Ramón Silverio: Nunca me traicionaría, así que moriré felizmente

Ramón Silverio: Nunca me traicionaría, así que moriré felizmente
Fecha de publicación: 
18 Febrero 2016
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Espero por las respuestas a estas preguntas desde hace dos años. Y ya había desistido de ellas cuando en el último Consejo Nacional de la UNEAC, Ramón Silverio, el del mejunje, me pidió que le mandara de nuevo las preguntas. Lo hice, pasaron unos meses y creía que el tiempo no le alcanzaba para responder a este Dramaturgo, Director Teatral, Actor, Promotor Cultural y padre de El Mejunje.

Porque aunque él diga que es una obra de todos, sin Silverio no habría eso que la Real Academia de lengua define como “Cosmético o medicamento formado por la mezcla de varios ingredientes”, y que para los cubanos y los extranjeros que lo conocen es el sinónimo de aceptación, la sagrada palabra que borra cualquier discriminación.

  ¿Por qué El mejunje? ¿Fue primero el nombre y luego el mejunje que allí existe o al revés?

- El nombre surgió como nacen las cosas en El Mejunje: apareció ya en la segunda etapa cuando comenzó a crecer nuestra convocatoria y se convirtió en un acontecimiento grande en la ciudad. Pible, popular humorista, fundador luego de la conocida agrupación de humor escénico, La Leña del humor, asistía regularmente y llevaba carteles con chistes que pegaba en las paredes. Luego en las paredes mismas comenzaron a escribirse cosas muy graciosas y hasta reflexivas, la gente llegaba cada semana buscando los mensajes nuevos, hasta que ya no hubo espacio donde escribir. Yo repartía siempre alrededor de la media noche una infusión que cargaba en un cubo y hacía con varias hierbas medicinales; creo que fui un precursor de la medicina verde, muchos me pedían estas maticas para plantarlas en sus casas. Quizás por todo esto una de esas noches Pible se apareció con un cartel que decía “El Mejunje de Silverio” y todos comenzaron a llamarlo así desde entonces. Con el tiempo me di cuenta que ningún nombre podía ser más abarcador; exacto, sintetizar más lo que era —y es— esta actividad. Así ocurren las cosas siempre aquí, hay quien se pasa la vida buscando nombres a espacios y actividades que luego quedan en la nada, yo hago y después el nombre lo da la práctica, o el propio público, que al sentirse parte agudiza su ingenio y desborda su imaginación.

  ¿Cuántos escenarios ha tenido El mejunje en estos casi 32 años?

-Comenzó, todavía sin nombre, el sábado 9 de junio de 1984. Yo tenía la idea de abrir un espacio pequeño a donde acudieran trovadores, poetas, actores, pintores... y otros artistas deseosos de mostrar cosas diferentes. Fue un año de proliferación de peñas, estaba la de Teresita Fernández y la de Garzón Céspedes con sus juglares en el Parque Lenin, el teatro nuevo le daba otro aire a la escena cubana en espacios inhabituales, desde el mundo artístico se estaba rompiendo con la época. Aunque mi idea era modesta, no pretendía ser tan original, sino hacer algo también dentro de esas tendencias novedosas. Ese sábado nos reunimos en la sala del Teatro Guiñol de Santa Clara. Margarita Casallas era la Directora General del grupo y fue la primera colaboradora, acogió la idea como propia. Hicimos cosas importantes como los homenajes a los escritores Leoncio Yanes y Feliz Luis Viera, también al colectivo del suplemento humorístico Melaito. Pero todo se hacía con la tenaz oposición de la Directora del Sectorial Provincial de Cultura de entonces que empeñó todos sus esfuerzos por acabarla, argumentaba que aquello era un relajo y que el Teatro Guiñol no era para eso.

Por fin, se convocó a una reunión que comenzó a las 10 de la mañana, en ella estaban todos los que tenían que ver de un modo u otro con la determinación de la vida cultural de la provincia. Allí se trató de convencernos de que aquella actividad no se podía hacer; a las seis de la tarde todavía no habíamos aceptado ninguna de las razones expuestas. Al final lo único que se pudo dirimir fue cambiarla para otro lugar, me ofrecieron el patio de la Biblioteca Martí que yo rechacé porque consideré que no era el espacio ideal, expuse mis argumentos y cuando ya todo parecía perdido, para salvarlo me ofrecieron entonces el local de la antigua Escuela de Artes Plásticas; detrás del teatro La Caridad, una hermosa construcción del siglo pasado medio en ruinas pero que sí me parecía apropiada.

