En defensa de la telenovela nacional

En defensa de la telenovela nacional
Fecha de publicación: 
14 Diciembre 2015
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Algunas personas creen que si no hay recursos para hacer telenovelas, lo mejor será que hagamos como la mayoría de los países del continente: consumir telenovelas extranjeras.

No estamos de acuerdo. Debemos seguir honrando nuestra larga tradición. Somos pioneros en la producción de telenovelas, de teleseries y no cabe la menor duda: tenemos la capacidad para seguir produciéndolas.

Latidos compartidos, la telenovela nacional de turno, ha demostrado lo que parecería obvio: en Cuba se puede hacer una telenovela con una factura más que digna.  

Hay dos circunstancias que no pueden perderse de vista: la primera es que el televidente necesita una recreación inmediata de sus realidades, de su contexto, de su día a día, de su cultura y su identidad.

Eso, obviamente, solo lo puede hacer una telenovela hecha en Cuba.

La segunda, y no menos importante: hay un grupo de valores, una visión desprejuiciada y ajena a los estereotipos del mercado que solo pueden ser defendidos desde un esquema que priorice el arte sobre altibajos meramente comerciales.

Ese es, ese se supone que sea, nuestro esquema.

Claro, eso no significa que se puedan desconocer las necesidades, los gustos, las demandas del público.

Y ahí está uno de los retos de la producción de dramatizados en Cuba: hay que afinar los mecanismos para la retroalimentación, que tienen que estar sustentados por respuestas concretas de los productores. O sea: si una historia no funciona, hay que intentar buscar alternativas, reorientarla. En última instancia, cancelarla.

La mala noticia es que el sistema de producción actual no permite rectificar el tiro, si la telenovela es mala, hay que transmitirla hasta el final. Ha pasado más de una vez.

Quizás el camino sea hacer un trabajo mucho más concienzudo en la investigación previa, en encuestas con grupos representativos del público, de manera que entren en producción historias que han demostrado potencial.

Otros se preguntan por qué no hay más guiones interesantes. ¿Es que no hay guionistas? Claro que los hay. Lo que se dificulta, muchas veces, es la manera en que las propuestas de esos guionistas llegan al sistema de producción.

Puede pasar mucho tiempo para que se apruebe un proyecto, porque hay demasiadas instancias decisoras en el proceso.

Cuestión de valores y recursos

Es básico el rol que pueden desempeñar los dramatizados en la promoción de valores y su participación en el debate sobre aspectos medulares de la realidad.

Pero ojo, los dramatizados, las telenovelas, tienen su propio ámbito.

Algunos les piden a las telenovelas cubanas lo que en buena lid deberían pedirles a los espacios informativos, al periodismo nacional. Y está claro, hay que promover valores, hay que orientar… pero para hacer todo eso primero hay que entretener.

Hay evidentes problemas en la producción, faltan muchos recursos. Pero también es evidente que falta vuelo y contundencia en muchas de las historias que se proponen.

Y la factura de las series y telenovelas a veces deja mucho que desear, y no precisamente por problemas de recursos, sino por descuido, chapucerías, falta de profesionalidad.

Una mala edición no puede achacarse a falta de dinero, una deficiente dirección de actores, tampoco; una ambientación disfuncional, un diseño de presentación de escaso gusto, una historia mal contada…

La televisión tiene que hacer cumplir los estándares de calidad, que deberían estar perfectamente establecidos.

Está claro que hay mucho bodrio entre las producciones importadas, aunque hay que reconocer que la Televisión Cubana trata de transmitir siempre telenovelas extranjeras con valores. Pero los críticos y los televidentes tienen todo el derecho a reclamar más calidad a nuestras producciones.

No tenemos que resignarnos a medianías si está demostrado que podemos hacer dramatizados más que dignos.

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