Rubén Darío Salazar: “estoy con Martí en el Siglo XXI”

Rubén Darío Salazar: “estoy con Martí en el Siglo XXI”
Fecha de publicación: 
7 Febrero 2016
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Regresar a Martí es una constante para Teatro de las Estaciones, cómo no hacerlo quien pretenda dialogar con los niños y con los seres humanos de cualquier lugar del mundo sobre la vida, esa pequeña palabra que lo contiene todo, incluso su antípoda: la muerte.  

En una hermosa puesta de teatro de sombras, el colectivo titiritero asumió el reto de contar la historia de Los Dos Príncipes, poema publicado por José Martí en su revista La Edad de Oro, inspirado en una idea original de Helen Hunt y ahora sube a las tablas con un lenguaje medieval que  habla de esta época, pues la desigualdad, la injusticia, las diferencias generacionales, el amor y la muerte son los mismos desde tiempos inmemoriales, aunque cambien de vestuario.

Justo al finalizar un estreno que conmovió al público de todas las edades, Rubén Darío, Director del colectivo titiritero y de la puesta en escena, comentó sobre esta decisión de hablarles a los niños sobre la muerte:

“La Edad de Oro contiene Los Dos Príncipes que no habla de otra cosa que la muerte, es tal cual, el palacio está de luto, o sea, no le voy a presentar a los niños nada que Martí en el 1889 no le haya presentado. Nene Traviesa le falta su madre y sabe que cuando se muera, si no se porta bien, no irá a la estrella azul, eso no lo digo yo en el Siglo XXI, lo dice Martí. Se sabe que el papá de Bebé no está, dónde está el papá de Bebé, ha muerto y que la madre tiene una enfermedad terminal ¿Qué pasa con las niña de Guatemala? En los dos Ruiseñores el Emperador casi muere por perder a su ruiseñor auténtico, la muerte no es una cosa mala, es el ciclo de la vida que se cumple y los niños tienen que saberlo, porque no pueden llorar sin consuelo cuando se les muere un animal o cuando se muere la abuela, hay que prepararlos para saber que el ciclo de la vida es como una semilla donde uno planta un árbol, crece, da frutos y ese árbol se secará, pero ese fruto va a tener adentro una semilla que va a dar nuevos árboles, no tengo absolutamente ningún miedo porque estoy con Martí en el Siglo XXI con toda la carga social, filológica y pedagógica de 1889.”

Desde Cuento de amor en un Barrio Barroco, una pieza que desborda alegría y sandunga criolla, con música del cantautor cubano William Vivanco y la orquesta tradicional Miguel Faílde, trovadoresca, contemporánea, colorida, este equipo de teatristas con Rubén a la cabeza y la maestría de Zenén Calero en el diseño escenográfico, de vestuario, figuras y luces, viajan hasta el ambiente antiguo y clásico de las melodías de Vivaldi o Telleman y un español castizo, rimado en versos octosílabos, pero como siempre, esta “locura” que los mueve de un extremo a otro, tiene intenciones muy claras:

“Yo creo que en tiempos tan clasistas, de imágenes tan nefastas para los niños, imágenes tontas, vacías, superficiales, poner un poco de arte antiguo, de música barroca, de verso tradicional español, es también recordarles que no todo es este mundo pasajero, este mundo frágil, este mundo efímero”
Regresar a los textos martianos es una feliz costumbre que Teatro de las Estaciones no piensa abandonar, las razones también las comentó Rubén Darío: “Yo sostengo esa frase hermosa que dijo Lezama, que Martí es ese misterio que nos acompaña, lo sigue siendo, un hombre insondable que nunca puedes apretar, tener, saberte dueño, porque es de todo el mundo “.

Sobre el origen de este proyecto contó:  “Pepe Carril es la auténtica cabeza de este proyecto, pues yo investigando sobre la vida de los Camejo me encuentro un guión de dos páginas solamente de Los Dos Príncipes en sombras chinas y yo me dije, qué lástima que este proyecto tan sencillo no abra un espectáculo y lo dejé dormir durante cinco años, como a los seis años, revisando mis papeles me fijo y digo: pero es que no es un proyecto para ser hecho tal cual, es un proyecto para recrear, por qué no escribimos qué pasó antes de Los Dos Príncipes y fui entonces a pedírselo a una dramaturga novísima como María Laura Germán, que se atreve a escribir como el arte antiguo, escribe en versos octosílabos, escribe romance y es capaz de lo mismo que hizo Norge Espinosa con Federico de Noche: escribir en el aire de Federico, ella escribió en el aire de Martí, eso es un atrevimiento grande, pero la cultura, el arte, se hacen con atrevimientos, atrevimientos conscientes, porque estudiamos, investigamos, sufrimos, fracasamos y encontramos y en ese toma y da que es la creación, me siento con un hijo que ha nacido legítimamente, ha nacido de todo mi cerebro y de todo mi corazón.”

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