Jeb Bush: El nuevo Superreagan

Jeb Bush: El nuevo Superreagan
Fecha de publicación: 
15 Septiembre 2015
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En un discurso pronunciado el pasado sábado en Miami, el aspirante a la nominación republicana para las elecciones presidenciales de EE.UU. en 2016, Jeb Bush, abogó para que en Washington se restablezca el «liderazgo» que propicie la estabilidad mundial, y así países como Cuba y Venezuela «puedan ser libres».

«Piensen en toda esa gente que está deseando la libertad, que busca desesperadamente el liderazgo en Estados Unidos. Piensen en toda esa gente en Cuba y Venezuela», manifestó el exgobernador de Florida durante la inauguración de su oficina de campaña en Miami.

Lamentó, además, la «triste realidad» de que Estados Unidos «ya no es un país respetado» y, en ese sentido, subrayó que «cuando llegue a la presidencia» trabajará por recuperar el liderazgo perdido porque, según él: «Cuando somos más fuertes, somos más seguros».

Y como para que no quedara dudas sobre qué pérdida estaba hablando, el nuevo vástago político de la dinastía Bush se desabotonó la camisa para mostrar una camiseta con los nombres de Ronald Reagan y George H. W. Bush, presidente y vicepresidente, respectivamente, de Estados Unidos (1981-1989).

«El equipo en el que creo es en ese, en el de Reagan y Bush, porque fueron los que sacaron la Unión Soviética y fuimos más fuertes y consistentes», manifestó el político, que ejerció de gobernador de Florida entre los años 1999 y 2007.

El mismo equipo, por cierto, fue el que invadió Granada, Panamá, organizó la contra en Centroamérica y desató la Tormenta del Golfo. ¿Será que el candidato preferido de los mafiosos de Miami le da a la palabra liderazgo el mismo sentido que su hermano, el torturador George W. Bush, quien usó como pretexto la guerra contra el terror para invadir Irán y Afganistán?

Piensen en toda esa gente (civiles sobre todo) que perdió la vida para que Estados Unidos pudiera demostrarle al mundo, como quiere el chovinista Jeb Bush, su «fuerza» y «seguridad».

Llama la atención que nadie, salvo él, ponga en duda el liderazgo mundial con que cuenta actualmente el imperio, aunque, en los últimos tiempos, haya trocado los cohetes por la estrategia de los golpes blandos que pone en marcha contra los países de América Latina que se resisten a su hegemonía. Tal es el caso de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, y hasta de la propia Cuba, con la que ha restablecido relaciones sin levantar el bloqueo ni cesar el envío de dinero que mantiene la subversión interna en la Isla.

El liderazgo imperial es más que visible en lo ocurrido en Ucrania o en la ola migratoria que hoy inunda a Europa, luego del experimento de las llamadas primaveras árabes y la infinita guerra sucia contra Siria.

Solo a unos extremistas como los anexionistas de origen cubano de Miami —entre el público se encontraban el alcalde del condado Miami-Dade, Carlos Giménez, y los congresistas republicanos Ileana Ros-Lehtinen, Mario Díaz-Balart y Carlos Curbelo— les parece que el imperio anda de capa caída, y aplauden entusiasmados los delirios de supremacía fascistoide de su nuevo Superreagan.

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