Es en este momento en que toma fuerzas El Mejunje, pero como opción diferente, inédita. Se convierte en un lugar con más posibilidades culturales, lo que obliga a establecer un control de asistencia a través de listados y carneses de amigos de El Mejunje (hoy con orgullo muchos muestran ese carné que han conservado a través del tiempo).

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Logo de El Mejunje

Las artes plásticas comienzan a tener participación importante, se pintaba todos los sábados un enorme mural de papel que se conseguía en los talleres del periódico Vanguardia. Desde temprano comenzaba a animarse el local, llegaban los artistas y otros curiosos, se preparaba lo que luego se haría en la noche; esta etapa es muy bonita, grande, y es aquí cuando aparece el nombre de El Mejunje.

Muchas de las corrientes artísticas de importancia surgidas en esta época tienen una relación con El Mejunje. Allí se estrenó Pible y su Leña del Humor, también el humorista Eduardo Triana, el trovador Carlos Gutiérrez (Carlos Trova) estrenó sus primeras composiciones. Los poetas Frank Abel Dopico, Ricardo Riverón y Jorge Luis Mederos (Veleta) dan a conocer su poesía de forma popular; aquí comenzó a leerse poesía fuera de los talleres literarios y para un público ya más numeroso y heterogéneo. Los especialistas del Museo de Artes Decorativas, que estaba entonces en fase constructiva, llevaban sus piezas iniciando al público de Santa Clara en el conocimiento de las artes decorativas.
También existieron otros personajes que no trascendieron; como siempre sucede, sólo pasó el talento; lo demás no quedó, pero tuvo su parte. Estos personajes populares le dieron mucha gracia a aquellas jornadas.

Hasta este lugar llegaron importantes artistas, como la Ópera y el Folclórico Nacional, Pedro Luis Ferrer, Vicente Feliú, Marta Campos, Osvaldo Rodríguez, entre otros. Estaban de gira por la ciudad y nosotros los conquistábamos para que vinieran luego de sus actuaciones, ya bien tarde, y entonces se armaban las verdaderas descargas, los artistas muchas veces hacían lo que no les permitía las actuaciones formales en un teatro.

Aquí tampoco estuvimos libres de detractores, comenzaron los rumores de que el lugar amenazaba derrumbe, que no soportaba el ruido. La hostilidad continuaba y un mal día apareció un decreto policial que prohibía la continuación en aquel sitio. Ante la disyuntiva de no tener espacio y no hacer El Mejunje, o aceptar otro lugar, accedí esa vez al patio de la Biblioteca Martí, donde comenzaría una nueva etapa.

No era un buen lugar, fue el recurso para salvarnos de alguna manera. Había mucha oposición desde diferentes direcciones. No obstante, todavía algunos artistas importantes pasaron por allí. Nosotros nos subíamos en las guaguas de los artistas y les llevábamos coronas de flor de picuala, así los comprometíamos ofreciéndoles un lugar desconocido y de esta manera muchos llegaban. Recuerdo a Alina Sánchez cantando la salida de Cecilia Valdés con cerca de setenta voces de la Ópera y Sara González con un público delirante haciéndole coro en Su nombre es pueblo, el teatro Irrumpe estuvo allí en aquellos días, el grupo Anaquillé con el trovador Ireno García, la actriz Cristina Obín con la cantante Marta Estrada, Excilia Saldaña, Antonio Orlando Rodríguez , el grupo Teatro Escambray y Liuba María Hevia integrando el Conjunto Artístico de las FAR, desconocida aún por el público cubano.

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Pero era evidente que El Mejunje decaía, se habían perdido demasiadas cosas, quizás hasta por falta de gestión, gente importante lo abandonaba; sus esencias no estaban en aquel frío recinto, el espíritu se había ido. Fue además una época de fuerte presión contra los homosexuales, que era ya un sector asiduo e importante cada sábado. El periodista y renombrado crítico Pedro de la Hoz fue siempre un defensor de nuestra actividad, varias veces la destacó en sus escritos, todavía hoy lo sigue haciendo. La decadencia era imparable; un día quitaron el fluido eléctrico y decidí no hacer nada más allí y puse un cartel que decía: “Para los amigos estoy en mi casa”.

