con la primera visita a Cuba de un presidente en funciones de Estados Unidos.

Según la legisladora republicana, no hay avances respecto al tema de los derechos humanos en el «Gulag» de la isla de los hermanos Castro.

Nunca, subrayó, allí ha mejorado este panorama desde que nuestro gobierno empezó a ofrecerles concesión tras concesión.

¿Acaso finalizaron el bloqueo económico y cerraron la prisión montada en su ilegal base naval de Guantánamo?

Baste esos dos ejemplos, entre otros, para saber por qué resulta un sarcasmo hablar de reciprocidad durante el actual proceso de acercamiento bilateral.

Lo primero, Cuba nunca ha representado —ni será— un peligro para Estados Unidos, y segundo, el tema «propiedades» aún existe porque Washington ha evadido distintas sugerencias de La Habana fundadas en el Derecho Internacional.

Solo algunas razones, dice el artículo de Ileana, del por qué viajar a Cuba es un error de Obama.

No es posible olvidar que en el año 2008, cuando este último aspiró a la presidencia, Ileana, los Díaz-Balart y otras hierbas por el estilo, hicieron todo lo posible para evitarlo.

Tampoco que ella fue la máxima inspiradora en Miami de ruidosos homenajes a los terroristas de origen cubano Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila.

Antes habían fundado en República Dominicana una pandilla terrorista a la que denominaron Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU).  

Esa banda, entre otras abominables acciones, ejecutó la voladura en pleno vuelo de un avión comercial cubano donde el seis de octubre de 1976 viajaban 73 personas, todas muertas.

Pero ello fue tan solo una muestra de lo que vendría después: colocación de bombas, secuestros, atentados, asesinatos y otras iniquidades.

A manera de una señal intermitente, y como reveló The New York Times el 24 de octubre de 1976, en toda esa oleada terrorista figuraron Posada Carriles y Bosch.

Los dos, tan pronto arribaron a territorio estadounidense en 1960, habían sido reclutados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

A Posada lo sembraron en la jefatura de los cuerpos represivos de la Venezuela de entonces, donde, como se ha demostrado, mantuvo un comportamiento brutal.

Sin embargo, lo que indigna a Ileana Ros-Lehtinen ahora es la próxima visita del presidente Barack Obama a Cuba.

Lo habrán antecedido el Papa Francisco, el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, el Presidente de Francia, ministros de la Unión Europea, y otras muy importantes personalidades de la política y la cultura del mundo.

Frente a esa realidad concreta, ¿qué lugar puede brindarse a la doblemente pequeña Ileana Ros-Lehtinen?

Si acaso uno de custodio en el museo que puede construirse para los fantasmas del «exilio» cubano que ella tan majestuosamente representa.

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