EN CARTELERA: La dama de hierro

EN CARTELERA: La dama de hierro
Fecha de publicación: 
10 Marzo 2012
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No puede achacársele al director de esta película una marcada atención a los asuntos políticos de la época en que se desarrolla. Parece más bien preocupado por entender a Margaret Thatcher en calidad de ser humano y, en último caso, como mujer y líder. Sin intenciones arquetipizadoras (eso sí), pero con varias similitudes aún, La dama de hierro sería la continuación ideal de aquella noveleta que escribiera Jean-Paul Sartre: La infancia de un jefe.

En este caso la senectud de un jefe nos lleva a la conclusión de que los seres humanos no somos tan distintos después de todo y sufrimos similares embates de la biología a cada edad, similares embates sociales según los años que tengamos. La diferencia está en cómo respondemos a cada una de esas estocadas.

Maggie es de hierro hasta en la senilidad, nos dice el director. Pretende, sin ayuda de médicos ni píldoras, borrar de su presente la compañía imaginaria de su esposo muerto, con el que conversa y toma el té desde hace años ante la alarma de su sirvienta y su hija.

Valdría ver La dama de hierro solo para disfrutar cómo se resuelven las retrospectivas (los flashbacks). El filme ubica su sistema de referencia en la vejez de Thatcher y viaja a otras etapas de su vida como si la anciana se viera atacada por aquellos recuerdos, y la asaltaran a cada momento borrando de su cabeza dónde está y quién es ahora. El sonido y sobre todo la edición son los encargados de que estas transiciones se incorporen a la atmósfera de desgaste mental y pérdida de la memoria que reina en el filme.

Maggie pierde la memoria, no la identidad, ni el carácter. Sigue, a su edad, siendo una mujer firme, que se cree con fuerzas para vencer todos los obstáculos, y en esos esfuerzos se concentra la película.

A pesar de que Meryl Streep ha ganado con este filme cuanto premio existe y habrá; este espectador tiene sus reservas ante el trabajo que realizó. Primero, hay que reconocer que la composición de su personaje, el trabajo con el acento inglés y el tempo de una mujer añosa que logró son evidencia de que estamos frente a una actriz sin reemplazo. Sucede además que durante décadas Meryl Streep ha enseñado al mundo lo que puede lograr un artista frente a las cámaras; y quizás tomándola como patrón muchas veces, hemos aprendido a diferenciar buenas representaciones de malas. Sin embargo, esta Margaret Thatcher resulta un tanto caricaturesca, entre tantos elementos caracterológicos se nos pierde el ser humano y en ocasiones uno cree estar asistiendo a una parodia.

Por otra parte, el esposo de la Thatcher, intepretado por Jim Broadbent, aunque también caricaturesco, nos resulta acorde con la intención rectora del filme. Sus imitaciones del Charlot de Chaplin no solo sirven para que saquemos por conclusión que se trata de un hombre jovial (justo lo opuesto de Maggie), sino también para que comprendamos la mudez y aún así comunicabilidad de su rol en la vida de la dama de hierro.

Durante las escenas en que representa no al esposo vivo sino las alucinaciones de la Thatcher, el vestuario y sus parlamentos subrayan el absurdo en el personaje, cierta cualidad de sombrerero loco... Pero incluso en otras, cuando eran más jóvenes, la caracterización, los rostros mantienen este patetismo, que contrasta con la adustez de otros personajes, sigue aún en la línea del cine mudo.

Sí es bueno recomendar la búsqueda de otras perspectivas sobre lo que fue Margaret Thatcher para Reino Unido, la comunidad europea, el socialismo y el mundo occidental. Si es evidente la intención de la película de eludir detalle políticos, también lo es su admiración (nunca ciega) por la mujer que movió los hilos en el destino del planeta durante poco más de una década. Con los británicos de clase baja e incluso con la mediana burguesía fue despiadada. Sacó a flote la economía a costa de un descenso peligroso de la calidad de vida y el bienestar social de su país. Apaleó multitudes que protestaban. Dirigió Reino Unido con la mirada sobre las cifras y no sobre los hombres.

¿Sería apropiado un líder como ella para las grandes potencias en estos momentos de crisis económica? Sin dudas a los conservadores les viene muy bien este filme. Es bueno no olvidar que Maggie (para quienes la repudiaban) fue conocida por todos y no por gusto como la dama de hierro.

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