Se cierra El Mejunje y permanece un silencio tenso alrededor del hecho por cerca de dos años, pero siempre se mantuvo la presión por su reapertura, incluso dentro de la propia Asamblea Provincial; muchos intelectuales lo pidieron; la Asociación Hermanos Saíz, El Consejo de las Artes Escénicas, presidido entonces por el dramaturgo Roberto Orihuela, el propio Tomás Cárdenas, Primer Secretario del Partido en aquellos momentos planteó la necesidad de El Mejunje. Es en estos días que llega la persona a quien le debemos en buena parte nuestra existencia como proyecto cultural, Humberto Rodríguez (luego Presidente del INDER). Él asume la presidencia de la Asamblea Municipal y desde allí se empeñó en hacer resurgir El Mejunje, pronto empezó a buscar el lugar mejor, contando siempre con la anuencia de los viejos promotores, de esta manera encontramos unas ruinas en la cercana calle de Marta Abreu donde estaba el antiguo Hotel Oriente, Humberto me preguntó si me atrevía a levantar aquel sitio; por supuesto que acepté el reto. Algunos habían hecho hasta política con El Mejunje, pero nada concreto se logró, ahora un interés sincero nos ponía la posibilidad cierta en las manos. Convoqué a los amigos y les pedí ver las cosas con ojos de futuro.

Este lugar estaba lleno de montículos de tierra, escombros, basura y sobre ellos arbustos y hasta algunos árboles jóvenes, un panorama listo para decepcionarse, mas no había tiempo para decepciones; mucha gente trabajó como les pedí, con optimismo, y felizmente el día 26 de enero de 1991 se abría una vez más la puerta de El Mejunje.

  ¿Cómo nacieron los proyectos? ¿tiene Usted un consejo asesor o algo similar para aceptar o negar una propuesta?

- Muchas de las ideas materializadas en El Mejunje, sus espacios, peñas de artistas, eventos, etc, han sido generados por otros, yo simplemente he dado la oportunidad de realización, que la gente haga, he corrido este riesgo sin miedo, sólo expongo mi marco de principios fundamentales; también he rechazado muchas propuestas que he considerado no coinciden o aportan a las concepciones artísticas del proyecto de El Mejunje. El público cuenta a la hora de concebir un nuevo espacio, puede ser mediante propuestas traídas por los asiduos o producto de la observación diaria, de la constatación de que debemos cambiar o incluir, estar siempre alertas, teniendo en cuenta las tendencias y la evolución del gusto, de los nuevos actores sociales que nos van forzando a marchar con los tiempos. De esta manera también superamos actividades que han dejado de funcionar y tratamos de adelantarnos, muchas veces a costa de riesgos, este sentido de novedad, de aventura, es lo que hace peculiar y atractivo el trabajo de El Mejunje y la razón de por qué tantos lo sigan.

El centro que Usted fundó y sigue dirigiendo para bien, es más conocido por su espacio al travestismo que por otras acciones ¿a qué atribuye por ejemplo que no se le haya dado la misma repercusión a la propuesta de la novísima trova que El mejunje tiene casi desde sus inicios?

- Tal vez este lugar haya trascendido más, sobre todo internacionalmente, por haber sido el primero en dar espacio al movimiento de travestismo, por acoger con plena libertad a la comunidad homosexual, respetarla, y hasta un poco representarla y defenderla de los acechanzas que todos sabemos padecían. El Mejunje tiene como premisa, desde su fundación, la no discriminación, el trabajo por la inclusión social, dando cabida a todos, sin establecimiento de guettos. Lo importante siempre ha sido el respeto a la diferencia; que todos puedan coincidir, cohabitar sin importar raza, credo ni preferencia sexual. También los enfermos del SIDA llegan a El Mejunje desde los primeros años en que la enfermedad comienza a hacerse pública y se establecen los sanatorios. Con estos centros hicimos convenios; más tarde, cuando los enfermos adquieren mayor libertad de movimiento, encuentran aquí un lugar donde estar y manifestarse de igual a igual. Ha sido este un sitio donde se les ha recibido como a los demás y donde muy pronto se hicieron protagonistas.
Sabemos que internacionalmente se mantenía una fuerte propaganda acerca de la situación de los homosexuales en Cuba, y el hecho de existir un sitio como este pues era un desmentido, por ahí es que alcanza esta fama.

