"Los poetas no mueren": Lübeck se despide de Günter Grass

"Los poetas no mueren": Lübeck se despide de Günter Grass
Fecha de publicación: 
14 Abril 2015
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Lübeck, donde ayer murió Günter Grass, encajaba hoy con sencillez el adiós a uno de sus convecinos más ilustres, el "tercer ciudadano Nobel" que despide esa tranquila localidad del norte de Alemania, tras el escritor Thomas Mann y el excanciller Willy Brandt.

 

"Tote Dichter sterben nicht" -"Los poetas muertos no mueren", en traducción literal- era una de las dedicatorias plasmadas en el libro de condolencias de la Günter Grass Haus, una suerte de casa museo abierta en vida del escritor en esa ciudad hanseática.

 

Un par de velas prendidas ante la puerta, más algunas flores, recordaban ante el edificio de la Glockengiesserstrasse al Nobel de Literatura de 1999, considerado el escritor actual más universal en lengua alemana e intelectual incómodo, que se tomó como un deber incidir en todo debate político, social o literario.

 

Ahí solía recibir el escritor a los medios, para evitar el revuelo en su domicilio privado de Behlendorf, un pueblecito a las afueras de Lübeck. Ahí expuso también algunos de sus dibujos, leyó sus poemas y presentó varios de sus libros.

 

Es una dirección más del casco antiguo de la ciudad, a la vuelta de la esquina de la Willy Brandt Haus, la casa museo que recuerda al que fue entre 1969 y 1974 canciller socialdemócrata de Alemania, nacido en Lübeck y Premio Nobel de la Paz en 1971.

 

De Brandt fue Grass un entusiasta compañero en campañas electorales, actividad que nunca dejó completamente de lado, ya que, pese a algunas fases de distanciamiento, siempre acababa alentando a los socialdemócratas por encima de los disensos.

 

El centro de Lübeck recuerda a Grass y Brandt y conserva asimismo el espíritu de Thomas Mann, Nobel de Literatura en 1929 cuya obra "Die Buddenbrooks" es un monumento literario a la ciudad en la que nació.

 

Lübeck perdió el lunes así a su "tercer" Nobel, el escritor nacido en Gdanks (ciudad entonces alemana y ahora polaca) pero que adoptó como residencia esa ciudad alemana, en una especie de hermandad con Brandt.

 

El fallecimiento de Grass coincidió con una las raras ocasiones en que la ciudad no estaba sumida en la tranquilidad que la caracteriza, sino en pleno revuelo político y policial.

 

La casa Brandt, como la de Grass, quedaban en la zona acordonada por la policía ante la celebración en la ciudad de la reunión de ministros de Exteriores del G7, preámbulo de la cumbre de los líderes de las siete potencias -EEUU, Alemania, Italia, Francia, Japón, Canadá y Reino Unido- que se celebrará en Baviera el próximo junio.

 

El ministro alemán y anfitrión de la reunión, Frank-Walter Steinmeier, otro socialdemócrata, buscó hoy la forma de acercarse a firmar en el libro de condolencias de Grass, para pasar luego a la casa de Brandt y asistir a un debate con estudiantes de la ciudad.

 

Ambas casas-museo se comunican por el interior, a modo de reflejo del diálogo en que se mantuvieron Brandt y Grass.

 

"Una ciudad con tres Nobel no debería perder la calma por la llegada de siete ministros. Pero sí, hay cierto aire de estado de excepción", bromeaba Marc Langentepe, portavoz del ayuntamiento, ante el operativo policial de 3.500 agentes desplegado para la cita.

 

"Disculpen las molestias: pasado mañana esto volverá a ser como siempre", comentó Steinmeier acercándose a una mujer que, con su hijo en brazos, aguardaba detrás del cordón policial a que terminase la visita ministerial.

 

El Ayuntamiento y la Casa Günter Grass preparan para principios de mayo la ceremonia de despedida a su ilustre ciudadano, de acuerdo a la tradición alemana de celebrar estos actos -sean públicos o privados- varias semanas después de un fallecimiento.

 

"Estamos buscando la fecha adecuada con la familia, porque van a ser varios los lugares de Alemania y los formatos en que se le despida", indicó el director de la Casa Günter Grass, Jörg-Philipp Thomsa.

 

El lugar elegido será el teatro de la ciudad, al que se espera acuda el director Volker Schlöndorff, quien llevó al cine "El tambor de hojalata", la novela que catapultó en 1959 a Grass a escala internacional y que, veinte años después, le dio un Óscar al cineasta.

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