Ve por el cine, allí nos encontramos

Ve por el cine, allí nos encontramos
Fecha de publicación: 
3 Diciembre 2015
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No es coincidencia que haya sido esta frase de «ve por el cine» la que acompaña los anuncios del Festival de La Habana este año. Más de un significado tiene: el de velar por el cine, el de ver la vida a través de las historias en pantalla, y el de una invitación muy coloquial para encontrarse allí con amigos, colegas del trabajo, parejas…

 

«Ve por el cine» nos decíamos mis compañeros de universidad durante los días de festival cuando nos llamábamos por teléfono o nos cruzábamos en la calle. Llegábamos casi siempre a la hora exacta de la tanda y cuando el filme acababa nos escurríamos entre la multitud para encontrar primero la puerta de salida y así mismo partir corriendo a otro cine donde pondrían algo que ya habíamos marcado en la cartelera.

 

Un pan con perro, un barquillo en el Coppelia (cuando había), un refresco que nos bajaba con velocidad al estómago, cualquier cosa venía bien; todo nos parecía suficiente, almorzar no importaba mucho. «Volábamos turnos» de comida y de clases en la facultad también. Creo que los profesores se hacían de la vista gorda durante esos días, sabían que era por una «buena causa».

 

Era un maratón de películas cada jornada. A muchos les gustaba fanfarronear con que veían a veces hasta más de 4 diarias. Yo era una de las que empezaban tempranito en la cola, iba a mi tanda de las 10 de la mañana en el Chaplin y no regresaba a casa hasta que no terminaba la última casi a media noche en cualquier otra sede. Mis padres ni me veían el pelo por esos días de diciembre.

 

Si escribiera alguna vez mis memorias de juventud, definitivamente el libro tendría que llamarse «Mi vida en películas» o algo similar. Creo que la mayoría de los sueños de viajes, de historias lindas, de grandes emociones y de inspiraciones para iniciar algún proyecto han surgido precisamente de mis largas horas en los cines durante toda mi vida.

 

Empecé a acudir a los festivales de La Habana desde que tenía unos 10 o 12 años. Mis amigas y yo lográbamos escabullirnos entre los más altos de la fila. En aquel entonces teníamos varios cines en el barrio, era fácil salir de la escuela y apurarnos para la peli.

 

En los últimos años cada vez tenemos menos salas de cine, lo cual me entristece sobremanera pues hay que apretar más la programación, caemos en la interminable lucha con el transporte público y por consecuencia la gente va sintiendo menos motivación para desplazarse hacia el centro de la ciudad y hacer una larga fila antes de entrar al filme.

 

Para mí el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana era la cosa más esperada del año; aún lo sigue siendo entre todos los eventos culturales de mi ciudad. Solo que ahora, a pesar de las facilidades de la credencial (de haberla tenido en la universidad aquello hubiera sido apoteósico) y de los asientos reservados para la prensa, tengo menos tiempo. La edad nos impone bastantes responsabilidades y el oficio no me permite pasarme el día en el cine porque entre tandas debo reportar sobre lo que acontece.

 

Sin embargo, soy más selectiva y aprovecho mejor los ratos frente a la pantalla grande. Aunque tenga que hacer una reseña o entrevista luego, mientras la sala está a oscuras solo existe la peli y yo.

 

Quienes comparten la pasión del cine saben de qué hablo, de cuánto placer se experimenta cuando arranca la música de Vitier antes de cada proyección.

 

El Festival del Nuevo Cine de La Habana llega este año a su 37 edición. Quién pensaría en aquel momento, finalizando los 70, que duraría hasta hoy. Imagino que la existencia misma del festival se haya puesto en duda en más de una ocasión pues Cuba ha transitado por difíciles situaciones económicas. A pesar de las dificultades el festival se ha mantenido activo, como una tradición que se sembró en La Habana y que los demás también queremos preservar.

 

Me atrevería a decir que ese espíritu cinéfilo de los cubanos, especialmente de los habaneros es uno de los factores que ha sostenido al festival. Según ha comentado su presidente Iván Giroud, los derechos de exhibición de filmes son costosos y Cuba no los paga en muchas ocasiones porque todavía la mística de esta ciudad y su gente conquista a realizadores, productores, distribuidores y gente de cine en general para traer las películas a La Habana.

 

No tenemos alfombra roja ni autos lujosos en los que trasladar a las estrellas de cine, pero creo que a ninguno de ellos les preocupa eso. Felizmente se pasean por nuestras calles, por el malecón, coinciden con el público en los jardines del Hotel Nacional y, por más que repitan la experiencia de venir al festival, cada año siguen asombrándose con las filas de personas que le dan la vuelta a la manzana para ver alguna película.

 

No he tenido el gusto de vivir otro festival de cine en el mundo, no sé lo que pasa en los demás. Quizás haya glamour y buenos filmes, claro, pero en La Habana tenemos esos mismos buenos filmes y mucha, mucha gente que siente, sueña, despierta, vive y muere por el cine.

No te pierdas el festival. Ve por el cine, allí nos encontramos.

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