Pero no creo que todo haya ocurrido en desmedro de otros movimientos artísticos surgidos: el movimiento trovadoresco conocido como LaTrovuntivitis, resultado en buena medida de las oportunidades que han tenido sus cultivadores de contar con un sitio y un público privilegiado. El jueves es uno de los días más caracterizados de El Mejunje, con mayor hondura en el gusto de los jóvenes, es el día de la más joven trova santaclareña que ya cumple 20 años en este espacio. Ese movimiento, como grupo, surgió aquí y ya es un verdadero fenómeno estético; cientos de muchachos vienen los jueves a escuchar y cantar canciones inteligentes, reflexivas, muchas de la cuales han escuchado solamente aquí y que graban y se pasan. Estas noches alcanzan ribetes de delirio. Desde aquí los trovadores han salido hasta medio mundo, han hecho importantes giras, conciertos, han grabado discos, recibido premios, y luego regresan plenos al redil afectuoso que les dio el primer abrigo.

Está, además el movimiento rockero. El segundo día es del rock, género que está muy vinculado a El Mejunje desde sus inicios, cuando nadie los comprendía y los aceptaba. El espacio ha ido creciendo hasta formarse lo que llamamos la Rockoteca. Los muchachos traen ellos mismos la música que quieren oír; esto se alterna con la presentación de bandas de la región u otras invitadas del resto de las provincias, incluso llegadas de otros países, todo en igualdad de oportunidades y condiciones con relación a los demás géneros y estilos musicales y manifestaciones artísticas que aquí tienen también su plaza .

  ¿Qué tiempo existió este proyecto sin ayuda estatal?

-Desde 1984 hasta el 91. No éramos una institución como tal, todo se hacía con la ayuda y el apoyo de los asistentes y algunas instituciones. No estuvimos reconocidos institucionalmente, hasta 1991 cuando pasamos a formar parte del Consejo Provincial de las Artes Escénicas porque yo dirigía un grupo de teatro y teníamos la sede aquí. Pero esto de no ser de nadie nos ayudó para lo que vendría en el futuro, pues precisamente cuando encontramos un sitio fijo y ya oficializados, habíamos aprendido a trabajar partiendo de cero, sin nada, creando mecanismos propios de subsistencia; logramos muchos vínculos afectivos con varias instituciones de la cultura, solidaridad que se ha mantenido hasta los días de hoy. También El Mejunje ha sabido ser solidario con muchos artistas e instituciones y cada día recogemos esa cosecha de simpatías que nos ayuda a completar nuestro trabajo.

  ¿De que forma se dirige? ¿Cuántos trabajadores tienen ahora y al principio?

- El Mejunje es ya todo un complejo cultural formado por una sala de teatro, donde también se ofrecen conciertos, está el mítico patio con una intensa programación diaria. Existe además, una galería de arte a la que recientemente se le ha integrado un café que nos permite financiar su funcionamiento y propiciar una mayor afluencia de público hacia las exposiciones. Otros espacios han sido ocupados por otro café y dos bares con características diferentes. Las personas que trabajan en estos lugares deben estar comprometidas y gustar del ambiente de El Mejunje, comprender que su tarea es también cultural. Cada día tiene más de una actividad, a veces hasta cuatro, la diversidad de espacios permite la simultaneidad de propuestas culturales, o escalarlas unas detrás de otras sin que se interfieran. Todo funciona de manera muy armónica.

De manera oficial tenemos una plantilla de casi 40 trabajadores, incluyendo los actores y los técnicos del teatro, que son 20. En estos momentos existe un creciente movimiento de trabajadores por cuenta propia en los diferentes espacios, que son aliados incondicionales de la institución y garantizan la calidad de la oferta gastronómica manteniendo los precios inclusivos que han caracterizado a este lugar. Además, colaboran en la solución de las necesidades materiales que se nos presentan en el desarrollo del trabajo cultural.

Al principio no teníamos una plantilla fija, solo 3 o 4 cobrábamos por nuestro trabajo, otra parte lo hacía mediante una cuenta espacial formada por los ingresos, hasta que poco a poco, según las necesidades de cada época se fue creando la plantilla actual.

