Retos para Bachelet: Erupción, inundación, sequía… y otras calamidades

Retos para Bachelet: Erupción, inundación, sequía… y otras calamidades
Fecha de publicación: 
2 Mayo 2015
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La amenaza de nuevas erupciones del volcán Calbuco y las inundaciones y sequías que afectan indistintamente a regiones de Chile obligan a alertas para evitar muertes y hambrunas en zonas caracterizadas por la abundancia de recursos y afluencia turística.

Todo esto, por supuesto, afecta en gran medida a la economía de una nación cuyo gobernanza trata ahora de salvar familias, atender damnificados y prever consecuencias de otros fenómenos que se puedan presentar.

Tal es el caso que la presidente Michelle Bachelet no pudo asistir a la reciente Cumbre de las Américas, en Panamá, donde concitó todo tipo de solidaridad, tanto de nuestro Presidente, Raúl Castro, como la de su vecino, Evo Morales, que tiene precisamente un reclamo para lograr una salida al mar por territorio chileno.

No obstante, se mantuvieron firmes las protestas estudiantiles con el fin de logar el acceso libre y gratuito a una educación de alto nivel, cuestión que está en los planes oficiales, aunque con diversas características.

                                                         
Asimismo, la Presidenta, antes de producirse las debacles naturales, ya había adelantado proyectos para prever, castigar y eliminar la corrupción, algo indispensable para el avance de su programa de gobierno.

 
Y es que los defensores del neoliberalismo a ultranza han dificultado y hecho fracasar proyectos y promesas anunciados por la mandataria durante su campaña electoral, con el apoyo de la coalición centroizquierdista Nueva Mayoría.

Por ello, y pese a tener un fuerte respaldo del estudiantado, no se han podido implementar adecuadamente las demandas para democratizar y hacer viable la educación, como tampoco han podido caminar mucho los intentos a fin de mejorar la salud, las pensiones, las leyes laborales y la vivienda.

Bachelet, como escribimos en Granma Internacional, se había propuesto revolucionar la educación pública para que Chile pueda crecer sostenidamente en el futuro. Por eso, su eslogan de tener un “Chile de todos”, y enfrentar la desigualdad, con el fin de que los beneficios del progreso dejen de ser percibidos por unos pocos.
                                                                                                               
Pero casi 15 meses después, con excepción de la amenaza de nuevas erupciones del Calbuco, lo que más se oye son los recientes escándalos de corrupción, uno de ellos en el que está involucrado su hijo mayor y su nuera, que le ha valido acusaciones de nepotismo y cómplice, así como otro (Caso Penta) que hizo dimitir al diputado y presidente del opositor partido derechista, Unión Demócrata Independiente, Ernesto Silva, quien, al estilo de lo que hacen políticos españoles en casos similares, se disculpan, pero no son juzgados ni van a prisión.

Impunidad, algo corriente

Este tipo de impunidad es corriente en una nación que desde hace más de diez años ha visto como tres farmacéuticas -Salcobrand, FASA y Cruz Verde- incurrieron en estafas por más de 27 000 millones de dólares, y solo han pagado una miseria a algunos de los afectados.

En este contexto, no se debe dudar que el peor enemigo al que tiene que enfrentarse la primera mujer chilena que ha ganado dos veles electoralmente la Presidencia, Michelle Bachelet, es la imperante desconfianza de gran parte de la población de la nación suramericana ante la tradicional política de “democracia representativa” que no acaba de sustituir como debe al gran lastre que dejó la dictadura de Augusto Pinochet.

                                                                                                       
Y es porque aunque la actual mandataria dejó más del 80% de las simpatías al finalizar su primer mandato (2006-2010), poco pudo hacer en aquella ocasión ante un Congreso remiso a cualquier cambio, un sistema legislativo defensor de una Constitución hecha a la medida de los deseos pinochetistas y unas fuerzas armadas donde pululan aun elementos que debieran ser culpados por crímenes de lesa humanidad.

                                                                                                
Además, Bachelet no pudo bajar el índice de extrema pobreza que durante el gobierno de derecha de Piñera volvió a elevarse, alcanzando el 18% (estamos citando de extrema pobreza), y que Chile, a pesar de su crecimiento económico, sigue siendo la nación con más desigualdad social del continente.
                                                                                                             
Los partidos de izquierda y centro que apoyaron a la mandataria tienen en estos momentos mayoría en el Congreso, pero insuficiente para hacer cambios profundos, por lo que la Presidenta ha negociado con entes de la derecha, con el fin de eliminar en la Constitución el diseño pinochetista que impide la construcción de mayorías parlamentarias e hizo encallar varias de sus iniciativas durante su primer mandato.
                                                                                                                                      
Ello no le ha dado resultado aun, por lo que debía apoyarse en las nuevas generaciones que si están dispuestas a dar la batalla para labrase un futuro mejor; y dedicarse a ganar la confianza de quienes ven la vida con apatía y desconfianza, abandonados a su suerte, ignorantes de lo que pasa, porque están más preocupados por subsistir día a día.

Solo así, en esa tarea harto difícil, podrá salir airosa ante los retos a que se enfrenta y eliminar a esos infiltrados del pinochetismo, quienes, peores que el Calbuco, hacen que los proyectos progresistas del Ejecutivo queden solo en buenas intenciones.

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