Respetuoso, sí, desde la cuna

Respetuoso, sí, desde la cuna
Fecha de publicación: 
24 Marzo 2015
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En muchos jóvenes, actualmente, afloran no obstante, normas de conducta contrarias por completo a estos preceptos.

Tanto en la escuela, en la calle, como en la propia casa se expresan con voz atronadora, exigen derechos inmerecidos como recibir más de lo que los padres pueden ofrecerles o deciden qué programa de televisión debe ver toda la familia.

También rompen la paz del hogar y de los vecinos cercanos cuando sintonizan una música a altos volúmenes, muchas de ellas con una letra banal, que puede conceptuarse en el término de la seudo-cultura.

P ero todo esto tiene sus antecedentes, por lo general, cuando los niños no son bien guiados por sus progenitores u otros familiares y no les enseñan a respetar a las demás personas.

Desdichadamente, hay tendencias machistas en la educación de los hijos que cortan de raíz lo que pudiera ser una interrelación de confianza mutua, respeto, cariño y confianza, con sus consiguientes consecuencias negativas.

Es necesario practicar formas de comunicación respetuosas con nuestros descendientes desde los primeros años de vida, y hacerles ver cómo resolver conflictos sin utilizar la violencia.

Resulta igualmente oportuno enseñarles a respetar  las costumbres familiares, cómo honrar a los ancianos, y ayudar en la comunidad a quien lo necesite.

Decir gracias o por favor no cuesta nada y sin embargo, ayuda mucho en las relaciones interpersonales. No hay por qué ahorrarnos un Buenos Días o unas Buenas Tardes cuando llegamos a un lugar.

Constituyen reglas de buena educación desearles a los demás que tengan una feliz jornada o demostrar cortesía al ceder el paso a otro transeúnte. Seguramente que esas prácticas aportarán satisfacción personal cuando se conviertan en algo cotidiano.

Los padres deben estar pendientes, -tanto cuando el niño es pequeño como cuando entra en la edad de la adolescencia o la juventud-, con quién se reúne, cuál es su compañero más cercano en la escuela o en el juego cotidiano.

 Las malas conductas por lo general se imitan, así como el lenguaje soez y los modales vulgares.

 De ahí lo imprescindible de velar porque nuestros hijos comiencen a ser respetuosos desde los primeros años de vida, para facilitar una buena convivencia.

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