La dirección de todo la llevo yo, sin papeles ni oficina, muy tempano me di cuenta que el tiempo y los espacios son para el trabajo y la creación. También el hecho de contar con una programación sistemática cada día de la semana, donde cada artista o agrupación sabe lo que le corresponde, facilita el trabajo, ellos son los dueños de sus espacios, los defienden y mantienen. A esto hay que sumarle el compromiso y el gusto que sienten los trabajadores del lugar. Existe una administradora eficiente que atiende una mínima cantidad de papeles necesarios, y hasta los innecesarios que son la mayoría, yo sería incapaz de atender y entender esos menesteres, lo demás lo resolvemos mediante una especie de dirección colectiva donde todos opinan y son escuchados.

  ¿Cómo logran mantener las propuestas cobrando en moneda nacional? ¿Cómo le pagan a los artistas que allí actúan?

-Uno de los principios fundacionales de El Mejunje fue la inclusión social y el derecho que tienen todos y todas al disfrute de la cultura, por lo tanto los precios tenían que ser parte de esa inclusividad, y así se ha mantenido hasta los días de hoy. Aquí se cobra todo en moneda nacional y la entrada cuesta dos pesos, solo en algunas actividades especiales o eventuales se cobra cinco, pero si alguien no los tiene, entra también. Con eso que ingresamos a nuestra cuenta y lo que aportan los cuentapropistas le malpagamos a los numerosos artistas que trabajan en este centro, que son casi todos los de la provincia, y de más está decir que Villa Clara, y Santa Clara en especial está considerada una potencia cultural. No podemos pagar mucho pero le garantizamos el trabajo y el respeto que todos se merecen, aún en los momentos más difíciles, lo que hace que se sientan parte de esta historia y tengan un compromiso militante con El Mejunje, con dinero o sin dinero. Así sucede también con las grandes figuras del país, pues lo que siempre garantizamos es un público de lujo para cualquier manifestación.

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Silverio, el director de El Mejunje

¿Qué aceptación tiene la sala de cine?

-Es excelente la aceptación, se programaba un cine de alta calidad distribuido en tres espacios semanales tratando de abarcar todos los intereses: El Mejunje no cree en lágrimas, Martes, ni te cases ni te embarques, ve buen cine y Grandes clásicos. Lamentablemente la rotura del video proyector ha detenido este proyecto, estamos esperando poder comprar, o que nos donen otro equipo, pero realmente ha sido difícil y no se ha materializado por los altos precios que tienen y hemos querido priorizar otras necesidades más apremiantes como los audios que tienen un uso intenso e imprescindible. El público está por ahí esperando, preguntan, se interesan y nosotros mantenemos la promesa de reiniciar el proyecto en cuanto se pueda.

¿Y el teatro? ¿Ha logrado Usted mantener su elenco con estabilidad?

-La Compañía Teatral Mejunje, creada en 1990, se ha mantenido con gran estabilidad, hoy cuenta con un elenco muy variado donde conviven los fundadores con las nuevas generaciones de actores y actrices y mantiene un repertorio activo de cerca de 15 obras, desde grandes producciones hasta espectáculos minimalistas. Carga con la responsabilidad de mantener con funciones todos los fines de semana, siempre con público. Se mantienen, además, espectáculos infantiles en el patio todos los domingos desde hace 25 años. Los jóvenes que hoy nos visitan son los hijos o los nietos de los fundadores de este espacio, a ellos sus padres los traían cada domingo en sus cochecitos, hoy la historia se repite , son ellos los que vienen con el cochecito iniciando a sus hijos.

Pero además de eso, nuestro grupo tiene un papel importante en las artes escénicas de la provincia. También giramos por las zonas más intrincadas del territorio y nos presentamos en importantes teatros del país.

El Mejunje realiza desde hace 24 años, cada enero, el Festival de Teatro de Pequeño Formato, que ya en esta última versión pasó a llamarse Mejunje Teatral: todas las voces, todas las tendencias, con la intención de hacerlo más inclusivo, no solo por la posibilidad de que participen colectivos mayores sino sobre todo que puedan presentarse disímiles propuestas excluidas en otros eventos y que no pocas veces se ven sin espacios donde representar sus obras. Por este festival han pasado los principales colectivos teatrales del país, así como algunas extranjeras.

Se habla de relaciones con otros centros afines en diversos países ¿podría explicarme este acercamiento?

-Más que con centros tenemos relaciones con personas, que de alguna manera se han enamorado del lugar y nos ayudado siempre, a veces con pequeñas donaciones, con sus opiniones o coordinando actividades. Son gente o grupos solidarios con Cuba, como por ejemplo Arci de Italia, que nos ha facilitado algunas cosas para mejorar nuestro trabajo, pero más que todo han sido puente para divulgar lo que hacemos en el plano internacional.

¿Qué propuesta estética Silverio no aceptaría?

-No aceparíamos nada que margine o denigre a algún ser humano, ni daría cabida a lo banal o frívolo, o aquellas propuestas de dudosa estética.

En 1998, durante el Sexto Congreso de la UNEAC, Abel Prieto, entonces Ministro de Cultura,  dijo “El Mejunje (…) una de esas células vivas de nuestra cultura, de esas instituciones que pueden ser una referencia, donde hay una magia muy especial. Lugares así, con todo en moneda nacional y con un ambiente extraordinario, donde todo tiene que ver con la cultura y todo tiene que ver con lo auténtico, habría que hacer en otros lugares” ¿Han existido o existen proyectos similares en Cuba?

-Que yo sepa han existido intentos, tanto en la provincia como en otros lugares, incluso fuera de Cuba, pero todo quedaron en eso, en el intento. El Mejunje es un hecho cultural, político y social que lleva 32 años y poco a poco se fue consolidando. Tuvo la suerte que en su pujar coincidió con brillantes políticos en Santa Clara que de manera especial nos ayudaron a enfrentar y superar incomprensiones. También fue determinante la ciudad, su gente y el espíritu y la magia del lugar, así como el apoyo y la comprensión de la prensa, tanto nacional como internacional. Estos y otros elementos han logrado que sea un hecho único e irrepetible. Los fenómenos culturales auténticos no se pueden extrapolar de su realidad, pueden surgir proyectos mejores, pero El Mejunje seguirá siendo único.

A treinta y dos años de nacimiento de El mejunje  ¿recuerda Silverio “los palos que le dio la vida”, como diría Fayah o es tanto lo alcanzado que está satisfecho? ¿Nunca pensó en abandonar esa intención?

- Siempre es bueno recordar para que no queden en el olvido lecciones de la vida, y sobre todo para estar alerta y no se repitan errores del pasado. Pero esto no implica llenarse de rencor o crearse una leyenda de incomprendido. Te he confieso que he podido hacer todo lo que me he propuesto, que nunca he pedido permiso para hacer, vivo sin rencores y sí lleno de agradecimientos. A los enemigos, si hubo algunos, ya no los recuerdo, la historia les pasó la cuenta, lo que sí te puedo asegurar que hasta el más simple de los amigos lo recuerdo con mucho cariño, porque, en definitiva, son parte importante de esta historia. Sin ellos no la podría contar porque no existiría historia.

Por otra parte, no me interesa tanto lo logrado, eso ya está, lo importante ahora es lo que me queda por hacer, que es mucho. Los desafíos de ahora son otros y ahí están mis nuevas batallas, que sin dudas, serán grandes. Mantengo los mismos bríos, o más que en la época fundacional, así que como dicen los últimos versos del poema ¨con tantos palos que te dio la vida y aún no te cansas de decir te quiero¨.

Soy un revolucionario convencido y un guerrero de estos tiempos, nunca me traicionaría, así que moriré felizmente, sin deudas pendientes, sin nada material, pero con las botas puestas, como el buen guerrero.

 Se acerca una nueva jornada contra la homofobia, ¿cómo lo celebrarán esta vez?

-La lucha contra toda discriminación, incluyendo por supuesto, la homofobia y otras fobias, ha estado siempre en la agenda de El Mejunje, reflejándose desde hace mucho tiempo a nivel de ciudad. Santa Clara es hoy un sitio muy tolerante y podría afirmarte que va pasando que va pasando de la tolerancia a la aceptación, y esto, en gran medida, se lo debe a El Mejunje, el cual ha visualizado esos problemas y le ha dado voz a esas personas tanto tiempo silenciadas.

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Este año tendremos, como siempre, una gran jornada a favor de las diferencias, muchas actividades se harán también fuera de El Mejunje, muchas acciones de calle, en barrios, zonas campesinas. Precisamente este año, gracias al respeto que nos hemos ganado, el Sectorial Provincial de Cultura y el Consejo Provincial de las Artes Escénicas acordaron poner la jornada como uno de los eventos principales de la provincia y de esta manera pueda tener un mayor apoyo y presupuesto. Ahí estaremos dando la batalla, ¨juntos y revueltos¨, como dice nuestro lema. Siempre unidos y de los primeros en la lucha.

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